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Un tercio de los desplazados es menor de edad

Los yazidíes mueren en el desierto al huir de Irak

Una mujer yazidi iraquí y su hijo se sientan debajo de un puente en las afueras de la ciudad kurda de Dohuk. Foto: AFP
Una mujer yazidi iraquí y su hijo se sientan debajo de un puente en las afueras de la ciudad kurda de Dohuk. Foto: AFP
19 de agosto de 2014 - 00:00 - Agencias internacionales

Aterrorizados y agotados, cientos de miembros de la minoría religiosa yazidí sufren innumerables historias desgarradoras y hasta dejan a sus hijos muertos en el desierto, en su huida de los ataques de los extremistas del Estado Islámico (EI), al noroeste de Irak.    

La cadena de noticia BBC Mundo reveló ayer en su portal la trágica situación de un niño yazidí, que es atendido en uno de los hospitales locales en Irak. El menor, de aproximadamente 5 años, fue encontrado por combatientes kurdos en el desierto, abandonado y moribundo.

Según dicen los especialistas médicos, el pequeño pudo haber estado expuesto durante todo un día a una temperatura de 50 grados centígrados, mirando directamente hacia el sol, lo que le produjo que sus córneas se quemaran y se infectaran. Ahora sus ojos están secos y medio lado de su cuerpo paralizado.

El personal del centro médico no tiene ningún dato sobre él. Todos se preguntan cuál es su nombre, quiénes son sus padres y el motivo por el cual fue abandonado en medio de la nada. Algunos refugiados creen que su madre pudo haberse quedado sin fuerzas para cargarlo mientras huía, y no tuvo otra opción que tomar la decisión de salvar solo a uno de sus hijos para continuar el camino.

Otras versiones aseguran que los combatientes del Estado Islámico empezaron a disparar contra la población y que, seguramente, la madre pudo haber entrado en pánico, dejando caer al niño y escapando de las balas, según publicó la BBC.

Al menos 35.000 personas han llegado en menos de dos semanas al campamento levantado por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Gobierno Regional del Kurdistán, en el norte de Irak, para acoger el éxodo de desplazados yazidíes que ha dejado la ofensiva de los yihadistas del EI, en la región de Shingal.

Para llegar hasta allí, familias enteras han tenido que cruzar dos veces la frontera que divide dos países en guerra, amenazados por los mismos yihadistas que lograron unificar el pasado junio las tierras bajo su dominio en Siria e Irak en el autoproclamado Califato que lidera Abu Bakr al Bagdadi.

Es el mismo camino que recorrió Hazzam, de 31 años, un peshmerga (soldado kurdo) de Gohbal, en la región de Shingal. “Llevaba a mis niños a hombros -cuenta-. Alguna vez el más pequeño se desmayó, pero teníamos que seguir hasta Siria” desde el monte. Fueron, probablemente, los 6 kilómetros a pie más largos de su vida.

El resto los recorrió medio andando, medio en coche, parando durante dos días en el campo de refugiados sirio de Newroz, en la provincia siria de Hasaka. “He visto familias cuyos hijos morían y los dejaban en el camino –dice–. Hemos llorado hasta no poder más”, comentó.

La situación es desoladora para miles de refugiados que están hacinados en campamentos ubicados en Siria, Turquía, Líbano e Irak.

A los militantes del Estado Islámico se les acusa de haber asesinado a cientos de personas en estas poblaciones. Las cifras revelan que un tercio de los desplazados son menores de edad.

EE.UU.MANTENDRÁ OFENSIVA CONTRA LOS YIHADISTAS

El presidente estadounidense, Barack Obama, anunció ayer que su país seguirá una estrategia “de largo plazo” para derrotar a los yihadistas del Estado Islámico, bajo bombardeo estadounidense desde hace días en el norte de Irak.

Obama, en una rueda de prensa en la Casa Blanca, también advirtió que los combatientes sunitas, que controlan extensos territorios en Irak y Siria, representan una amenaza “para todos los iraquíes” y el Medio Oriente.

Fuerzas kurdas apoyadas por aviones militares estadounidenses proseguían ayer su ofensiva contra los yihadistas tras haberles arrebatado la represa más importante de Irak, en un contexto de creciente implicación militar de Washington y Londres.

Frente a la amenaza que representan los yihadistas para los cristianos y otras minorías, el papa Francisco instó a una acción colectiva de Naciones Unidas para detener la “agresión injusta” y se mostró “disponible” a viajar a Irak “si es necesario” para aportar su apoyo a las decenas de miles de desplazados.

La recuperación de la represa de Mosul constituye el mayor revés infligido por las fuerzas kurdas a los yihadistas del EI desde el lanzamiento de su ofensiva el 9 de junio, que les permitió apoderarse de amplios territorios en Irak frente a un ejército iraquí en desbandada.

Estos combatientes, que luchan también en la vecina Siria contra el régimen sirio y contra los rebeldes, se enfrentan igualmente a los bombardeos del ejército de Bashar al Asad desde hace 48 horas contra sus posiciones en el norte y este de Siria. “Los aviones bombardean y los peshmergas (fuerzas kurdas) avanzan”, declaró un combatiente kurdo.  

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