Pese a la ejecución de rehenes, en EE.UU. se discute poco sobre el pago de rescates
Las recientes ejecuciones de rehenes por el Estado Islámico (EI) no han servido en Estados Unidos para cuestionar el arraigado dogma de no pagar rescate. El propio Barack Obama criticó, en privado, a Francia y a otros países por entregar dinero a secuestradores y financiar así a grupos extremistas.
Durante encuentros en "off" con editorialistas y personalidades del mundillo diplomático, cuenta el New York Times, el presidente estadounidense habría manifestado su irritación ante la actitud de su par francés, François Hollande, que -asegura- paga rescates pero afirma que no lo hace. París niega oficialmente ese tipo de conductas.
La observación expone una vez más las diferencias existentes entre, por un lado, Estados Unidos y Gran Bretaña, y, por otro, varios países europeos, en cuanto a la manera de negociar con los grupos extremistas, entre ellos el EI.
"Es un problema eterno, que se plantea una y otra vez", dijo Julianne Smith, consejera adjunta de seguridad nacional del vicepresidente Joe Biden hasta 2013 y hoy integrante del grupo de reflexión Center for a New American Security.
En público y en privado, "los más altos funcionarios del gobierno estadounidense han sometido a una presión considerable a algunos Estados, y estoy seguro de que lo seguirán haciendo", dijo en la Universidad Dartmouth Daniel Benjamin, coordinador antiterrorista del departamento de Estado cuando Hillary Clinton condujo la diplomacia estadounidense, entre 2009 y 2012.
En junio de 2013, los dirigentes del G8 manifestaron que no pagarían rescate alguno en caso de secuestro de ciudadanos de sus respectivos países.
En enero último, a iniciativa de Londres, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución similar.
Pero los efectos han sido muy escasos, sino nulos: según Reporteros sin Fronteras, 12 periodistas extranjeros fueron liberados por el EI, probablemente tras el pago de rescates. Italia lo confirmó casi oficialmente, y según una investigación del New York Times, España, Austria, Francia y Suiza entregaron decenas de millones de dólares a Al-Qaida para que algunos rehenes fueran liberados, aunque no en Siria.
Dos periodistas estadounidenses (James Foley y Steven Sotloff), un trabajador humanitario británico (David Haines) y varios periodistas sirios fueron ejecutados por el EI. La excepción fue el estadounidense Peter Theo Curtis, liberado en agosto por la rama siria de Al Qaeda.
Consenso político
Algunas voces se han elevado para que Estados Unidos reexamine su política de no pagar rescates.
Los videos de los degollamientos "hicieron más mal del que habrían hecho los rescates", dijo el lunes Sarah Shourd, detenida en Irán entre 2009 y 2011.
Shourd hizo referencia, sin nombrarla, a una mujer estadounidense de 26 años por quien el EI reclama 6,6 millones de dólares. "¿Es acaso mucho dinero a cambio de la vida de esta mujer", se preguntó.
La madre de James Foley, Diane, contó cómo ella y su marido comenzaron a reunir fondos para pagar el rescate, desafiando las advertencias del gobierno. La inflexibilidad de las autoridades sentenció a su hijo, dice.
Otros funcionarios aseguran que la postura del gobierno convenció al EI y a Al Qaeda de no secuestrar a estadounidenses.
Sin embargo, Matthew Levitt, del Washington Institute, subrayó que el valor de los rehenes estadounidenses o británicos no es únicamente monetario. El monto delirante de lo reclamado por James Foley, 100 millones de euros, es la prueba de ello, señaló.
"Buscan sobre todo una fuerte recompensa en términos de propaganda", comentó este experto, alto funcionario antiterrorista del Tesoro entre 2005 y 2007.
La Casa Blanca y el primer ministro británico repiten sin cesar que las decapitaciones no alterarán su línea de conducta.
Lo mismo dicen en el Congreso estadounidense. Parlamentarios comparten el dolor de las familias pero no están dispuestos a cambiar de actitud.
"Los franceses no deberían pagar rescates, pero es cosa de ellos, y me impresiona mucho su voluntad de combatir el radicalismo islámico", dijo diplomáticamente el senador republicano Lindsey Graham. "Pero sigo pensando que es una mala idea".
Una respuesta cortante que no coincide con la fuerte polémica que se desató en mayo, cuando el intercambio de cinco talibanes detenidos en Guantánamo por el soldado estadounidense Bowe Bergdahl, que permaneció como rehén en Afganistán durante cinco años.
"Es interesante que el público estadounidense se haya implicado en este debate, que plantea temas muy difíciles, a diferencia del de los rescates, que no interesa a casi nadie", comentó Julianne Smith. "Es curioso", remató.