Entre los republicanos se quebró el tabú de votar por la demócrata Hillary Clinton para la elección presidencial del próximo noviembre. La frágil tregua entre el candidato Donald Trump y los dirigentes de su partido estuvo muchas veces a punto de derrumbarse desde su victoria en las primarias en mayo. Sin embargo, ya no hay calificativos ni adjetivos para aplicarle.

Algunos abiertamente cuestionan si sencillamente está loco, varios dicen que padece de trastornos mentales, otros más sospechan que ni desea llegar a la Casa Blanca, mientras que los más antiguos del Partido Republicano buscan cómo hacer todo para reducir los daños de lo que algunos creen es una posible implosión de la campaña presidencial republicana que amenaza con fracturar al partido.

Aunque los directivos de su campaña niegan una crisis dentro de los republicanos, los últimos sondeos sobre la contienda por la Presidencia de Estados Unidos reflejan el impacto. Según la encuesta de McClatchy-Marista, Clinton abrió un margen de 15 puntos: de 48% a 33%. La brecha se produjo cuando Trump atacó por primera vez a los padres musulmanes de un héroe de guerra estadounidense. Cabe destacar que  una semana antes, la misma encuestadora reveló que Hillary mantenía una estrecha ventaja de 3 puntos, de 42% a 39%.

Literalmente, señaló diario La Jornada, fue una semana infernal para los conservadores republicanos; Donald Trump no solo insultó a familias militares, a los dedicados a la política exterior, a bebés, y a dos de los líderes nacionales más destacados -y poderosos- de su propio partido, sino que también un tabloide conservador, el New York Post, reveló viejas portadas de su esposa, la eslovena Melania Trump, sin ropa y ahora sus partidarios tienen dudas sobre si la postulante a primera dama del campeón de los sectores antimigrantes -quien afirmó su intención de deportar a 11 millones de ‘ilegales’- ingresó legalmente a Estados Unidos.

La cúpula y prominentes líderes del Partido Republicano notifican abiertamente a los medios que están cada vez más exasperados con su abanderado, e incluso están contemplando un tipo de ‘intervención’ con él para obligarlo a cambiar su comportamiento público. Mientras tanto, cada vez más figuras republicanas están dispuestas a criticar abiertamente a Trump, incluyendo sus propios aliados, como el expresidente de la cámara baja Newt Gingrich y Ed Rollins, veterano estratega republicano.

Es más, un representante federal republicano por Colorado, Mike Coffman, estrenará un comercial político para su reelección que marca la primera vez que un legislador republicano emplea un mensaje explícitamente anti-Trump.

El spot de 30 segundos abre con una imagen de Coffman, un veterano militar que combatió en Irak declarando a la cámara que cuando la gente le pregunta qué opina de Trump, responde “honestamente, no me cae muy bien”. Poco después agrega: “soy un marine -para mí es primero mi país. Mi deber es a ustedes. Entonces, si Donald Trump es el presidente, yo me enfrentaré a él -así de simple”.

Otros, incluyendo a exasesores de Jeb Bush y el gobernador Chris Christie, junto con un ex residente del partido, Marc Racicot, fueron más lejos al no solo expresar su oposición a Trump sino su intención de votar por su contrincante demócrata, Hillary Clinton.  

Estrategas electorales y columnistas conservadores -entre los más notables George Will y David Brooks- indican que los republicanos tienen que aceptar que perderán la Casa Blanca y que la tarea principal es limitar los daños de Trump en las elecciones legislativas que ya de por sí pueden amenazar la mayoría republicana en el Senado.

¿Cuál es el punto débil de Hillary?

En los papeles, la Fundación Clinton, dedicada a mejorar la vida de ‘millones de personas’, podría pasar por una organización caritativa más, pero en los hechos alimenta sospechas utilizadas por  su adversario Donald Trump, quien la acusa de manejar su influencia, cuando era jefa de la diplomacia estadounidense (2009-2013), para favorecer a esta estructura creada en 2001 por su marido y expresidente Bill Clinton (1993-2001).

A mediados de julio, más de 60 legisladores republicanos exhortaron a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y al fisco a investigar a la fundación. Según auditorías internas, en 10 años sus recursos crecieron en 475%, superando los $ 337 millones.

Los mayores montos provienen de grandes donantes, que en 2014 le aportaron $ 217 millones, y es ese precisamente el principal motivo de escándalo. Destacan entre ellos, según cifras de la propia fundación, gobiernos extranjeros como el de Arabia Saudita (entre $ 10 millones y $ 25 millones), Kuwait (hasta $ 10 millones), Catar y Emiratos Árabes Unidos (hasta $ 5 millones).

Sin embargo, fue la donación de una empresa francesa la que causó más malestar ya que está ligada al Estado Islámico. Según el equipo de campaña de Trump, el grupo francés Lafarge tiene activa presencia en territorios controlados por los yihadistas.  

Si Hillary Clinton resulta finalmente elegida a la presidencia el 8 de noviembre, la fundación sufrirá cambios, reconoció en junio su esposo Bill. “Hay que prestar atención para evitar conflictos de interés actuales y potenciales”. (I)