Los muertos por la represión en Siria se eleva ya al menos a 2.700, un centenar de los cuales eran niños, según informó este lunes la ONU.

La alta comisionada adjunta para los Derechos Humanos, Kyung-wha Kang, ofreció este nuevo recuento en una sesión del Consejo de Derechos Humanos dedicada a evaluar los efectos de la represión de los movimientos democráticos en Yemen, Libia y Siria.

Al presentar el resultado de las investigaciones llevadas a cabo por una comisión de la ONU, Kang relató casos de detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales y de manifestantes que incluso fueron secuestrados por las fuerzas de seguridad en sus propias casas o en hospitales, en el caso de estar heridos.

Asimismo, se refirió al uso corriente de la tortura por parte del régimen de Bachar al Asad, en muchos casos para conseguir confesiones falsas.

La alta comisionada adjunta denunció que hasta "los niños estuvieron entre los torturados".

Kang dijo que "la represión continúa" y que se ejecuta con el concurso de fuerzas militares terrestres, de francotiradores y desde helicópteros en varias ciudades de Siria, incluyendo Damasco.

En ese escenario, consideró que "es urgente una respuesta internacional" para evitar que ésas y otras exacciones sigan ocurriendo.

Al régimen de Bachar Al Asad le pidió que permita la entrada de los enviados de la ONU para investigar los abusos y de la prensa internacional, así como el regreso de los que buscaron refugio en los países vecinos.