Con la apertura de las negociaciones entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano del tercer punto de los cinco acordados entre las partes, y que tienen que ver con las drogas ilícitas, comenzó una nueva etapa en este proceso que busca poner fin al conflicto armado en Colombia.

Sin embargo, varios analistas consultados por EL TELÉGRAFO, consideran que este es uno de los puntos más neurálgicos y complicados de negociar entre las partes, debido principalmente a que son muchas las ramificaciones que se desprenden del mismo, y que sin duda tienen profundas repercusiones en la política exterior ya que tocan a Estados Unidos.

Para el analista político de la Universidad Nacional, Gonzalo Restrepo, “la negociación del asunto de las drogas ilícitas es clave si se avanza, pero es muy complicada, dadas las aristas que tiene: de un lado, están los intereses del Gobierno de acabar con el narcotráfico, del otro lado están los intereses de los guerrilleros de las FARC de no abandonar el negocio de las drogas, y como colofón están los intereses de Estados Unidos con su aparente lucha contra el narcotráfico”.

Luego de pactar la participación política como segundo tema de las negociaciones, el asunto de las drogas es un punto álgido. Restrepo sostiene que “en este punto se va a definir hacia dónde va a dirigirse el proceso con las FARC, si estas aceptan que salirse del narcotráfico –cosa que nunca han reconocido- y hasta qué punto el gobierno de Estados Unidos respalda las negociaciones haciéndose el de la vista gorda y dejando atrás los pedidos de extradición contra los supuestos narcotraficantes de las FARC, como lo hicieron con Simón Trinidad hace unos años”.

Frente a estos diálogos, la guerrilla calificó a las drogas ilegales como un “complejo problema” que no es exclusivo de Colombia y cuya solución requiere del concurso de la comunidad internacional.

“Si convenimos que no es lo mismo coca que cocaína, resulta ilógico que para acabar con el problema del narcotráfico se deba entonces erradicar una planta que puede brindar beneficios a la humanidad”, leyó Márquez.

Sin embargo, la mayor inquietud que surge entre las propuestas que ya se han presentado por la ciudadanía frente al punto de las drogas, y que inquieta a varios sectores de la sociedad colombiana, es hasta qué punto las FARC están metidas con el narcotráfico.

Hace poco el portal de investigaciones, InSight Crime, habría un alto riesgo entre algunos sectores de la guerrilla de continuar aparte con el narcotráfico, luego de culminar las negociaciones y más allá de firmarse la finalización del conflicto armado.

Según dicho portal, “el riesgo de criminalización de los elementos de las FARC, una vez un acuerdo haya sido firmado y se haya producido una desmovilización, es muy alto, casi inevitable. La única forma de minimizar esto es ayudando a las FARC en su transición de un ejército irregular a un partido político”.

Para la revista Semana, “es por esta razón que es importante este punto de la agenda y mucho más si se liga con los temas ya acordados, sobre el agro y la participación política. Al fin y al cabo, este es un intento de una reintegración social y política de la guerrilla para acabar con esa parte del conflicto”.

Sin embargo, para algún sector de las autoridades colombianas así como el de algunos políticos recalcitrantes, como el que representa el expresidente Álvaro Uribe, el asunto del narcotráfico no se puede aislar de lo que son las FARC.

Así lo sostiene el investigador, Roberto Benavides, quien dijo a este diario que “el punto del narcotráfico y el de las drogas ilícitas es el mismo, y por eso genera inquietud incluso en algunos sectores de las Fuerzas Militares y entre los seguidores del expresidente Álvaro Uribe. Para ellos, como siempre se ha pregonado, las FARC representan un cartel del narcotráfico, ese negocio es de ellos en las selvas.

LAS FARC Y LA COCA
Las FARC explicaron en La Habana que en muchos territorios cocaleros de Colombia, ha habido una presencia histórica de la guerrilla, que cobra un impuesto a los cultivadores de coca.

“Nos vimos obligados a establecer un régimen de tributación y de regulación a las transacciones realizadas por los campesinos, siempre pensando en sus derechos, protegiéndolos frente a abusos de intermediarios y narcotraficantes”, argumenta la insurgencia.

La ONU acaba de estimar en 48.000 las hectáreas cultivadas en Colombia con cocaína, a las cuales les asignan los expertos producciones que oscilan entre las 200 y las 300 toneladas métricas de cocaína pura por año.

Un kilo de alta pureza se le compra al laboratorio procesador en 2.000 dólares y se vende en los puertos colombianos a razón de 6.000 dólares.  En Centroamérica ya se cotiza en 10.000 dólares/kilo.

A los consumidores finales en los Estados Unidos les cuesta 27.000 dólares/kilo y en Europa se duplica este precio.

El Ministerio de Defensa colombiano, ha estimado que los ingresos netos de las FARC procedentes del narcotráfico oscilan entre los 2.400 y los 3.500 millones de dólares al año. “Entre las 350 toneladas de cocaína que se producen en Colombia, algo así como 200 están relacionadas con las FARC”, indicaron fuentes del Ministerio.