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Entrevista / Ariel Alejandro Goldstein / Sociólogo Argentino y Becario del Conicet en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC)

La oposición tiene espacio en los medios pero no puede derrotar al PT en las urnas (Enlace)

Foto: Cortesía
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06 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Mundo

Ariel Goldstein reconoce la influencia mediática de uno de los líderes políticos más importantes que ha tenido Brasil: Luis Ignácio Lula da Silva, y lo muestra en el libro ‘De la expectativa a la confrontación: O Estado de S. Paulo durante el primer gobierno de Lula da Silva’, que ha publicado.

El sociólogo, que es argentino de nacimiento pero brasileño por opción académica, investigó los archivos del antiguo y tradicional periódico brasileño O Estado de S. Paulo para examinar su posición editorial en el primer mandato presidencial (2003-2006) de Lula y su campaña por la reelección en 2006.

En su análisis concluye que el ascenso al poder del exsindicalista, que representaba a la clase trabajadora, fue posible porque él y el Partido de los Trabajadores (PT) montaron una estrategia para neutralizar a la prensa conservadora, dominada por las élites económicas que trataban de desprestigiarlo. ¿Por qué toma como referencia el primer mandato de Lula para examinar el comportamiento de la prensa conservadora brasileña?

Analicé uno de los periódicos más tradicionales de Brasil, como es el  diario O Estado de S. Paulo, que está ligado a los acontecimientos políticos del país. El medio pertenece a la familia Mesquita, que tuvo injerencia en la historia política del país armando conspiraciones como es el golpe contra Joao Goulart (1964). De este modo, me interesaba comprender cómo este periódico se posicionaba frente a lo que llamo una democratización social del poder político, lo que para mí significa el acceso a la presidencia de Lula en el año 2002, un obrero proveniente del nordeste, de origen popular, del PT de centroizquierda, que llegó a hacer reformas sociales. Analizo cómo un diario tradicional y conservador, representante de esta visión de las élites del país, se posiciona editorialmente frente a este proceso de cambios que emprenden Lula y el PT.

¿Cómo se desarrolló la cobertura de este medio durante la campaña de Lula en esa época?

Hay un acontecimiento importante en el primer gobierno de Lula que es el escándalo del caso ‘mensalão’, que tiene que ver con una serie de denuncias que surgen desde las propias bases del gobierno. Roberto  Jefferson, que era un diputado de un partido aliado al gobierno (PDT), denunció que el régimen le pagaba una mensualidad para que vote a favor de los proyectos oficialistas. Este hecho nunca fue del todo comprobado, sin embargo, esta acusación tuvo fuerza y se convirtió en un escándalo político mediático.

Cuando Lula inicia su campaña electoral lanza la Carta al Pueblo Brasileño, en la que indica que seguirá los lineamientos de Fernando Enrique Cardoso. Entonces el diario O Estado de S. Paulo lo describió no como el político ideológico del pasado, sino como un dirigente “pragmático”, criticando a los “radicales de izquierda” que estarían en el partido. Después del escándalo ‘mensalão’, Lula recurre a los movimientos sociales y a los discursos populares en distintos puntos del país para sobrellevar las críticas de la oposición. Entonces el diario dice que el gobierno de Lula es un “populismo chavista” para desacreditarlo y presentarlo como una amenaza radical al sistema político. Esto nos conduce a una cuestión importante, que es el conservadurismo de las élites en Brasil. Estas no son capaces de pensar en las reformas y aspiraciones sociales como inherentes al propio sistema, sino que cada vez que se intentan reformas sociales las perciben como una amenaza al orden impuesto que va a destruir los cimientos de la nación.

¿Entonces el diario abrió espacio a la confrontación con el gobierno de Lula?

Sí, mientras Lula se mantenía como un líder moderado, pragmático, capaz de conservar el status quo en el gobierno, ellos lo toleraban. Pero cuando se rebela y convoca a distintos sectores populares, el diario comienza a confrontar a su administración.

¿Cuál era el temor de los sectores conservadores frente a Lula como figura política?

Creo que Lula representa algo especial en Brasil porque es un líder carismático y llega a los sectores populares. De hecho lo que se llama ‘lulismo’ logró votos en sectores que nunca se habían registrado, como el nordeste que siempre había sido un bastión de los partidos conservadores, por ejemplo el  Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Sin embargo, el gobierno de Lula llegó al nordeste a través de políticas como el programa Bolsa Familia, aunque el diario decía que el programa no sacaría de la pobreza a la gente, sino que solo servía para reproducir su condición. Pero los sectores populares no opinan lo mismo y se sienten identificados con alguien de su misma condición social como Lula.

¿Considera que ahora el ataque mediático es dirigido a la presidenta Dilma Rousseff con el caso de Petrobras?

Seguramente sí, obviamente ha ido cambiando el contexto político. Esto fue evidente en las elecciones de 2014 cuando la revista de oposición Veja, que debía salir un domingo, adelantó su publicación con una portada que decía que Lula y Dilma sabían sobre el escándalo de Petrobras, basándose en la  declaración de un empresario involucrado en este caso de corrupción, sin comprobación de fuentes ni objetividad. Había una intención política de influir en la campaña electoral, lo que demuestra que en varios medios importantes brasileños predomina la línea antipetista, contra el gobierno. Y la corrupción se ha convertido en un discurso que hace mella en la clase media alta de Brasil, donde los líderes opositores construyen un espacio que aprovechan, pero que aún no les permite derrotar el gobierno del PT en las elecciones.

¿Qué representa el PT en Brasil?

Es una experiencia única porque en las fuerzas políticas latinoamericanas progresistas o de izquierda que llegaron al gobierno en este último siglo el Partido de los Trabajadores tiene una historia fuerte con tres ejes: Uno es el sindicalismo del cual viene Lula, otro las comunidades eclesiásticas y el tercero, los intelectuales paulistas. El PT posee una estrategia que le permitió llegar al poder y mantenerse durante 12 años, que en un país como Brasil es difícil. La fuerza y democracia interna que tiene este partido es una experiencia inédita en la historia latinoamericana.

¿Cómo influye la prensa en los sectores de la clase media de Brasil?

La gran prensa está concentrada en Río de Janeiro y Sao Paulo, donde más circula. Me parece que el nexo más importante entre la crítica contra el gobierno de algunos medios y la población de sectores medios altos tiene que ver con el tema de la corrupción, ya que a través de este buscan el desprecio o el rechazo hacia el gobierno, eso lo vemos en los casos ‘mensalão’ y Petrobras.

¿Estima que hay medios brasileños que manipulan la información para volcar a la población contra el gobierno?

Hay un proceso importante en Brasil que ha sacado a 40 millones de personas de la pobreza extrema y hoy llegan a lo que llaman la clase C, es un ascenso social que involucra una serie de reglamentaciones en favor de los sectores que estaban desprotegidos, como el servicio doméstico. Estas cosas irritan a los sectores medios y altos tradicionales del país. El diario O Estado de S. Paulo describe a Lula como un caudillo manipulador y afirma que solo los ignorantes o los menos informados votan a favor del PT.

Ahora el gobierno de Dilma habla de una ley de medios de comunicación. ¿Es viable regularlos?

Evidentemente es difícil regular los medios en Brasil. En la transición democrática, el gobierno de José Sarney (1985-90) otorgó muchas licencias de radiodifusión a élites políticas regionales, o sea que es difícil afectar esos intereses creados. El poder real es la TV, como la cadena Globo que tiene millones de televidentes. Lo cierto es que Lula confrontó a los medios en cierta ocasión, pero a la vez nunca concretó una ley de medios. En cambio, Dilma ironizó una vez que la mejor manera de regular a los medios era el control remoto, pero después de la campaña seguramente se dio cuenta de que es necesario hacer una reforma de este tipo. Ahora que se haya dado cuenta, no significa que la hará, porque hay obstáculos para que esto se realice.

¿Cree que se debe aplicar un modelo como el de Argentina o de Ecuador?

Creo que cada país debe adecuar su propia legislación porque las condiciones son distintas. Me parece que el mejor modelo es el de Argentina porque regula la concentración de la propiedad, pero no los contenidos. El principio de la libertad de expresión no tiene que ser afectado. Estimo que una ley en ese sentido estaría bien en Brasil.

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