La oposición argentina se paraliza contra el régimen
Buenos Aires.-
Una huelga general de las centrales gremiales en contra de la presidenta argentina, Cristina Fernández, generó ayer serias dificultades en el transporte urbano y aéreo. Los hospitales públicos atendieron solo en urgencias, las estaciones de combustible quedaron cerradas, los bancos inoperantes y más de 160 piquetes cortaron el tráfico en las principales carreteras y avenidas.
El Gobierno argentino arremetió contra el paro. “Esto es un piquetazo. No hay huelga. Una huelga es cuando los obreros y los empleados deciden no acudir a sus lugares de trabajo”, declaró el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
Para el Ejecutivo de Fernández, los piquetes sindicales “han mostrado su peor cara, con cortes en los accesos y las vías, con amenazas a comerciantes. Nada bueno puede salir de un paro como éste”, dijo a su vez el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quien insistió en que “pueden ejercer su derecho a reclamar y a la huelga, pero lo que no pueden hacer es impedir que el resto de los argentinos vayan a trabajar”.
En tanto el secretario general de uno de los convocantes, la Central Obrera de Trabajadores de Argentina (CTA), Pablo Micheli, criticó que el Gobierno hable de “ese concepto neoliberal que es la libertad de trabajo, cuando la verdadera libertad de trabajo es trabajar en blanco, con un salario digno”.
En un mitin en uno de los accesos a Buenos Aires bloqueados por los sindicatos, Micheli calificó de “éxito” la huelga nacional e instó a la presidenta, Cristina Fernández, a acercarse a “todos los puntos donde hay trabajadores y va a encontrar que están desiertos como si fuera un domingo”.
El paro sindical se realizó 13 días después de una multitudinaria movilización con mayoritaria participación de sectores de clase media en rechazo a los planes de una segunda reelección de la presidenta y contra la inseguridad, entre otros puntos.
La protesta laboral en reclamo de la reducción de un impuesto que grava al salario, paralizó el servicio de trenes, que desplaza a cientos de miles de pasajeros desde la poblada periferia hasta Buenos Aires, así como a una de las siete líneas del metro capitalino y algunas rutas del servicio de autobuses urbanos.
Todos los vuelos en el aeropuerto metropolitano “Jorge Newbery”, de servicio de cabotaje y países limítrofes, fueron suspendidos ayer por el paro, mientras la empresa chilena Lan informó que resolvió cancelar todos sus vuelos en Argentina y siete regionales hacia y desde las ciudades de San Pablo (Brasil), Lima (Perú) y Santiago de Chile.
Los sindicatos exigen un aumento del salario mínimo, una modificación impositiva, mejoras en las pensiones y el giro a las obras sociales manejadas por los sindicatos de cerca de 20.000 millones de pesos ($4.200 millones) retenidos a los trabajadores de sus salarios para gastos de salud.
El paro fue convocado por un sector de la dividida central sindical peronista CGT, encabezada por Hugo Moyano, líder del poderoso gremio de los camioneros -y aliado hasta 2011 de la presidenta Kirchner- y por una corriente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que nuclea a trabajadores estatales.
La presidenta argentina colgó en su perfil de Facebook fragmentos de un discurso pronunciado el lunes en el que insistió en convocar a los trabajadores a un “ejercicio de responsabilidad”.
En el transcurso de la huelga, el Gobierno reveló que Fernández percibió este mes un sueldo bruto de 64 mil pesos ($ 13.600), un aumento de 28%, lo que avivó más la polémica sobre el salario de la mandataria.