El fiscal general norteamericano trabaja bajo las órdenes directas del presidente del país
Las torturas de EE.UU. quedarán impunes
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió a Estados Unidos investigar y juzgar a los responsables de torturas en la agencia de inteligencia CIA, pero esa solicitud probablemente solo quede en un enunciado porque el país no es signatario del Pacto de San José.
Como Washington no ha ratificado este acuerdo, no puede ser llevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH). Tampoco puede ser juzgado por otros tribunales, como la Corte Internacional de La Haya, ya que no firmó el Estatuto de Roma que da validez a ese organismo.
La CIDH, órgano autónomo de la Organización de Estados Americanos, llamó a Estados Unidos a que “lleve a cabo una investigación completa orientada a aclarar los hechos, juzgar y sancionar a todas las personas bajo su jurisdicción responsables de actos de tortura”. “La ausencia de castigos alienta prácticas que merman el respeto por la integridad y la dignidad humanas”, indicó la Comisión en un comunicado.
La única salida sería que dentro de Estados Unidos se inicie un proceso judicial, pero el propio Obama ya dijo que este es un asunto cerrado. De hecho, el director de la CIA, John Brennan, reconoció el jueves que algunos de sus agentes habían utilizado métodos de interrogatorio “detestables” después de los atentados del 11 de septiembre, pero defendió el trabajo de la agencia en un período marcado por el miedo a “otros ataques terroristas”.
Y Robert James Woolsey, director de la CIA entre 1993 y 1995, dijo que el ahogamiento “no provoca secuelas permanentes como otras formas de tortura”, como “arrancar las uñas”. Consultado si aplicaría esta tortura a los arquitectos del 11-S, respondió con un sí.
Pese a los reconocimientos, ningún fiscal estadounidense ha abierto alguna causa. En ese país, el fiscal general trabaja bajo las órdenes directas del Presidente. Con todos estos antecedentes, el caso de las torturas probablemente quede en la impunidad y el pedido de la CIDH en un enunciado. Habrá que ver si en el siguiente período de sesiones los comisiones organizan una audiencia temática para analizar el caso.
El reporte de la Comisión de Inteligencia del Senado estadounidense, publicado el martes pasado, describe la brutalidad e ineficacia de interrogatorios a decenas de detenidos en prisiones secretas de la CIA.
Según el documento de miles de páginas, los detenidos fueron torturados durante días en la oscuridad, colgados de las manos, privados del sueño o alimentados a la fuerza vía rectal. Y en ese marco siguen apareciendo nuevos testimonios.
Moazzam Begg, exprisionero de Bagram y Guantánamo, describió el infierno que pasó cuando estaba en manos de los estadounidenses.
“Tenía las manos atadas a las piernas por detrás de mi espalda mientras ellos me pinchaban y me golpeaban; me cubrieron la cabeza con una capucha y una mujer estaba gritando en otra habitación. Me decían que la que estaba gritando era mi mujer y que, si no colaboraba con ellos, la matarían. Así me hicieron ‘colaborar’ y me obligaron a hacerles un retrato robot de una persona que apenas conocía”, recordó el exrecluso.
Moazzam Begg fue puesto en libertad sin que se le presentara ninguna denuncia después de 3 años de prisión.
DATOS
La CIA dijo que el Irak de Saddam Hussein participó en el 11-S. Ahora se sabe que eso fue mentira, pero hay otros casos que recoge la historia.
EE.UU. utilizó como justificación para intervenir en la guerra civil de Vietnam un presunto ataque a las naves militares estadounidenses que navegaban en la zona. Pocos años después, en medio del conflicto bélico, un exfuncionario del Pentágono revelaría la falsedad de esa información.
A principios de 1990, una enfermera kuwaití afirmó que soldados iraquíes mataron a 300 recién nacidos. La historia fue utilizada como pretexto en la Guerra del Golfo. Todo fue un montaje.