Carlos Juárez: “En Tamaulipas se implementó una estrategia de terror”
Carlos Juárez (Tampico, 1985) se esfuerza por plantarle cara al viento en un momento especialmente difícil tras conocerse el asesinato del cuarto periodista en lo que va del año. Un goteo infernal que no admite héroes en sus filas. Juárez no lo es en absoluto y por eso habla consternado. Desde el extranjero y lejos de su familia.
Huyó de su país en marzo para no comprometer su vida y recaló en España, donde reside temporalmente por un programa de protección de informadores en el que participa el Ayuntamiento de Barcelona. El motivo de su exilio es tan simple como desgarrador: escribir con nombres y apellidos sobre las sombras de la guerra contra el narcotráfico desatada en el noreste de México. Es coautor del libro Romper el silencio, 22 gritos contra la censura y un sinfín de reportajes de investigación que ha publicado en Animal Político, Pie de Página, El Universal, El Mañana de Reynosa y Revista Marvin. Hoy tiene un deseo inmediato: “Regresar a mi país”.
¿Qué papel desempeña el Ejército en la situación de violencia que vive México?
El ejemplo que describe la vinculación entre narcoviolencia y fuerzas de seguridad está en el Estado de Tamaulipas donde la desaparición de personas comenzó con el nacimiento de Los Zetas. Se trata de un grupo que surgió como el brazo armado del cartel del Golfo con militares desertores que fueron entrenados por el Ejército para combatir en conflictos como la revolución zapatista. En Tamaulipas se implementó una estrategia de terror muy similar a la que los dictadores utilizan para atemorizar a la gente. Hay que conocer también el contexto de esta región fronteriza con EE.UU. Tamaulipas es un estado fallido pero tiene riqueza. Los desplazados de Michoacán, Guerrero o Chiapas se van al norte a trabajar, pero los de acá huyen con plata y ponen empresas.
¿Hasta qué punto la Ley de Seguridad Interior ha fomentado este clima?
El objetivo de esa ley fue otorgar un marco legal de actuación al Ejército en áreas especialmente conflictivas. Sin embargo, en la práctica, se convirtió en la concesión de una carta de naturaleza para que hagan lo que quieran. Hay un gran reportaje, realizado por Daniela Rea y Pablo Ferri, titulado “Cadena de mando” que muestra con testimonios de los propios militares cómo las órdenes que recibían cuando capturaban a un delincuente era ejecutarlo. A raíz de este reportaje y de otro como el de la matanza de Tlatlaya en 2014, el Gobierno decidió poner en marcha la Ley de Seguridad Interior para contrarrestar el cuestionamiento social que provocaban determinados comportamientos de los soldados. Y ahí tuvo mucho que ver el periodismo y las denuncias realizadas por los grupos que defienden los derechos humanos. Lo que hoy provoca miedo es que de los cinco candidatos a la presidencia que están en lista esperando el 1 de julio, cuatro hablan de mantener una estrategia de combate a la delincuencia que ya ha sido rechazada por órganos internacionales como la ONU. El quinto aspirante, Andrés Manuel López Obrador, suele referirse a la necesidad de abrir un proceso de paz aunque no ha explicado muy bien cómo hacerlo.
En 2017, solo Siria superó a México como el lugar más peligroso para los periodistas. ¿Cuándo percibió que su vida estaba amenazada?
Tamaulipas es el tercer estado del país con más periodistas asesinados y el primero con más desaparecidos: Desde 2008 han muerto 14 reporteros y de seis, su paradero es desconocido. Es un lugar donde el riesgo es alto. Y hemos aprendido a reportear, pero también a callarnos. No me cabe duda de que uno sirve más vivo que muerto. Y eso provoca miedo pero no terror, que es muy diferente. El terror paraliza y el miedo te hace ser precavido. Por lo tanto mantenerse vivo es una premisa y, a partir de ahí, se puede empezar a planificar la agenda. Si acudes a terreno fangoso hay que saber cómo llegar hasta allí. Desde la salida a la llegada, controlando todos los detalles, llevar un geolocalizador, etc. Así vivimos los periodistas en México.
¿El miedo no genera también autocensura?
Aprendes a autocensurarte, es cierto, pero primero hay que asumir una imposición desde arriba para evitar riesgos. El silencio es un comportamiento muy común. Mentiría si dijera que no me he callado cosas o que nunca he dejado de publicar datos por precaución. Aceptas las limitaciones de trabajar en estas condiciones extremas. Muchos medios han sido comprados por fuentes poderosas. Por ejemplo, el anterior Gobierno de Tamaulipas insertaba publicidad institucional en los diarios a cambio de que omitiéramos las noticias negativas. Quería que proyectáramos una imagen idílica del Estado, algo así como Suiza. Sin embargo, la propuesta de comunicación del actual Ejecutivo cambió. Ahora paga para que hablemos de la violencia solo cuando detienen a delincuentes, lo que también resulta estúpido porque la opinión pública sabe que están rebasados por la situación.
¿Le ha merecido la pena asumir tantos riesgos?
Claro que merece la pena. Personalmente, me apena ver en qué se ha convertido el estado de Tamaulipas y también buena parte de México. Nací y crecí en un Estado con una cultura muy fuerte y distinta. Por eso me interesa tanto escribir sobre la situación actual. La alternativa sería sentarme a hablar de las bondades de mi tierra, de su belleza natural, de su riqueza, omitiendo lo terrible que allí anida. (I)