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“la riqueza pauperiza”, exclamó el primer pontífice latinoamericano

“Las discusiones en la Iglesia son esperables y, hasta me animo a decir, necesarias”

Ayer el Papa se trasladó a Holguín, considerada la ciudad cuna del cristianismo en Cuba. Allí recorrió las calles a bordo del papamóvil y saludó a los residentes. Foto: AFP
Ayer el Papa se trasladó a Holguín, considerada la ciudad cuna del cristianismo en Cuba. Allí recorrió las calles a bordo del papamóvil y saludó a los residentes. Foto: AFP
22 de septiembre de 2015 - 00:00 - Agencias AFP y ACI Prensa

La pobreza es para los religiosos “el muro y la madre” contra la mundanidad, afirmó la noche del domingo el papa Francisco al hablar con vehemencia en la Catedral de La Habana, y pidió a los fieles “que jamás se cansen de perdonar”.      

“Ustedes sacerdotes, consagrados, consagradas, creo que les puede servir, lo que decía San Ignacio, y esto no es propaganda publicitaria de familia no... pero él decía que la pobreza era el muro y la madre de la vida consagrada; era la madre porque engendraba más confianza en Dios y era el muro porque la protegía de toda mundanidad”, explicó.

“La riqueza pauperiza”, criticó el papa argentino, con una expresión seria y de exasperación, ante varios cientos de religiosos, monjas, sacerdotes y seminaristas cubanos. Antes había entregado al cardenal cubano, Jaime Ortega, el texto que estaba leyendo, y le pidió difundirlo después.

Con el rostro enrojecido debido al calor húmedo, la expresión particularmente tensa e indignada, Jorge Bergoglio lanzó una acusación sobre las deficiencias de las instituciones de las iglesias ricas, preocupadas sobre todo por la economía y la buena gestión, cuyos miembros pueden “terminar mal y de manera mediocre” si se olvidan de los “más pequeños, los más abandonados, los más enfermos”.

“Amen la pobreza como a madre, y simplemente les sugiero si alguno de ustedes tiene ganas de preguntarse cómo está mi espíritu de pobreza, cómo está mi despojo interior, creo que puede hacer bien a nuestra vida consagrada, a nuestra vida presbiteral, después de todo no nos olvidemos que es la primera de las Bienaventuranzas: “Felices los pobres de espíritu”, los que no están apegados a las riquezas, a los poderes de este mundo”, llamó el Pontífice.

“Por favor, no te canses de perdonar, no le tengas miedo a la misericordia”, añadió el Pontífice, que se apresta a iniciar en diciembre un Año Santo de la misericordia en el mundo.

En su prédica improvisada, pero que ha validado anteriormente, el Papa sostuvo que el conflicto es “deseable” e incluso “necesario” en la Iglesia.     

A dos semanas de un sínodo dedicado a la familia que levanta conflictos internos agudos y puñaladas por la espalda entre los cardenales, Francisco pidió una Iglesia con diferentes carismas, “en la que todo el mundo no diga lo mismo”.

“Que podamos ser prójimos, estar cerca, con nuestras diferencias, manías, estilos, pero cerca. Con nuestras discusiones, peleas, hablando de frente y no por detrás. Que seamos pastores prójimos a nuestro pueblo, que nos dejemos cuestionar, interrogar por nuestra gente”, clamó.

“Los conflictos, las discusiones en la Iglesia son esperables y, hasta me animo a decir, necesarias. Signo de que la Iglesia está viva y el Espíritu sigue actuando, la sigue dinamizando”, agregó.

“¡Ay de esas comunidades donde no hay un sí o un no! Son como esos matrimonios donde ya no discuten porque se ha perdido el interés, se ha perdido el amor”, fustigó.

Antes de viajar a Holguín, el papa Francisco visitó a Fidel Castro, con quien intercambió libros y discos. Foto: AFP

También se refirió a las monjas. “A vos te mandaron donde no querías ir y lloraste, lloraste porque no te gustaba, lo cual no quiere decir que seas una monja llorona, no, Dios nos libre de las monjas lloronas que siempre se están lamentando, eso no es mío, eso lo decía Santa Teresa ¿eh? a sus monjas, es de ella, “Guay de aquellas monjas que andan todo el día lamentándose porque me hicieron una injusticia”. En el lenguaje castellano de la época decía guay de la monja que anda diciendo: “Hiciéronme sin razón”. Vos lloraste porque eras joven, tenías otras ilusiones, pensabas quizás que un colegio, podías hacer más cosas, que podías organizar futuros para la juventud, te mandaron ahí, casa de misericordia, donde la ternura y la misericordia del Padre se hace más patente, donde la ternura y la misericordia de Dios se hace caricia”.

Para los sacerdotes también hubo recomendaciones. “Por favor, a los sacerdotes, no se cansen de perdonar, sean perdonadores, no se cansen de perdonar como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. Así como esta monja y todas las que están en su mismo trabajo no se ponen furiosas cuando encuentran al enfermo sucio, mal... sino que lo sirven, lo limpian, lo cuidan, así tú cuando te llega el penitente no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes”.

“Hermano sacerdote, hermano obispo, no le tengas miedo a la misericordia, deja que fluya por tus manos y por tu abrazo de perdón. Porque ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús. Esto es lo que se me ocurre decir después de haber escuchado a estos dos profetas”, concluyó el Papa en un improvisado discurso porque el que tenía se lo dio a sus acompañantes para que lo difundieran posteriormente. (I)

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