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La vida vuelve a llenar Las Ramblas de Barcelona, un kilómetro de consuelo

Al sitio arribaron los reyes de España.
Al sitio arribaron los reyes de España.
Foto: AFP
19 de agosto de 2017 - 16:07 - AFP

Una vez más, Las Ramblas de Barcelona se llenaron de flores y de aplausos: lo que el jueves era duelo, este sábado era un kilómetro abarrotado de gente, a la que se sumó el rey Felipe con un homenaje.

En medio de un concierto de bocinas y de globos, varios taxistas desfilaron por el bulevar a la caída de la tarde, con un crespón negro en su antena y el eslogan "no tenemos miedo" luciendo en las ventanas.

El paquistaní Hussein Nassam, de 44 años, depositó con otros compañeros una corona de flores en nombre de los "taxis musulmanes" en la entrada de la famosa vía barcelonesa.

A lo largo de los 500 metros recorridos por la furgoneta que el jueves mató a 13 personas, no dejaron de aparecer "altares" improvisados en memoria de las víctimas.
En algunos pueden leerse las palabras "Juntos, diferentes, paz", en medio de velas, peluches y textos manuscritos. "Las Ramblas lloran pero están vivas", resume un letrero.

La gente vuelve a comer gofres, helados y paella a todas horas, y en los locales se bebe de todo. El bar Boada anuncia sobre la barra su "cóctel del día: Hope and Love" (esperanza y amor, en inglés).

Casi todos los comercios han reabierto y algunos apenas cerraron. El Café de la Ópera (fundado en 1928) permaneció cerrado apenas tres horas el día del ataque, y porque la policía les obligó, cuenta Andreu Ros, de 46 años, hijo de la propietaria.

"Esperamos que la ciudad siga igual de acogedora" que siempre, dice Andreu entre las paredes que vieron pasar a escritores como el barcelonés Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) o el británico George Orwell (1903-1950), que luchó del lado republicano durante la Guerra Civil española de 1936-1939 y se alojó en las mismas Ramblas.

Las Ramblas de la capital catalana tienen un alto valor simbólico.

Allí se produjo la primera manifestación de homosexuales en España hace 40 años. En ellas está también la fuente de Canaletas, donde los jugadores y aficionados del Barça celebran sus triunfos, y que ahora se ha transformado en un "altar" dedicado a la memoria de las víctimas del atentado.

En la entrada del mercado de la Boquería, de un lado de Las Ramblas, se encuentra Félix Ribas, de 60 años, entre los jamones y chorizos que vende desde que tenía 17 años.

"Trabajamos bien, como si no hubiera pasado nada", aunque "sí que estamos incómodos por lo que vimos...". El jueves, "tres turistas se refugiaron dentro de mi local, debajo, escondidos. Un italiano de 28 años lloraba porque no sabía dónde estaban su mujer y sus niños", recuerda.

Sobre las siete de la tarde, el rey de España Felipe VI y la reina Letizia vinieron a depositar una corona de flores en el mosaico de Miró, justo donde la camioneta blanca terminó su macabro recorrido.

Algunos rumian cierto "sentimiento de revancha", como José Luis, un barcelonés de 76 años, que acaba de hacer sus compras en un supermercado de las Ramblas. Los yihadistas "nos han destrozado el corazón", dice.

No obstante, domina la necesidad de una especie de comunión -religiosa o laica-, como es el caso de Isabella Koch, una estudiante danesa veinteañera que vino aquí el viernes para rezar.

El difunto escritor barcelonés Juan Goytisolo, que vivió los últimos años de su vida en Marrakech, decía ser "nacionalista de Las Ramblas, con todos los idiomas y culturas", recordó el diario catalán La Vanguardia.

El diario citaba también al poeta granadino Federico García Lorca, asesinado en 1936 al poco de estallar la Guerra Civil, que describía Las Ramblas como "la calle más alegre del mundo", "la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara nunca". (I)

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