Perú: una opción para la especialización académica
Si se piensa la educación como un sistema, se acepta la condición implícita de que la modificación de uno o varios elementos de su mecanismo implicará el cambio, más temprano que tarde, de todo el conjunto. “Todo el conjunto”, en este caso, se refiere a la especialización académica para los niveles de maestría y doctorado, territorios que ha ganado mayor visibilización e importancia a partir de la reforma educativa que ha vivido Ecuador en los últimos años.
Requisito fundamental para el ejercicio de la docencia universitaria, por ejemplo, es el poseer un posgrado que legitime los aprendizajes, así como las capacidades para impartir conocimiento a los universitarios. “Los niveles de especialización, sobre todo cuando son en una misma rama, permiten construir un perfil de especialista, algo que dentro del campo educativo de nuestra región es aún escaso, pero que, con estas modificaciones a la ley de educación superior, seguramente cambiará con el paso de los años”, opina Percy Merino, experto en pedagogía.
Tras ese objetivo, la mirada de los académicos ecuatorianos ha encontrado en las universidades peruanas una opción para especializarse.
Después de Brasil, Perú es el país que más universidades tiene en la región: unas 140 contabilizadas hasta la fecha. “El incremento de universidades, sin embargo, no es un termómetro adecuado para hablar de la calidad educativa en el país: la heterogeneidad de ellas, así como el nivel de legalidad que poseen, abre una brecha criticable a su calidad, algo que está directamente relacionado con la mirada neoliberal que ha marcado a la educación peruana como otro sector de lucro”, señala Merino.
El campo universitario en el vecino país está configurado sobre el crecimiento indiscriminado de oferta educativa, y un alto nivel de desconfianza. Si en el año 2000 existían 79 casas de estudio superior, hasta 2016 este número se habría duplicado, repartiéndose entre unas 51 universidades públicas y 89 privadas. De acuerdo a la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu), solo 14 de esas universidades se han licenciado, es decir, han superado el proceso de certificación que garantiza su funcionamiento y legitima los programas académicos que ofertan.
Dentro de ellas se encuentran las universidades que, a la vez, han sido catalogadas por la Senescyt en el listado de centros de educación superior cuyos títulos son reconocidos y tienen validez dentro del sistema educativo ecuatoriano: Universidad Agraria la Molina, Pontificia Universidad Católica de Perú, Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
La apertura de oferta académica para los maestrantes y doctorandos ecuatorianos en estas universidades ha sido amplia. Y ha ido desde la configuración de programas específicos, como el Doctorado Internacional de Ciencia Administrativa, abierto por San Marcos para recibir a decenas de docentes de universidades como la Técnica de Babahoyo, Técnica de Cotopaxi, Estatal de Milagro y Agropecuaria de Manabí; hasta el establecimiento de programas de estudios modulares adaptados a los requerimientos de tiempo y economía de los estudiantes.
A pesar de que la academia peruana ha sido receptora de estudiantes colombianos, venezolanos y ecuatorianos, desde hace varias décadas, los influjos de la reforma universitaria que se han desarrollado en el país han hecho que el número de ecuatorianos cursando programas de administración, educación, ambiente, agricultura, derecho y ciencias políticas sea cada vez mayor. Del lado de este incremento se cuentan, además, una serie de beneficios coyunturales. La Beca de la Amistad, que permite a estudiantes o docentes ecuatorianos cursar maestrías y doctorados en Perú, recibiendo apoyo económico no reembolsable, ha sido una de las vías que ha fortalecido el intercambio. El factor económico es decidor frente a esta alternativa. Los programas de maestrías en universidades públicas bordean los $ 3.000 entre matrículas y colegiaturas. Además, una serie de convenios firmados de forma específica entre universidades peruanas y ecuatorianas, facilita los accesos a estos programas educativos, a través de descuentos o diferenciación de los pagos.
El sentido político también ha sido un camino para ampliar la proyección de esta relación académica. La Asociación de Universidades del Sur de Ecuador y el Norte de Perú (Ausenp) trabaja desde hace algunos años tras modificaciones que permitan a universidades de Piura, Trujillo, Lambayeque, entre otras, recibir a académicos ecuatorianos para su formación especializada. El cumplimiento de requisitos que permitan el reconocimiento de sus títulos en Ecuador es una tarea pendiente. Aun así, y de forma histórica, universidades como la de Piura reciben alumnos ecuatorianos en niveles de pregrado desde hace décadas: hasta 2015 se contabilizaban unos 110 estudiantes nacionales en las aulas de este centro de estudios.
A inicios de año, la Sunedu denunció que al menos 7 universidades ofrecían 31 programas de especialización sin ningún tipo de autorización en Perú. Un panorama que le añade una preocupación a la formación profesional en este país. Sin embargo, debido a la atención y crecimiento del mercado que la presencia de ecuatorianos ha significado para las universidades reconocidas por la Senescyt, el cuidado con los estándares de calidad, así como con la agilidad de temas administrativos es un punto a favor en estas casas de estudio.
Con el tiempo, sin duda, se verán los resultados dentro del sistema educativo ecuatoriano, pero ahora mismo, el cambio constante a partir de su modificación resiente. (I)
Datos
Menos de 12% de universidades peruanas cuentan con licencia de funcionamiento. Según un informe de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).
La Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP), la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y la Universidad Peruana Cayetano Heredia son los tres centros incluidos en la última edición del QS World University Rankings, que la avala como las mejores del país. (I)