La Habana.-

El papa Benedicto XVI terminó ayer su visita de tres días a Cuba al oficiar  una misa ante cientos de miles de personas en la Plaza de la Revolución de La Habana, en la que instó al Gobierno cubano a seguir ampliando el espacio de la Iglesia Católica en la sociedad, incluso en educación.

El Pontífice, que fue saludado por una multitud estimada en medio millón de personas a su llegada en el “papamóvil”, reconoció con alegría que en Cuba se han  dado pasos para que “la iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe”.

“Para poder ejercer esta tarea, (la Iglesia) ha de contar con la esencial libertad religiosa”, expresó el Papa en la misa, a la que asistió el presidente Raúl Castro, el canciller Bruno Rodríguez y la jerarquía católica cubana. En 1998, en ese mismo lugar y en presencia de Fidel Castro, Juan Pablo II, el primer papa que visitó la isla, celebró una histórica misa con un millón de asistentes, en la que pidió que “Cuba se abra al mundo para que el mundo se abra a Cuba”, en una visita que marcó el deshielo en las relaciones Iglesia-Estado.

Previamente, el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, agradeció a nombre de los católicos y del pueblo en general que el papa Benedicto XVI incluyera a Cuba en su viaje por América Latina. “Cuanto agradecemos sus palabras y gestos benévolos para nuestro país y su deseo de corresponder a la invitación que desde los tiempos iniciales de su pontificado le hicimos llegar”, expresó Ortega previo a la misa oficiada por el Santo Padre.

“Con su corazón grande de pastor universal trae en su palabra la ternura, la dulzura y promueve la conciliación entre todos”, sentenció Ortega, quien destacó la visita del Obispo de Roma al santuario del Cobre donde veneró a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. La visita del Sumo Pontífice se enmarca en el Año Jubilar por el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, considerada  la patrona de Cuba.

Bajo el sol radiante de la mañana, en la Plaza de la Revolución, sitio de masivas concentraciones, los asistentes se congregaron para seguir la llegada  de Benedicto XVI en el “papamóvil”, mientras se auparon unos a otros para intentar ver su rostro y “ser bendecidos”. Varias familias llevaron pequeños bancos y sillas que se turnaban para ver el altar y seguir los movimientos del Pontífice. Otros grupos se dieron por vencidos y acamparon en el asfalto de la explanada cubiertos por sombrillas, lienzos y sábanas, para protegerse del fuerte sol y escuchar la homilía por los altavoces.

Junior Luis, un católico de 27 años, dijo que la visita de Benedicto XVI repercutirá en todos los sentidos, y para los jóvenes cubanos cristianos debe significar un mayor compromiso con la propia Iglesia. 

César Torres, otro cubano que también asistió a la misa de Juan Pablo II en la misma plaza hace 14 años, opinó que en esta ocasión acudieron menos personas, pero resaltó que aún así la acogida ha sido importante. 

Después de que finalizara la eucaristía en la explanada, el mandatario cubano, Raúl Castro, subió al altar levantado para la ocasión y se encontró con Su Santidad  con quien intercambiaron saludos y breves palabras. Así, Joseph Ratzinger finalizó la segunda gira que ha cursado a Latinoamérica y que comenzó en México el 23 de marzo.

Estaba previsto que el Papa abandonara la isla a las 16:30 (hora local) rumbo a Roma, pero antes se despidió de los habaneros con un recorrido en “papamóvil” desde La Habana hasta el aeropuerto internacional José Martí.