La planta de la multinacional alimenticia PepsiCo fue desalojada ayer por 300 policías que reprimieron, con gas pimienta, gas lacrimógeno y balas de goma, a los trabajadores que tomaron la fábrica tras el despido de 600 compañeros.

Como resultado del operativo, 15 trabajadores resultaron heridos y 7 fueron detenidos, entre ellos uno que arrojó un banco desde el techo y le causó fractura expuesta de una pierna a una agente de la Policía de la provincia (una de los siete efectivos que terminaron con lesiones).

PepsiCo anunció en junio el cierre de su planta en Vicente López, en la periferia de la capital argentina, debido a “su compleja estructura de costos”.

Según fuentes del Ministerio de Trabajo, la mayoría de los trabajadores aceptó la indemnización, pero casi un centenar la rechazó. “Si la aceptamos, cuando se acabe caemos en la miseria, no hay trabajo”, manifestó Camilo Mones, delegado sindical.

Plantas como la lechera Sancor, la cervecera Quilmes, la nuclear estatal Atucha, entre otras, anunciaron cierres y recortes de personal, una situación que se ha vuelto una constante desde que asumió el presidente Mauricio Macri, en diciembre de 2015.

En 2016 cerraron 6.000 pequeñas y medianas empresas, según cifras oficiales, en un contexto con una inflación de 11,8% en el primer semestre. (I)