Los comicios se realizarán en medio de la retirada de las tropas de la OTAN que invadieron el país en 2001
Los afganos elegirán presidente con amenaza de nueva guerra
Kabul.- Los afganos acudirán mañana a las urnas para elegir al sucesor del presidente Hamid Karzai, quien durante 13 años en el poder tuvo el respaldo de las tropas estadounidenses que ahora se retiran sin que hayan derrotado a los talibanes.
El proceso electoral se desarrollará en plena retirada de la mayor parte de los últimos 53.000 soldados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La salida de los soldados extranjeros dejará, desde el año próximo, en manos casi exclusivamente afganas el combate contra los islamitas expulsados del poder por la invasión militar estadounidense de 2001.
Los comicios, a dos vueltas, se celebrarán bajo la amenaza de atentados y sospechas de fraude y serán una prueba esencial sobre la capacidad de los afganos de construir un Estado legítimo y eficiente.
Constituirán de hecho el primer traspaso de poder por vía democrática, dado que Karzai había ganado las dos únicas elecciones realizadas hasta ahora y su retiro obedece a la imposibilidad constitucional de presentarse a un tercer mandato.
Su reelección en 2009 se vio empañada por una ola de atentados y por fraudes masivos. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, expresó que estas elecciones marcarán una “transición histórica hacia la democracia” y “un punto de inflexión después de más de una década de lucha y sacrificio”.
A los comicios se presentarán 8 candidatos, aunque solo 3 tienen las posibilidades de ganar: el excanciller Zalmai Rasul, considerado como el candidato del poder actual; Ashraf Ghani, un reputado economista; y Abdula Abdula, que fue derrotado por Karzai en 2009.
Los sondeos los presentan emparejados, lo que aumentan los temores de fraude y de un nuevo período de inestabilidad. Unos 3,8 millones de nuevos electores -entre ellos 1,3 millones de mujeres- se han inscrito para estos comicios. La eventual segunda vuelta se realizará en mayo si ninguno supera el 50% de los votos. El vencedor iniciará su mandato en agosto.
“No hay personalidades neutrales capaces de determinar quién ha cometido fraude y quién no. La presencia internacional se ha reducido sustancialmente”, lamentó el especialista en cuestiones afganas y paquistaníes Ahmed Rashid.
“El retiro de las tropas estadounidenses en este momento es un desastre, porque la total responsabilidad de la seguridad recae sobre los afganos”, agregó Rashid.
No obstante, el candidato vencedor se enfrentará a la imperiosa necesidad de evitar una nueva guerra civil y de manejar un país en el que la democracia está lejos de haberse consolidado. “El reto que plantean estos comicios tiene mucho que ver con lo que pasará entre la votación y la toma de poder del nuevo Gobierno, que será en unos cuantos meses”, dijo el experto italiano Fabrizio Foschini, miembro de la Red de Analistas de Afganistán.
Desde Washington, una analista del conocido instituto de estudios Brookings, Vanda Felbab-Brown, coincidió con Foschini en un reciente artículo y afirmó que la aceptación del resultado es tan importante para el futuro del país como las cuestiones relativas a la seguridad.
Los talibanes, por su lado, advirtieron a la población que no participen en las elecciones, especialmente en las zonas rurales. Además, lanzaron una advertencia el miércoles, último día de la campaña, con un nuevo atentado suicida que mató a seis policías frente al Ministerio del Interior en Kabul.
“Los talibanes son serios cuando prometen perturbar la votación. Los habitantes de las zonas urbanas están decididos a votar. En las zonas rurales del sur y del este la situación es diferente, dado que los talibanes allí tienen fuerza y la participación podría ser débil”, apuntó Abdul Waheed Wafa, analista y director del Centro Afganistán.
El Ministerio de Defensa anunció el despliegue de 95.000 soldados y 48.000 policías en el país para proteger los comicios.