El recurso a la tortura aumenta en Afganistán en el marco de la lucha contra los insurgentes y se extiende también a los menores detenidos, según un informe de la ONU publicado este lunes en Kabul y Ginebra.

La situación de Afganistán deberá ser examinada este lunes y martes en Ginebra por los expertos de la Convención contra la tortura, que el país ratificó en 1987.

Entre los 469 detenidos interrogados por los investigadores, "el 39% ha proporcionado relatos creíbles y fiables de torturas y otras formas de tratos inhumanos y degradantes durante la detención", según el informe. Un tercio de ellos, el 31%, ha contado "haber sido torturado en varios centros de detención".

"Estos datos están aumentando en comparación con los del último informe de 2015, en el que el 35% de los detenidos afirmaron haber sido torturados", apuntan los autores, quienes lamentan la ausencia de persecuciones y sanciones.

La investigación de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (MANUA) y de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos, se basa en 469 entrevistas con los detenidos entre el 1 de enero de 2015 y el 31 de diciembre de 2016.

La MANUA está "particularmente alarmada" por el nivel de tortura practicada en los locales de la policía nacional (ANP), "en aumento desde 2010", fecha en la que este organismo de la ONU empezó a vigilar los centros de detención.

La policía está acusada en casi la mitad (45%) de los casos registrados por los investigadores, según la MANUA.

El informe documenta también los casos de tortura a niños y niñas. De los 85 menores detenidos e interrogados, 38 (un 45%) se han referido a torturas creíbles y malos tratos.

La ONU cita golpes con palos, tubos y cables, descargas eléctricas, quemaduras de cigarros en las plantas de los pies y los genitales, simulacros de ahogamientos, así como violaciones y agresiones sexuales. (I)