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Perú y Ecuador: un impasse que se gestó en los medios

Perú y Ecuador: un impasse que se gestó en los medios
12 de mayo de 2013 - 00:00

La noche del domingo 5 de mayo, Pamela Vértiz, conductora del programa Día D, lucía nerviosa. Ya no la acompañaba la seguridad que, ocho días antes, el 28 de abril, la llevó a presentar con carácter de exclusivo el reportaje en el que se argumentaba un enfrentamiento entre Rodrigo Riofrío, entonces embajador de Ecuador en Perú, y dos mujeres limeñas, en un concurrido supermercado del distrito de Magdalena.

Había transcurrido una semana desde que aquel reportaje mostró una mezcla de imágenes entre las que se reconocía un ojo hinchado, una rodilla con hematomas verdes y unos lentes quebrados. El punto central era la denuncia que Cristiana Castro hacía contra Riofrío, acusándolo de haber golpeado a su hija y a ella en el supermercado.

Además de las fotos, que seguían pasando de forma aleatoria mientras la mujer narraba el acontecimiento, se mostró un video en el que Riofrío, visiblemente afectado, se abría paso entre el vocerío de hombres y mujeres que buscaban impedir su ingreso a la residencia ecuatoriana, ubicada a menos de 50 metros del lugar de los hechos.

Al final de la nota, Vértiz realizó lo que, al parecer, es una regla de oro en algunos medios de comunicación peruanos: comentó lo ocurrido. Los términos iban cargados de esa firmeza de quien emite un juicio moral que condena. Quizá por eso la noche del domingo 5 de mayo, después de muchas declaraciones, nuevas imágenes, retiros de embajadores y amenazas de juicos penales de parte y parte, el nerviosismo de Vértiz se dejó ver en las palabras con las que iniciaba la “segunda entrega” del caso.

Y es que desde la mañana del lunes 29 de abril el hecho fue tratado como una novela: por entregas. En las primeras horas, un par de blogs de información variada se hicieron eco del video. Ya para el mediodía, el tema se había difundido entre los usuarios de redes sociales y los lectores de las páginas webs de los diarios limeños. Al final de esa jornada era un asunto de Estado

En medio del vocerío las radios se sumaban: algunos programas abrieron micrófonos a las intervenciones de sus escuchas, entre las que resaltaban los juicios condenatorios a la agresión del embajador a las mujeres. Para la mayoría de ciudadanos el imaginario no se vio alterado porque ese hombre fuese ecuatoriano tanto como porque fuera diplomático. Una autoridad, parecía la conclusión general, debe cuidar su comportamiento.

Con el paso de las horas los titulares se iban renovando. Si uno va por cualquier calle en Lima no escapa a la tentación de pararse unos segundos frente a los kioscos en los que se expenden periódicos. En ellos se estila colocar, con pinzas o en repisas, las portadas del día. Para el martes 30 de abril, el rostro de Rodrigo Riofrío compartía espacio en las primeras planas con las noticias más relevantes de Perú. Ahí se lo podía ver bajo el calificativo de “Embajador Pegalón”. Esa misma mañana, el canciller peruano Rafael Roncagliolo, en comunicación directa con Raúl Vargas, respetado periodista de Radio Programas del Perú, daba otra exclusiva: la cancillería peruana había sugerido a Ecuador el retiro de Riofrío.

Con esas declaraciones el ministro de Exteriores buscaba apagar el incendio generado la tarde anterior en los medios de comunicación, los mismos que vertían declaraciones de la más variada índole. Los “opinólogos”, como se los conoce en Perú, pedían “medidas ejemplares y radicales” frente a los hechos. 

Ese deseo de lo “ejemplar y radical”, sin embargo, no se palpaba en la calle. La gente, envuelta en sus cotidianidades, poco o nada se interesaba por lo sucedido. Se escuchaba, a gruesa voz, de los hechos, de los políticos y sus declaraciones, de las acaloradas indicaciones que daban uno y otro, pero esa flama y bullicio no encontraban eco en el ánimo de la gente. Con la misma velocidad y pasión con las que se exponía la noticia en la televisión. Otras noticias pasaban a ocupar su lugar, en esa especie de ruleta rusa que busca mantener conectados los ojos del observador a un espectáculo de exageraciones, juicios imprecisos, aclaraciones y rectificaciones.

Entre Ecuador y Perú, la hermandad está cimentada en una raíz social donde el parentesco es evidente. Por eso, la firma de la paz en 1998, vino a fortalecer esas relaciones latentes que han juntado a los ciudadanos de ambos lados de las fronteras. Superar las distancias creadas por los desatinos políticos ha sido cuestión de tiempo: el comercio anual entre estos países llega a los 3 mil millones de dólares, las inversiones fronterizas superan los 7 mil millones. Esas cifras hablan en su base de dos sociedades hermanas que han aprendido a dialogar.

Por eso eventos como los sucedidos con el ex embajador siguen quedándose en la memoria selectiva de la prensa, y no en el imaginario ciudadano.

Esa memoria impresa que para el 1 de mayo ya había desplazado el rostro de Riofrío de sus primeras planas, reemplazándolo por el “Video de Nadine”, un cortometraje protagonizado por Nadine Heredia, primera dama del Perú.

Claramente la tensión había pasado: la visita del vicecanciller ecuatoriano, Marco Albuja, las declaraciones oficiales de uno y otro canciller, abrieron la cuenta regresiva para el fin de este suceso.
Pero los medios intentaron pescar aún con las aguas bajas: los reporteros no dieron tregua a la exclusiva y, literalmente, pararon el tráfico para golpear la ventana del auto en el que Riofrío salía rumbo al aeropuerto. Los golpes en el vidrio sucedían uno tras otro, mientras la periodista increpaba al acusado con frases que buscaban provocarlo. Lo mismo intentaron los diarios, al publicar la mañana del lunes 6 de mayo, extractos de las declaraciones en las que el presidente Correa afirmaba su respaldo al representante diplomático.

Pero el show había pasado. Pamela Vértiz, acompañó la “Segunda entrega” del caso con una entrevista en vivo con madre e hija agraviadas. Las preguntas de “¿Se arrepienten?, ¿Lo volverían a hacer?”, refiriéndose a los golpes que propinaron a Riofrío hacen que su alocución parezca un juego de azar donde todas las opciones están compradas.

A la noticia de superación del impasse los medios le dedicaron tres o cuatro líneas.

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