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Entrevista / Marco Albuja / Representante de ecuador ante la OEA

“La OEA debe unirse a la Celac y Unasur para sobrevivir”

Foto: Archivo/ El Telégrafo
Foto: Archivo/ El Telégrafo
09 de marzo de 2015 - 00:00 - Por Juan Manuel Karg, especial para EL TELÉGRAFO

Marco Albuja es el representante de Ecuador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y una de las personalidades más destacadas de las relaciones internacionales del gobierno de Rafael Correa, y un estrecho colaborador del canciller Ricardo Patiño. En esta entrevista, detalla los desafíos de Ecuador en materia diplomática para este 2015; y analiza la próxima elección de Secretario General de ese organismo, entre otros puntos.

¿Cómo piensa Ecuador este año en cuanto a la diplomacia regional, visto y considerando que conducirá la Celac y además tiene la responsabilidad de la sede física de Unasur en Quito?

Hay unas líneas muy claras que el presidente Rafael Correa puso a principios de año para la conducción de la política internacional. Hay metas, hay objetivos; todo está en el marco del Plan del Buen Vivir, que es para nosotros el Plan Nacional de Desarrollo, y la cancillería está ejecutando esto. No se trata únicamente del reforzamiento de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), de construir la institucionalidad de Unasur –no es solamente el edificio, es cimentar la representación de las doce naciones– en Quito. También lo encomendado a Ricardo Patiño, y por lo tanto nuestra tarea, es la venta de la imagen del país en el exterior: estamos frente a un cambio de matriz energética y productiva, asumiendo que el petróleo debe dejar de ser tan importante para el mundo. Ahí aparece fuerte el tema del turismo como fuente de ingreso para nosotros. Tenemos a todo el servicio exterior ecuatoriano abocado a ello.

Además, nuestro futuro está en la ciencia, la tecnología, la innovación entonces el Ecuador se empeña en educación de máxima calidad. Necesitamos avanzar hacia la venta de servicios al mundo desde nuestro país. Estos 2 temas son prioritarios para la política exterior del Ecuador. En lo multilateral, desde luego que el tema de Celac es lo primero. Los compañeros Correa y Patiño plantearon objetivos y metas muy ambiciosos: la disminución de la pobreza extrema; la reducción de la brecha en la repartición de recursos; ciencia y tecnología; educación; democracia y derechos humanos; seguridad integral. Pero esos temas en la Celac, a diferencia de lo que pasa en la OEA, tienen hoy una hoja de ruta, con reuniones programadas y control de avance. Hacia eso está abocado el canciller Patiño. Ya inició el acompañamiento de Cepal-ONU.

Se debate en la OEA la elección de un nuevo Secretario General. El uruguayo Almagro llega como único candidato al momento, con apoyos crecientes. ¿Puede cambiar el organismo una vez que se elija al reemplazante de José Miguel Insulza? ¿Qué podría aportar Almagro?

Almagro ya tiene, y lo podemos decir, 20 votos públicos y oficiales. Hay 6 Estados que han ofrecido su voto, pero aún no lo han hecho público –sea a través de una nota verbal o por declaraciones de sus cancilleres–. Si se concretan, eso daría 26 votos. Esperamos que esta sea una candidatura de consenso: los 8 votos que faltan creemos que podrían llegar hasta el 18 de marzo.

Esperamos que Almagro se ubique dentro del contexto histórico que se está viviendo en la OEA: un organismo casi moribundo, o por lo menos muy debilitado, con mucha mala fama. Y además, que este me parece el problema principal, con un divorcio total y absoluto entre la ciudadanía de las américas y la organización. Si preguntas en cualquier provincia de Argentina, por ejemplo, en la calle: “¿Qué es la OEA y para qué sirve?”, probablemente te van a decir que no tienen ni la más remota idea.

La OEA en su momento sirvió para la promoción de los intereses geopolíticos de EE.UU., sirvió para la represión o para tapar la represión; y luego, por tratar de olvidar ese pasado. Y para las generaciones que estamos en ese intermedio –desde los 25 a los 50 años–, ya la OEA no significa nada. No tuvo una presencia, por lo menos decorosa, en la vida de los ciudadanos. Esperamos que eso cambie con Almagro: él entendió el mensaje, por ser parte de esa generación; viene con una idea distinta a la de Insulza; debe ser un líder que comience a promocionar la OEA con hechos.

El plan de trabajo de Almagro es un plan que calificaría como ‘humano’: está concentrado en el ser humano, y en cómo avanzar en el desarrollo, la salud y la educación, la seguridad y la paz, la estabilidad económica y social, y los derechos humanos. Propone programas y proyectos que se pueden ‘aterrizar’: es decir, no son excesivamente ambiciosos, pero son viables.

Es la última esperanza para tener una OEA que funcione. La otra característica de Almagro que ha gustado mucho es que habla de la complementariedad con Unasur, Mercosur, Sica (Sistema de la Integración Centroamericana), Caricom (Comunidad del Caribe) y Celac; no se trata de pelear espacios de poder, ni siquiera espacios de desarrollo. La OEA debe cumplir su parte, y el resto de las tareas ser emprendidas desde esos otros espacios.

¿Cómo se da la complementación de la OEA con la Celac, si son vistas como ‘lo viejo’ y ‘lo nuevo’?

Los 33 países de la Celac hacen mayoría total en la OEA. Es decir: si hay una reunión de la Celac, pueden mandatar algo, y con 32 –Cuba no está activa en la OEA– tiene igualmente mayoría total de los 34 votos que tiene la Organización. La OEA también es lo que aquí en Washington los representantes entienden. Y me parece que ahí hay una desconexión. Porque muchas veces los presidentes mandatan en la Celac algo, luego vienen algunos representantes con un discurso totalmente distinto del que aprobaron sus presidentes.

Y esto no es culpa de los representantes: las instrucciones que desde la capital generan las cancillerías muchas veces no son suficientemente claras y acordes con lo que ya sus presidentes o cancilleres dijeron en foros como la Celac o Unasur, esta distorsión es consecuencia de que la OEA no es una prioridad en nuestros países.

Ahora, el hecho de tener un canciller que vivió ese proceso es importante. Almagro viene de la creación de la Unasur y de la Celac. Además, es una de las cabezas para el diálogo Celac-Unión Europea; Unasur-Unión Europea; y acercamientos con Asia y África. Él ya vivió esos procesos, entonces viene con esa nueva experiencia para decir: “momento, la OEA puede ahora tener una complementariedad que no tenía antes”. Pero para eso hay que unificar los discursos y los deseos. Creo que Almagro tiene claridad absoluta sobre este problema.

Luego de la expulsión de Cuba de la OEA en 1962, la de abril en Panamá será la primer Cumbre de las Américas en la cual la isla participe. ¿Podría significar esto un retorno de Cuba a la OEA? ¿O la isla preferirá seguir participando de las otras instancias, como Celac y la Alba?

El sistema interamericano en su momento debió haber sido el más grande y poderoso del planeta. Fue concebido, ya desde Bolívar en el Congreso de Panamá, como un todo. Muchas de las partes que Bolívar planteó no llegaron a buen término. Él pensaba en una Corte Suprema de Justicia de las Américas, también en un sistema de arbitraje, ninguno se implementó. Recordemos que él nunca quiso que EE.UU. forme parte de ese proyecto general.

Cuba salió del ente político que es la OEA, pero del sistema interamericano no. Si Cuba no quiere regresar a la OEA está bien: fue maltratada, perseguida y humillada. Tengo entendido que la intención de Cuba no es participar en la OEA.

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