Los agricultores llevan meses protestando y la última vez fue el domingo cuando bloquearon 15 industrias gallegas
Los precios de la leche caen el 15% en Europa, el mayor descenso en décadas
El sector agrícola y ganadero europeo vive hoy su peor momento desde el inicio de la crisis económica global en 2008 y no vislumbra revertir la tendencia negativa hasta el próximo año. Así de implacable se muestra el mercado, que lleva tiempo enterrando los precios de los productos lácteos y cárnicos, los dos poderosos pilares de un sector que hasta ahora miraba la alarma financiera por encima del hombro y como si no pasara nada en el mundo.
Según el índice mensual de la FAO, los precios de los alimentos básicos registraron en agosto su mayor caída en 7 años, de 5,2% respecto a julio. La caída afecta en especial a la la leche, los aceites vegetales, el azúcar o los cereales, que perdieron el 15% de su valor en un año, tanto en España como la UE.
La desaceleración de la economía china, el veto ruso y la desaparición del régimen de cuotas que protegía a la agricultura del libre mercado serían las causas, según la FAO.
En concreto, el índice de la leche y de todos sus derivados ha caído en el último mes más de 9 puntos, el mayor descenso porcentual de la década, lo que coloca a cientos de pequeñas explotaciones ante la compleja tesitura de elegir entre producir sin beneficios o vender la granja.
Luis Andrade es propietario de una. Junto a su mujer Pilar cuida de 40 vacas en una factoría familiar de Arzúa, un municipio rural gallego con no más de 3.000 habitantes situado a pocos kilómetros de Santiago de Compostela. Llegó a Madrid para protestar ante el Ministerio de Agricultura. Con él vienen decenas de ganaderos indignados por la respuesta que las autoridades comunitarias, y también las españolas, dan a sus demandas. “Ahora pagan 280 euros por cada 1.000 litros, que no alcanzan para cubrir los gastos de producción. Necesitamos 350 euros porque si no estamos perdidos”, reclama.
La semana pasada, miles de agricultores y ganaderos de todos los rincones de Europa confluyeron en Bruselas para exigir al ejecutivo comunitario más ayudas, mayor control del mercado y menos condescendencia con los intermediarios en la cadena de suministro, a quienes acusan de mantener sus beneficios. Los ministros reunidos de urgencia solo acordaron inyectar un salvavidas de 500 millones de euros para evitar el naufragio y prometieron intensificar las negociaciones destinadas a sellar acuerdos comerciales con diversos países, entre ellos, Ecuador, que pueden resultar vitales para la supervivencia laboral de miles de personas.
El poderoso sector agrícola europeo está sustentado sobre los cimientos que supone tener 15 millones de empresas que dan trabajo a 46 millones de personas y representa el 6% del PIB total del continente. Una industria muy competitiva que además es agasajada por leyes proteccionistas como pocas, la PAC, lo que ha contribuido de manera decisiva al hundimiento de economías frágiles del entorno como las africanas. Para los países del sur ha resultado imposible combatir a un sector que absorbe el 46% del presupuesto anual comunitario, casi un billón y medio de dólares para el período 2014-2020, y que goza de todas las facilidades para tecnificar su producción. Hasta fundaciones de análisis financiero tan poco sospechosas para el liberalismo como Heritage censuran el relevante papel que el sector alimenticio sigue teniendo en la Unión Europea.
Los movimientos sociales llevan décadas denunciando las maniobras orquestales que la primera potencia en el comercio agrícola del planeta realiza sin control. Su voracidad ha comenzado a necesitar materias primas más baratas con las que mantener su maquinaria industrial a pleno rendimiento. “Denunciamos que la PAC y las políticas comerciales de la UE son 2 de las causas principales de la crisis, violan el derecho a la alimentación de millones de personas y provocan el calentamiento global”, manifiesta un portavoz europeo de Vía Campesina.
Luis Andrade, el ganadero gallego, se rebela contra las críticas de las ONG. “El litro de leche de Nueva Zelanda es mucho más barato que el de España, porque los pastos que alimentan a sus vacas crecen solos”, dice, al tiempo que pone su dedo acusador sobre las exigentes normativas europeas de calidad.
La UE ha sabido compensar, hasta ahora, esas desventajas competitivas a las que alude Luis, con enormes subvenciones. El propio Luis desvela el caso de un pequeño propietario que compró un tractor sin necesitarlo con urgencia. Andrade recibió 11.000 euros y diversificó su explotación ganadera. “El problema es ahora la liberalización de los precios y el endurecimiento de los controles de calidad”, se queja amargamente porque, en su opinión, “todo queda en las manos de los especuladores que pueden bajar los costes y hundir el mercado”. Los distribuidores no solo mandan en los precios de compra en origen, sino también en el precio de la venta final.
Los ganaderos propietarios de las explotaciones productoras de leche bloquearon este domingo la distribución en las 15 industrias lácteas gallegas para presionar al gobierno y alcanzar un acuerdo. (I)