El presidente estadounidense, Donald Trump, respondió al rechazo provocado tanto dentro como fuera de EE.UU. por su anuncio de que “la próxima semana” firmará aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio que importa de China, Alemania, Canadá, México, entre otros países.

Trump insistió ayer en su controvertida defensa de los aranceles a las importaciones para proteger la industria doméstica, pese al rechazo internacional y la preocupación de que se desencadene una guerra comercial.

“Cuando un país (EE.UU.) está perdiendo muchos miles de millones de dólares en comercio con -virtualmente- cada país con el que hace negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, comentó Trump en su cuenta de Twitter como justificación a su posición por el abultado déficit comercial.

“Debemos proteger nuestro país y a nuestros trabajadores (...) Si no tienes acero, no tienes un país!”, sostuvo en otro mensaje en la red social.

El anuncio de la imposición de aranceles lo hizo Trump durante su campaña presidencial y lo volvió a mencionar luego de llegar a la Casa Blanca. Esto generó inquietud entre los legisladores de su propio partido republicano.

En este sentido, el senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, atacó la medida ya que supone “un enorme aumento de impuestos para las familias estadounidenses”, en referencia a la probable alza en los precios de los derivados.

“Esperas esta política tan nociva de un Gobierno izquierdista, no de uno supuestamente republicano”, recalcó Sasse en un comunicado.

Más diplomático, aunque igualmente crítico, fue el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el republicano de mayor rango en el Congreso, quien urgió a Trump a “considerar consecuencias involuntarias de su idea” y analizar “otros enfoques antes de avanzar”.

La comunidad internacional
En el ámbito internacional, el cambio de rumbo de Washington, tradicional defensor del libre comercio y la globalización, también causó alerta.

Roberto Azevêdo,  el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), mostró su “clara preocupación”, a la vez que subrayó que una guerra comercial “no beneficia a nadie”. Mientras que la Comisión Europea anunció que se reunirán el miércoles para analizar las represalias.

Por otra parte, Wall Street cerró el jueves con fuertes pérdidas y el Dow Jones de Industriales bajó el 1,68%, arrastrado por la próxima aplicación de estos aranceles, y hoy abrió de nuevo a la baja, con un descenso del 1,17% poco después de la apertura.

En lo referente a la negativa recepción internacional y de los mercados, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, rechazó que Trump esté preocupado al respecto.

Paradójicamente, el mayor respaldo a las medidas de proteccionismo provino de la oposición demócrata.

“Esta acción debió ser adoptada hace tiempo para las factorías siderúrgicas de Ohio y los trabajadores que viven con el temor de ser las siguiente víctimas de las trampas chinas”, dijo Sherrod Brown, senador demócrata por ese Estado.

Asimismo, desde la principal agrupación sindical de EE.UU., Richard Trumka, presidente de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, en inglés), aplaudió a Trump.

En enero, el Mandatario ya impuso restricciones a las importaciones de lavadoras y paneles solares, pero las medidas anunciadas contra el acero y aluminio, de acuerdo a los analistas, son de mucho mayor impacto por el volumen de negocio que generan.

Trump llegó a la presidencia en enero de 2017 con una marcada agenda proteccionista, y entre sus primeras decisiones estuvo la retirada de EE.UU. del Tratado de Transpacífico (TPP), negociado con otras once naciones de la cuenca del Pacífico.

Además, ordenó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994 con Canadá y México, ya que lo consideró “un desastre”. (I)

Un operario introduce acero en un horno de una planta siderúrgica de la empresa alemana ThyssenKrupp. Foto: EFE