Confía en que “Alguna vez se sabrá la historia detrás de la decisión del procurador”
“Por militante firme me dicen soberbio”
Colombia.- El actual alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, anuncia que quiere ser el primer presidente del posconflicto en Colombia, si se firma la paz y proclama que, después de que el presidente Manuel Santos decidió aceptar la medida cautelar recomendada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y reintegrarlo a su cargo, ya ninguna sentencia doméstica de corte o tribunal podrá volver a retirarlo de este.
En consecuencia, en su opinión, tanto su permanencia en el cargo como su candidatura presidencial dependen exclusivamente del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que se producirá a mediados o finales de 2015. A menos que el Presidente decida volver a retirarlo acogiendo alguno de los fallos internos que se esperan, lo que “sería terrible”, según Petro.
¿Qué experiencia le deja lo que acaba de vivir?
Confirmé la enorme incapacidad del sistema político colombiano para admitir la diferencia. La historia de la violencia siempre tiene como base que alguien excluyó a otro: es la historia de los liberales y los conservadores; es la de la misma izquierda, que podríamos sintetizar en el hecho de que Gabriel García Márquez tuvo que exiliarse. Esa incapacidad de admitir la diferencia política, que también es social y cultural, es la base de la violencia.
Sus opositores dicen que no es así. Que lo ocurrido realmente es que se ha visto su incapacidad para gobernar y su condición mesiánica cuando enfrenta un debate…
En cualquier país, la incapacidad para gobernar la deciden los ciudadanos y ellos actúan cuando hallan esa incapacidad: derriban un gobierno, o lo revocan o eligen una propuesta distinta en las siguientes elecciones.
La propuesta de revocatoria de su mandato está en marcha…
Eso no se llama revocatoria; se llama revancha. Hay quienes no soportan el gobierno de Bogotá y, con la excusa de una supuesta incapacidad, se creen con la legitimidad de destruir el gobierno elegido por la ciudadanía. Lo lógico en la democracia es que si alguien fue elegido por el pueblo y no ha cometido ningún delito, debe gobernar hasta el final.
Tanto en la sanción del Procurador como en la que impuso la Superintendencia de Industria, lo acusan a usted de violar la ley…
Quien define si se viola o no la ley, según la Constitución, es el juez del contencioso administrativo. La jueza ante la cual fue demandado el decreto del aseo expresó en sentencia de primera instancia que era completamente legal; es decir, el cargo por el cual me destituye el Procurador es contraevidente.
¿Y el fallo de segunda instancia?
Hoy, la decisión del juez es que lo que hizo el alcalde es completamente legal.
En el campo de las demandas y las impugnaciones, el presidente Santos anunció el viernes que impugnará la tutela que lo restituyó a usted en la Alcaldía, por considerar que “pone en tela de juicio una acción que hizo el Gobierno”. Si la Corte Suprema falla contra usted, ¿qué va a pasar?
El Presidente aceptó la decisión del juez que me restituyó y por eso hoy hablo como alcalde. Hay quien cree, entonces, que si se tumba la tutela, vuelvo y me voy. No. Eso no es así.
¿Por qué?
Porque el Presidente ha decidido acatar las medidas cautelares de la Comisión Interamericana. No habrá ningún tipo de fallo que prohíba al Presidente cumplir con esas medidas. Si la Sala Civil de la Corte Suprema dice no a la tutela que me restituyó, el Presidente otra vez quedaría libre de hacerlo. Es decisión de él; no tanto de destituirme sino de aceptar o no las medidas cautelares. Y él ya las aceptó.
Sus exsecretarios y algunos sectores de la opinión pública lo ven como eventual candidato presidencial. En consecuencia, ¿podría decirse que su candidatura, si es que aspira, depende de la Corte Interamericana?
Depende de tres cosas: de mi esposa y mis hijos; de si quiero ser o no candidato, y de la Corte Interamericana, porque hay una inhabilidad.
¿Usted quiere ser candidato?
Si existe un sector importante de la sociedad que me quiera tener de candidato, lo seré, pero no por capricho. Hay dirigentes políticos que son firmes, tienen tesis, condiciones y las defienden, así las encuestas vayan en contra. Yo tengo convicciones. Ahora bien: el funcionario no es infalible. Yo puedo equivocarme, como me puede haber sucedido, pero sin cometer un delito. No hay ni un solo proceso judicial contra mí. Si un sector importante de la sociedad colombiana coincide con alternativas como las que propongo, seré candidato. Pero no por probar, no por jugar… Será porque una parte muy importante de la sociedad colombiana le estará apostando a un cambio.
Hay quienes consideran que cuando el Procurador dictó las medidas contra usted, él era visto por algún sector como posible candidato a la Presidencia, y como efecto de esas medidas desapareció su eventual aspiración y, paradójicamente, apareció la suya. ¿También usted lo cree así?
Así es, pero no por mi voluntad. Alguna vez sabremos la historia que hay detrás de la decisión del Procurador.
¿Él dictó la medida y se cayó como candidato?
Se cayó.
¿Y nació su candidatura?
Nos recuperamos cuando el Procurador toma la decisión. Lo que hizo fue crearme la imagen nacionalmente. Tal vez ocurre una cosa que es adversa y que no me gusta: la opinión se ha polarizado porque soy de izquierda, por mi talante firme. Me dicen soberbio, pero lo que soy es terco. Lo que se ha producido es una polarización. Colombia necesita pactos porque nos estamos matando y lo que florece es la muerte, cuando lo que hay que construir es la convivencia. Tenemos que lograr que el ejercicio de gobierno de Bogotá muestre el pacto; no el pacto del que se arrodilla, sino que gente diversa se pueda encontrar y ponerse de acuerdo. Se está avanzando en las conversaciones con las FARC en Cuba.
¿Si concluyen con un acuerdo de paz y usted se lanza como candidato, desearía ser el primer presidente del posconflicto?
Valdría la pena eso. Es más: en medio del conflicto nunca podría ser presidente de Colombia por la polarización y los odios y todo lo que se genera.