Rumbo a una crisis diplomática sin precedentes, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe del Gobierno italiano, Giuseppe Conte, desactivaron este viernes 15 de junio la tensión entre sus países con el propósito de alcanzar una reforma migratoria que se presagia más restrictiva.

Flotaba en el Palacio del Elíseo una atmósfera muy densa, con las palabras de Macron dirigidas a Roma en la mente de todos. El francés catalogó de “cinismo” e “irresponsabilidad” la decisión italiana de cerrar sus puertos al barco Aquarius, con 630 inmigrantes a bordo, que finalmente se dirige a Valencia (España).

La cumbre en París estuvo a punto de no celebrarse, pero Conte zanjó las suspicacias: “El entendimiento con Macron es perfecto. El mero hecho de que esté yo aquí es la mejor respuesta”.

El francés no desaprovechó la ocasión para recordar que, “pese a todo lo que se ha dicho”, la llegada de inmigrantes por el Mediterráneo central descendió el 77% con respecto al año anterior.

Matizados los datos, reconoció que “a Europa le ha faltado eficacia y solidaridad” en la crisis migratoria hacia los principales receptores de los inmigrantes indocumentados.

Acto seguido apuntó que “ha llegado el momento de una reforma en profundidad para responder al desafío”, que intentará vertebrar sobre tres ejes. (I)