El número de fallecidos por el movimiento telúrico se elevó ayer a 96 en el país
Los sobrevivientes del terremoto sepultan a las víctimas en Juchitán
Ciudad de México.-
A Refugio no le alcanza el pañuelo para secarse las lágrimas, mientras acompaña una peregrinación funeraria en Juchitán, el poblado más devastado por el último terremoto en México. Como muchos damnificados, esta mujer perdió su casa y familia, pero también la confianza en el porvenir.
El temblor de 8,2 grados derrumbó miles de casas la noche del jueves pasado y ha cobrado la vida de 96 personas, de las cuales 37 son de Juchitán, un poblado tropical de unos 100.000 habitantes en el estado de Oaxaca (sur).
Llorar a sus muertos y quedarse sin techo -sin agua y sin electricidad- es solo el comienzo del calvario de los sobrevivientes, cuyo mundo, tal como lo conocían, dejó de existir.
“Yo ya no sé si lloro de tristeza, de la impresión por el terremoto o de miedo por lo que va a pasar, ¿cómo viviremos ahora?”, se pregunta Refugio Portales, quien, rodeada de una banda que toca música fúnebre, asiste al funeral de su amiga fallecida en el terremoto.
El día anterior, esta mujer, de 52 años, ya enterró a su hermano y un sobrino, ambos aplastados cuando colapsó su casa por el sismo, al igual que la papelería en la que trabajaba.
En Juchitán ya no hay escuelas, ni hospitales ni iglesias. Junto con el mercado principal se derrumbaron numerosos hoteles, bancos, comercios, oficinas, restaurantes y hasta el palacio municipal.
Los daños en templos alcanzan las 78 iglesias afectadas, 243 escuelas averiadas, 12.000 viviendas destruidas y 800.000 damnificados, confirmó el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat.
Sin embargo, el funcionario enfatizó que no solo hay perjuicios en Juchitán, pues 41 municipios están afectados, como Unión Hidalgo, San Mateo del Mar y Santa María Xadani, que resultaron con daños en la infraestructura y la gente está viviendo en la calle porque en cada cuadra hay viviendas destruidas.
En la colonia Barrio Pescador del municipio de Unión Hidalgo, a media hora de Juchitán, murieron cinco personas, entre ellos la abuelita de Luz Delia Matos. La devastación fue tal, que la velaron en el patio. En los escombros solo quedan recuerdos de lo que había.
Luz Delia duerme en la calle, igual que sus vecinos. Cinco días después del sismo hoy no tienen agua, electricidad ni telefonía. “A veces pienso que es un sueño, que voy a despertar y ver a mi abuelita, mi casa, pero, ya es la realidad”, enfatizó la mujer.
Pero en Unión Hidalgo, los daños no solo alcanzaron a las viviendas. El acceso principal también está en riesgo de colapsar.
La situación de Delia se repite en casi todos los municipios del istmo. Pablo y su familia duermen, comen y viven en el patio de su casa. Desde el jueves pasado solo entran para usar el baño, por temor a las réplicas que suman 1.018 hasta la noche del 10 de septiembre, según el Servicio Sismológico Nacional.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, viajó ayer a la zona afectada para supervisar la entrega de ayuda, que incluye miles de paquetes de alimentos y cobertores.
Las autoridades coinciden en que el más afectado por el sismo es el estado de Oaxaca, donde fallecieron 76 de los 96; mientras que, en Chiapas y Tabasco murieron 16 y 4, respectivamente, y hay cuantiosos daños. (I)