La pelea es voto a voto. Se lucha en estudios de televisión, en mítines y giras políticas, con spots publicitarios, carteles y folletería, pero también en las redes sociales, en el transporte público, en cada esquina y hasta casa por casa.

A solo 10 días del histórico balotaje del próximo 22 de noviembre, la juventud “kirchnerista” salió a buscar los votos necesarios que le faltan al candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, en su carrera contra el postulante de la alianza derechista Cambiemos, Mauricio Macri.

Se los puede ver en cualquier esquina de Buenos Aires y también en la periferia. No solo distribuyen folletos que invitan a votar por su candidato, sino que además se animan a más:

¿Tendría cinco minutos para hablar sobre la importancia de la defensa de la industria nacional?, lanzó una pregunta un joven que no llega a los 20 años al corresponsal de EL TELÉGRAFO en una esquina del barrio porteño Villa del Parque.

“¿Usted es consciente de la importancia de defender este proyecto nacional y popular? Un proyecto que privilegia la industria argentina, los derechos de los trabajadores y de los que menos tienen?”, afirma Sebastián, militante del ala juvenil de Nuevo Encuentro, una de las agrupaciones que integran el Frente para la Victoria.

Sebastián está preparado para todo. Para debatir en defensa de sus ideas y para soportar estoicamente algún que otro insulto.

“Corruptos. Son todos corruptos” –le espeta un hombre de 40 años que no acepta siquiera recibir un folleto y menos debatir sobre  el futuro. Los casos de corrupción en el gobierno -con condenas a dos exministros “kirchneristas” y hasta un doble proceso judicial que enfrenta el vicepresidente Amado Boudou- son un escollo difícil de sortear en una esquiva clase media que se está volcando mayoritariamente hacia el candidatos derechista.

La juventud “kirchnerista”, que en el primer momento se mostró reticente con Scioli, entendió que estas elecciones se ganan en la calle. Por ello lanzó una fuerte ofensiva que se palpa en forma cotidiana en las grandes ciudades del país y en cada pueblo del interior, algo que no habían hecho con tanta vehemencia en la primera vuelta del pasado 25 de octubre en contraste con una profusa campaña callejera de Cambiemos.

Rocío tiene 18 años y es estudiante universitaria. Milita en la agrupación peronista Descamisados de la ciudad de Avellaneda, periferia sur de la capital. Se sube a un ómnibus de pasajeros, pide permiso al chofer y lanza su discurso:

“Me da mucho miedo que nuestro próximo presidente sea Mauricio Macri, una persona que en sus ocho años (como jefe de gobierno) en la ciudad cerró centros culturales y escuelas de arte. Soy hija de laburantes (trabajadores). Mi viejo en 2000 se quedó sin trabajo y estuvimos a punto de perder la casa. Y cuando asumió Nestor (Kirchner) mi viejo no solo consiguió trabajo, yo pude comprarme guardapolvo (uniforme escolar) y zapatillas. Más allá de las dudas, el domingo 22 votemos a Scioli”, afirma. Uno de los pasajeros la filmó y subió el video visto por casi medio millón de personas- a las redes sociales.

Pero no es la única. Otros militantes hacen campaña en los trenes suburbanos que a diario acercan a cientos de miles de trabajadores desde las periferias hasta el centro de la capital. “Queremos acercarle la propuesta que tiene nuestro candidato a presidente”, afirma un joven militante en un tren del ramal Belgrano Norte.

La campaña se multiplica en todos los rincones. Los jóvenes militantes también se animan a tocar el  timbre en sus barrios. El discurso es el mismo. Los folletos que dejan en las casas también: “Tus derechos o Macri”. Pero hay otros que no están nucleados en ninguna agrupación y se suman a esta contraofensiva electoral. “Me puse como objetivo convencer a un votante indeciso y ya lo logré. Ahora voy por otro”, dice a EL TELÉGRAFO Aníbal Rossi, en la periferia oeste de la capital.

Según los últimos sondeos, el número de indecisos ronda el 11%. “La campaña de esos simpatizantes inorgánicos es la más efectiva, dice el dirigente Fernando “Chino” Navarro, uno de los jefes del Movimiento Evita. ¿El motivo? “Hablan con los vecinos de su cuadra y son los que tienen más posibilidades de dar vuelta un voto”, sintetiza. (I)