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Condena histórica

Los yihadistas destruyen el patrimonio cultural desde Malí a Afganistán

Un mausoleo de Tombuctú, en Malí, antes y después de su destrucción. El lugar, considerado como protector de la ciudad, estaba incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Un mausoleo de Tombuctú, en Malí, antes y después de su destrucción. El lugar, considerado como protector de la ciudad, estaba incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Foto: AFP
28 de septiembre de 2016 - 00:00 - Agencia AFP

La devastación de los mausoleos de Tombuctú, que causó un juicio y la condena del yihadista maliense Ahmad al Faqi al Mahdi a 9 años de cárcel por la Corte Penal Internacional (CPI), forma parte de un plan de destrucciones perpetradas por grupos como el Estado Islámico (EI), de Malí a Afganistán, pasando por Siria e Irak.

“Al Mahdi, usted es culpable de un crimen muy grave, por lo cual la cámara por unanimidad lo condena a 9 años de detención”, dijo ayer el juez Raúl Pangalangan al leer la sentencia al yihadista, quien al inicio del juicio se declaró culpable y pidió perdón al pueblo de Malí por la aniquilación de mausoleos en Tombuctú.

El juez constató que el yihadista obedeció las órdenes del grupo terrorista Ansar al Din y destruyó 9  mausoleos y una mezquita que eran patrimonio de la humanidad.

Malí: Tombuctú, la ‘ciudad de los 333 santos’, declarada patrimonio de la humanidad, permaneció de abril de 2012 a enero de 2013 bajo control de grupos islamistas armados que la asolaron. En junio de 2012, los yihadistas de diferentes movimientos vinculados a Al Qaeda, que consideran idolatría la veneración de santos, empezaron a demoler varios mausoleos, entre ellos el de la principal mezquita de la ciudad. Otras edificaciones, testimonio de la edad de oro de la ciudad en el siglo XVI, fueron derribadas.

A principios de 2013 fue saqueado el instituto de estudios islámicos Ahmed Baba, pero la mayor parte de los célebres manuscritos y libros habían sido puestos a buen recaudo. En marzo de 2014 empezaron las obras de reconstrucción.

Siria: El 23 de agosto de 2015, los yihadistas de EI dinamitaron el templo de Baal Shaminun, uno de los más célebres de la ciudad antigua de Palmira, que tomaron en mayo. Menos de una semana antes, el grupo había decapitado al exjefe de las Antigüedades de la ciudad, Jaled al Asaad, de 82 años, referencia mundial sobre este conjunto arqueológico. En julio, EI aniquiló la famosa estatua del León de Atenea y transformó el museo en tribunal y prisión.

Según la ONU, más de 300 emplazamientos históricos sirios fueron dañados, destruidos o saqueados desde el inicio del conflicto, hace más de cuatro años.
Irak: El EI, que controla amplias porciones de territorio en Irak y Siria desde la toma de Palmira, realiza una ‘limpieza cultural’ y arrasa parte de los vestigios de la antigua Mesopotamia, según la ONU, o revende piezas en el mercado negro.

Un video difundido en febrero de 2015 mostró a combatientes de EI que saqueaban tesoros preislámicos en el museo de Mosul, segunda ciudad de Irak tomada los primeros días de su ofensiva, a principios de junio de 2014. Según responsables de las antigüedades, unas 90 obras fueron destruidas o dañadas. Los yihadistas, que también incendiaron la biblioteca de Mosul, dinamitaron en julio de 2014, delante de una muchedumbre, la tumba del profeta Jonás, también conocido con el nombre de Nabi Yunes.

Un video difundido en abril de 2015 mostró a combatientes del mismo grupo que derribaban con bulldozers, picos y explosivos el emplazamiento arqueológico de Nimrud, tesoro del imperio asirio fundado en el siglo XIII.

Libia: Varios mausoleos fueron destruidos por islamistas extremistas a golpe de excavadoras o explosivos a través del país después de la revuelta que derrocó el régimen Gadafi en 2011. Para estos integristas, los santuarios erigidos en memoria de santos contravienen su interpretación del islam.

En 2012, decenas de integristas dinamitaron el mausoleo de Abdesalem Al Asmar, teólogo sufí del siglo XVI, en Zliten (este de Trípoli), el más importante de Libia. Una biblioteca y una universidad que llevan su nombre fueron objeto de destrucciones y saqueos. En Misrata, fue devastado el mausoleo de Ahmed al Zarruk.

En 2013, se produjo un ataque con explosivos contra un mausoleo del siglo XVI en Tajura, extrarradio de Trípoli, uno de los más antiguos de la capital. En 2014, la Unesco condenó los actos vandálicos contra varias mezquitas de Trípoli, incluyendo la mezquita Karamanli, del siglo XVIII.

Afganistán: En marzo de 2001, el jefe supremo de los talibanes, mulá Omar, ordenó la destrucción de los dos budas gigantes de Bamiyan (centroeste), tesoros arqueológicos de más de 1.500 años, considerado ‘antiislámicos’ por tratarse de representaciones humanas. Durante 25 días, cientos de talibanes llegados de todo el país participaron denodadamente en la destrucción, con ayuda de cohetes y dinamita, de las gigantescas estatuas.

En 2003 el sitio fue inscrito en el Patrimonio de la Unesco, lo que permitió restaurar los nichos donde estaban alojados los budas, y hacer un inventario de los vestigios.
Argelia: En Argelia los grupos armados islamistas destruyeron en los años 90 numerosos santuarios. (I)

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