Los paraísos de Islandia atraen a los productores cinematográficos
La inmensa falla de Almannagja parte el paisaje hasta donde se pierde la vista. La laguna glaciar, los icebergs, la meseta todavía virgen en el centro de la isla y las numerosas cascadas hacen de Islandia un decorado natural ideal para el cine y la televisión.
Esta falla, ubicada en el sur de la isla, un marco espectacular cargado de historia, fue el escenario del combate entre Brienne of Tarth y Limier en la cuarta temporada de la serie televisiva Juego de Tronos.
“La diversidad es tan grande que hay casi cualquier tipo de paisaje”, señala Leifur Dagfinnsson, presidente de la sociedad islandesa Truenorth, que gestiona el 90% del mercado.
“Se puede filmar Islandia como Islandia o recrear otros lugares, como el Himalaya, la tundra de Mongolia, Siberia, Groenlandia e incluso otro planeta en películas de ciencia ficción”.
Pero no solo Juego de Tronos, otras series de la pantalla pequeña, como Sense8 o recientemente Black Mirror, cuentan con escenas islandesas. También las hay en películas taquilleras estadounidenses como Star Wars, James Bond o Fast & Furious 8.
Los directores encuentran en Islandia lugares tormentosos e inhabitados ideales para escenas de acción, escenarios apocalípticos y cabalgatas futuristas.
Tampoco es raro aquí que los cielos parezcan estar en llamas en pleno invierno o se cubran por una nube rugiente que deja a su paso como flechas de humo negro, pero no se trata de una erupción o de una tormenta, sino de explosiones pirotécnicas y efectos especiales con la ayuda de helicópteros.
Asimismo, al pie de una cascada o en una playa tapizada de guijarros plateados puede uno cruzarse con grupos de guerreros a caballo, con cascos, espadas, escudos, cubiertos de sangre a su regreso de la guerra.
Crisis financiera
“Tras la crisis de 2008, se volvió financieramente muy interesante filmar en Islandia, cerca de la mayoría de países europeos. Las infraestructuras son buenas, con fácil acceso a los lugares de rodaje muy variados”, explica Kristinn Thordarson, presidente de la Asociación de productores islandeses (SIK).
En 2016, más que nunca la isla de hielo y fuego produjo para la televisión y el cine, con una facturación de las empresas locales un monto de 20.000 millones de coronas (unos 173 millones de euros).
Los rodajes están muy reglamentados, particularmente en el centenar de zonas protegidas con que cuenta el país, desde reservas naturales hasta parques nacionales, por lo que es necesario contar con permisos otorgados por la Agencia Islandesa para el Medio Ambiente.
Si bien desde 2013 los permisos para filmar han aumentado, “las condiciones para su obtención siguen siendo muy estrictas”, asegura Adalbjörg Guttormsdottir en nombre de la agencia.
Prohibición absoluta de perturbar la flora y la fauna y, si es necesario mover una piedra, luego debe ser nuevamente colocada en su lugar.
La bonificación fiscal, que acaba de aumentar del 20% al 25% del presupuesto de la producción al 1 de enero, podría incrementar el atractivo para las producciones extranjeras de la isla volcánica. Thordarson ambiciona elevarla hasta el 30%, justo por detrás de Irlanda (32%).
Cine-turismo
Las firmas productoras deben sacar un permiso que tiene cláusulas como que si mueven una piedra para una filmación, luego deben dejarla en el mismo lugar donde estaba. Foto: Internet
La falla de Almannagja se ha convertido en un destino turístico de preferencia para los fanáticos de Juego de Tronos (GOT).
Eddy Marks hizo un viaje de ida y vuelta en una sola jornada para realizar un ‘GOT tour’, tras haber visitado otros sitios de rodaje de la serie en Dubrovnik (Croacia) y Malta.
“Me gusta venir a constatar la diferencia entre las imágenes de la tele durante la serie y lo que ves con tus propios ojos. Es una buena experiencia”, confía este californiano tras hacerse una selfie ante el glaciar Langjökull y sus nieves eternas.
En este desierto de hielo y rocas, donde se encuentran las placas tectónicas euroasiática y norteamericana, los relieves se yerguen varios metros hasta formar un gran cañón de vértigo.
Es aquí, en pleno corazón del parque nacional de Thingvellir, ubicado en el suroeste del país, cerca de la zona volcánica de Hengill, clasificado como patrimonio mundial de la Unesco, donde sesionó el Alpingi, el más antiguo Parlamento del mundo, creado en el año 930 de nuestra era.
A veces en este lugar, la meteorología, caprichosa, incluso por momentos odiosa, también tiene sus ventajas. “Esto crea un escenario más bello y realista. En muchas ocasiones, un verdadero valor añadido”, afirma Leifur Dagfinnsson. (I)