La sangre de Juan Pablo II consuela a las víctimas del conflicto de Colombia
Una gota de sangre del beato Juan Pablo II, protegida en una cápsula de vidrio e incrustada en una pequeña estructura de bronce, trasladó hoy un mensaje de consuelo a los miles de fieles y víctimas del conflicto colombiano que se congregaron en Bogotá para contemplar la reliquia.
Creyentes colombianos procedentes de todos los puntos cardinales del país se agolparon en la céntrica plaza bogotana de Bolívar para poder entrar en la Catedral Primada y contemplar el relicario exhibido durante la jornada en el altar, ante el que se postraron al menos dos mil personas en un clima de recogimiento.
"Ofrecer nuestro padecimiento a Juan Pablo II nos da calma", dijo a Efe Francisco Javier Cardona, el padre de uno de los jóvenes desaparecidos en el departamento de Antioquia (noreste), quien acudió a Bogotá en romería con al menos otros 35 miembros del grupo "Madres de la Candelaria".
Pero Cardona no sólo dedicó sus plegarias a tan elevada causa, sino que también hizo una petición más pragmática: "que aparezca el otro joven" que acompañaba a su hijo en el autobús del que supuestamente fueron bajados a la fuerza por paramilitares en 1998 y después desaparecieron.
"Le pedimos a la reliquia del santo padre que el muchacho aparezca, vivo o muerto, para que sus papás puedan también recibir sus restos y quedarse más tranquilos", aseguró Cardona.
Otra integrante de las "Madres de la Candelaria" pidió desde el altar de la Catedral Primada el apoyo de todo el país a quienes todavía están sufriendo en el país andino "el flagelo del secuestro y la desaparición forzada" y exigió que no haya "ni una víctima más".
El custodio de la reliquia, el prelado polaco monseñor Slawomir Oder, reflexionó ante los fieles sobre el sentido del sufrimiento de Juan Pablo II, quien el 13 de mayo de 1981 estuvo a punto de morir tiroteado en la plaza de San Pedro del Vaticano por el turco ultraderechista Mehmet Alí Agca.
Monseñor Oder puso como ejemplo de sanación el encuentro entre el pontífice y Agca en 1983, tras el que el entonces papa apretó la mano de su agresor como gesto de perdón, el único camino que para Karol Wojtila conducía hacia la paz y que en Colombia puede poner fin a medio siglo de violencia.
La catedral fue el escenario también de un oficio mariano, una ofrenda de las víctimas al relicario y una homilía que presidieron la alta jerarquía de la iglesia Católica en Colombia y la primera dama, María Clemencia Rodríguez de Santos.
Por el templo desfilaron caras conocidas como la de la excandidata a la Vicepresidencia de Colombia y exrehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Clara Rojas, liberada en 2008 tras pasar seis años en cautiverio.
También presenciaron las actividades algunos familiares de los cuatro uniformados que, al cabo de más de doce años de secuestro, esa guerrilla ejecutó el pasado noviembre en el marco de un operativo militar, así como los seres queridos de algunos policías y militares que permanecen en las selvas colombianas.
Los afectados por la desaparición, que según cifras del Registro Nacional de Desaparecidos compromete en Colombia a 62.000 personas, de ellas más de 16.000 de manera forzada, tuvieron una nutrida representación entre los asistentes, que reclamaban conocer el mínimo dato de sus seres queridos, ausentes desde hace años.
Algunos redactaron peticiones y las introdujeron en una urna que será enviada a Roma, de vuelta con la reliquia del beato, canonizado por el actual pontífice, Benedicto XVI, en mayo de 2011.
Las gotas de sangre del beato Juan Pablo II fueron extraídas durante unos exámenes médicos que le practicaron antes de su muerte en 2005.
Esta reliquia proseguirá su gira el sábado en la Iglesia María Reina del barrio bogotano de Santa Fe y el domingo en Cartago, en el departamento del Valle del Cauca (suroeste).