Decenas de miles de egipcios se reunieron ayer en torno al Palacio Presidencial tras abrirse paso por las barricadas con alambre de espino y subirse a los tanques del Ejército que protegían el complejo.

La multitud coreaba “La gente quiere la caída del régimen” y “Vete, vete”, lemas que se usaron en la revuelta que derrocó al predecesor de Mursi, Hosni Mubarak, en febrero de 2011.

De esta forma la oposición no islamista mostró su rechazo al diálogo ofrecido por el presidente egipcio, Mohamed Mursi, la noche del jueves, como una forma de desactivar una crisis que ha polarizado al país y provocado mortales enfrentamientos callejeros. “El diálogo carece de los elementos básicos de una negociación verdadera y seria”, dijo el Frente, encabezado por el premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, el exsecretario general de la Liga Árabe Amro Musa y el ex candidato presidencial Hamdin Sabahi.

Para esta agrupación, el discurso de Mursi fue “decepcionante”, ya que defendió sus decisiones y no reconoció la responsabilidad de los Hermanos Musulmanes en los enfrentamientos del pasado miércoles, en torno al Palacio Presidencial, en los que murieron seis personas y centenares resultaron heridas.

Pero en nuevo giro, el vicepresidente de Egipto, Mahmoud Mekky, informó que el presidente está dispuesto a aplazar el referendo sobre la Constitución, fijado para el 15 de diciembre, pero con varias condiciones. También la votación en el extranjero, prevista para entre el 8 y el 11 de diciembre, fue aplazada para el día 12 del mismo mes.

Mursi estaría dispuesto a aplazar el referéndum sólo si la oposición se compromete a no contestar legalmente el retraso, basándose en una ley que obliga a que los referéndums se celebren como máximo dos semanas después de haber sido formalmente presentados al presidente, explicó Mekki.

Grupos afines al régimen también se manifestaron. La Policía dispersó con gases lacrimógenos a los partidarios de Mursi que trataron de asaltar el centro de prensa en El Cairo, donde están los canales privados, informó la agencia Mena. Los islamistas acusan a las cadenas televisivas de simpatizar con la oposición y no ser objetivas.