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El Telégrafo
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La paz más frágil nació en un vagón en medio del bosque parisino

La paz más frágil nació en un vagón en medio del bosque parisino
10 de noviembre de 2018 - 00:00 -

Toda la fragilidad de la paz más efímera, la que vivió el mundo de 1918 a 1939, se concentra en un sencillo vagón de tren, escenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial hace 100 años (1914-1918).

Con cuerpo de madera y chasis de acero, el vagón-restaurante 2419D acogió en un bosque en Compiègne, a 70 kilómetros al norte de París, a un grupo de militares y diplomáticos de largos bigotes. Genuinos especímenes de aquello que Stefan Zweig denominó “el mundo de ayer”.

Aquellos hombres, representantes de Francia, Reino Unido y Alemania, rubricaron el final de más de cuatro años de combates en un vagón que, dos décadas después, se convertiría paradójicamente en símbolo de la capitulación francesa ante Adolf Hitler.

Pero primero el armisticio. El 8 de noviembre de 1918, una Alemania exhausta envió una delegación plenipotenciaria a Compiègne para firmar un alto el fuego.

El mariscal Ferdinand Foch, comandante en jefe de los Aliados, eligió una perdida vía ferroviaria que utilizaba la artillería pesada para citar a la comitiva alemana -encabezada por el ministro de Estado, Matthias Erzberger- de forma discreta.

“¿Cuál es el objeto de su visita?”, preguntó Foch a Erzberger tras intercambiar saludos protocolarios y revisar sus credenciales.

“Venimos a recibir las condiciones de las Potencias Aliadas relativas a la conclusión de un armisticio por tierra, mar y aire, en todos los frentes y colonias”, respondió el alemán.

“No tengo ninguna proposición que hacerles”, les espetó el mariscal francés, que marcaba así desde el inicio la atmósfera tensa que presidió la reunión. Foch quería escuchar de los alemanes que venían a pedir el armisticio. Solo entonces les ofrecería sus condiciones.

“Fue un ambiente correcto, pero frío. Había millones de muertos sobre la mesa”, explica Bernard Letemps, presidente del museo Memorial del Armisticio, donde se exhibe un vagón idéntico y de la misma serie que el usado entonces.

Los alemanes recibieron  las draconianas exigencias que les imponían los vencedores -como devolver las regiones de Alsacia y Lorena o unas compensaciones materiales- y las transmitieron a Berlín con la obligación de responder en 72 horas.

El 11 de noviembre de 1918, cerca de agotarse el plazo, las delegaciones volvieron a reunirse, a las 02:15, y tres horas después firmaron los 24 artículos del armisticio. Fin de la guerra.

El vagón todavía sirvió para viajar a la localidad alemana de Tréveris y prolongar tres veces el alto el fuego, hasta la firma del Tratado de Versalles en junio de 1919, tras lo cual se expuso primero en el Palacio de los Inválidos y después en Compiègne. En esta localidad mañana el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunirá con varios  líderes para conmemorar el centenario del fin de la gran guerra.

Acudirán la canciller alemana, Angela Merkel; la primera ministra británica, Theresa May; el presidente estadounidense, Donald Trump; y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, entre otros. (I)  

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