Obama busca tranquilizar a monarquías del Golfo en reunión en Camp David
Barack Obama reúne este jueves a los líderes del Golfo en Camp David para responder a sus inquietudes sobre el papel creciente de Irán en la región, pero desacuerdos de fondo y ausencias notables limitan las esperanzas de entendimientos fundamentales.
La agenda de discusión se centrará en las negociaciones por el programa nuclear iraní, que la Casa Blanca considera prioritario, pero también el apoyo de Irán a los rebeldes chiitas en Yemen y al presidente sirio Bachar al Asad.
Se trata de apenas la segunda vez que el presidente estadounidense usa la residencia de Camp David -a una centena de kilómetros al norte de Washington- para recibir dirigentes extranjeros, después de una cumbre del G8 en mayo de 2012.
El lugar está cargado de historia: fue allí que en 1978 israelíes y egipcios mantuvieron reuniones secretas para negociaciones que concluyeron con la firma de Menachem Begin y Anuar al Sadat a un acuerdo de paz, conocido desde entonces como "acuerdos de Camp David"
De los líderes de seis países invitados por Obama, solamente dos serán representados por sus máximos dirigentes, Catar y Kuwait.
En ausencia del rey Salman, de Arabia Saudita, quien declinó a último momento la invitación de la Casa Blanca, Obama recibió al príncipe heredero, Mohammed ben Nayef, así como al hijo del rey y ministro de Defensa, el príncipe Mohammed ben Salman.
Durante ese encuentro en el Salón Oval, Obama buscó minimizar los desacuerdos e insistió en la "amistad extraordinaria" que une a los dos países, además de recordar lazos que se remontan al presidente Franklin Roosevelt y al rey Faisal.
"Seguimos construyendo esa relación durante un tiempo difícil", dijo Obama, en referencia a la presencia de Estados Unidos en la región, donde están desplazados unos 35.000 soldados.
Relación estratégica
Mohamed ben Nayef, considerado en Washington el arquitecto de la lucha implacable contra la red Al Qaida en su país, también saludó la "relación histórica y estratégica" entre Estados Unidos y Arabia Saudí.
Pero las divergencias son evidentes. Obama se propone defender el acuerdo marco concluido junto con varias potencias nucleares e Irán para impedir que Teherán desarrolle un arma atómica.
"Podemos imaginarnos de que forma Irán podrá ser aún más provocador en caso de que disponga de un arma atómica", expresó Obama en una entrevista al diario saudí Asharq al Awsat, en que también consideró indispensable suprimir "una de las principales amenazas a la seguridad de la región".
Si el acuerdo con Irán, que debe ser finalizado a fines de junio, es objeto de inquietudes, las tensiones se centran en el crecimiento de la presencia de la república islámica en la región.
Para Bruce Riedel, del instituto Brookings, "no se trata de un desacuerdo sobre el número de centrifugadoras nucleares. Se trata de saber si Irán debe ser aceptado como un interlocutor legítimo en el seno de la comunidad internacional".
En tanto, Hussein Ibish, del Arab Gulf States Institute, señaló que "los países del Golfo creen, más que todo, que por una razón u otra la política estadounidense comienza a inclinarse hacia Irán y se aleja de aliados tradicionales de Estados Unidos en la región".
Diversas voces en la región del Golfo han llamado a un acuerdo de defensa mutua en los moldes de la OTAN, pero tal proyecto no figura en la agenda de Washington.
Las monarquías esperan un compromiso estadounidense más profundo en Siria, para debilitar al gobierno de Damasco.
Estados Unidos ha comenzado a entrenar un pequeño grupo de rebeldes sirios moderados en Jordania para luchas contra yihadistas del grupo radical Estado Islámico, pero la Casa Blanca se muestra reticente a implicarse más que eso en el conflicto.
El encuentro de Camp David podría arrojar como resultado anuncios de alcance limitado, como intensificación de ejercicios militares comunes o una mejor coordinación de los sistemas de defensa antimisiles de los países de la región. (I)