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Entrevista / santiago gamboa / escritor colombiano

"La firma es el inicio de una cosa muy complicada: la construcción de la paz"

"La firma es el inicio de una cosa muy complicada: la construcción de la paz"
Foto: Cortesía
19 de diciembre de 2015 - 18:34 - Cristina Zueger Albuja

Santiago Gamboa (Bogotá, 1965), al que Manuel Vázquez Montalbán definió como el autor colombiano más importante después de García Márquez, cuenta que antes de escribir lee, como muchos escritores, “algo de mucha densidad, para buscar un tono”, luego sencillamente se acerca con “vuelos concéntricos al computador”. Su primera novela, ‘Páginas de vuelta’, publicada en 1995, ha sido considerada por la crítica como el resurgimiento de la novela urbana colombiana. Escritor, periodista y viajero incansable, Gamboa es también una de las voces más críticas y optimistas del momento histórico que atraviesa su país. Durante muchos años ha vivido en el extranjero. Sus experiencias están plasmadas en todas sus obras.

‘El síndrome de Ulises’ retrata un París sombrío. ‘Plegarias nocturnas’ es el cúmulo de experiencias del Gamboa que vivió en India. En ‘Océanos de arena’ explora Medio Oriente. Y en ‘La guerra y la paz’ reflexiona, en un viaje a través de la historia del arte, la literatura y desde una perspectiva humanista y cultural, dos conceptos clave en el desarrollo de las sociedades. Desde hace un año, la capital de la salsa acoge a este bogotano. Cali, su clima y su gente, le dan la armonía y la tranquilidad que la capital colombiana le niega. “Bogotá me causa inquietud, no podría precisar por qué, pero me produce una sensación extraña, me da como sentimientos de culpa, como si hubiera dejado de hacer algo”, explica. Con tono amable, habla como escribe, con ritmo.

El marcado acento colombiano, que los años de exilio no han logrado neutralizar, envuelve al interlocutor en una charla cercana, amena y enriquecedora. Cuenta que en sus años de adolescencia, cuando vivía en Bogotá, la ciudad empezaba a despertar el gusto por la salsa, un ritmo de la música popular que para él eran “espacios de libertad, que tenían mucho que ver con el arte; la salsa, entre la música popular, es la que más se acerca a la literatura”. Siente una gran curiosidad por saber qué va a pasar en Colombia. “Un gran entusiasmo por lo que se está haciendo en este momento con el proceso de paz. Es el proyecto más importante que tiene este país en la última cincuentena”, afirma.

Cuando escribió ‘La guerra y la paz’ vivía en Europa, ahora que está nuevamente en Colombia, ¿qué cambiaría? Lo que yo hice en ese libro fue trabajar un poco sobre dos conceptos o dos palabras que tienen una gran historia y que tienen dos grandes conceptos, como son la guerra y la paz. Ahora que he vivido mucho más de cerca la relación que tienen los colombianos con la idea de la paz y con la idea de la guerra el interés se me ha desplazado a otras cosas. Cosas que tienen que ver con una sociedad descompuesta. Que tienen que ver con un sistema político que está totalmente agotado. Que la gente es capaz de ponerse en contra del sistema solo porque no le conviene políticamente, sin importarle qué es lo que más le conviene al país.

¿Está Colombia lista para firmar la paz? Firmarla se va a firmar, es un proceso irreversible. A mí me llama la atención cómo esta sociedad, que es una sociedad que está tocada por la indiferencia, va dando pasos que son increíbles. Por ejemplo, se indultó hace poco a unos guerrilleros. Cosa que hace dos años era impensable. Se empezó un programa para levantar las minas -responsables de que haya en Colombia muchas personas mutiladas-, en conjunto van los especialistas del ejército con los guerrilleros a los sitios y las sacan una por una. Son situaciones que para alguien como yo, que vivió un enfrentamiento tanto tiempo, resultan increíbles. Ver este tipo de cosas es realmente emocionante. ¿Cuál es el camino de la reconciliación después de tantos años de violencia? Eso es lo que se llama el verdadero proceso de paz. El 23 de marzo cuando se firme la paz ahí va a empezar una nueva época.

La firma es el inicio de una cosa muy larga y complicada que es la construcción de la paz. Por supuesto, ya no es lo mismo construir la paz mientras se combate, que hacerla con un grupo desmovilizado. De todas maneras Colombia tiene muchos problemas de violencia. Ahora, la otra violencia, la que tiene que ver con la delincuencia, es mayor en un país que vive en una guerra civil. El país está lleno de armas, la firma va a tener una incidencia sobre la otra violencia. Usted aseguraba que la literatura es capaz de devolver la vida, ¿es capaz también de devolver la paz? Pues de algún modo sí, porque la literatura es una actividad ante todo pacífica que atrapa la violencia en sus páginas y se la transfiere a los lectores desde un lugar seguro.

La literatura hace mejores a las personas, de modo que también la tendencia natural de una persona buena es la paz. Por supuesto, cuando la guerra que se le opone a esa paz es inútil. Pues yo tampoco soy un ingenuo que cree que todas las guerras, por definición, son malas. Creo que hay guerras que la humanidad tuvo la necesidad de dar para que prevaleciera un modo de vida y no otro. Para proteger una serie de comunidades cuando otras se ensañan con ellas. Las guerras a las que hay que tenerles miedo es a las guerras inútiles, como el caso de la colombiana, en la que ninguno de los dos bandos puede ganar, y esto ya desde hace muchos años. Yo creo que la literatura nos puede hacer comprender todo esto.

Recordar los tiempos de paz en tiempos de guerra o viceversa. Recordarnos lo valioso de escuchar a los demás, lo valioso de entender el contexto de una sociedad. Creo que es un gran aliado de la paz, así hable de guerras, casi diría, sobre todo cuando habla de guerras, porque así, de esa forma, atrapa en sus páginas. ¿Cree que es importante para los escritores latinoamericanos vivir algún tiempo en Europa? Pues yo creo que no. Es decir, yo creo que cada escritor hace una vida de acuerdo a sus necesidades, y algunos necesitarán de viajar como fue mi caso, y otros no.

Basta que haya uno que no lo haya hecho para impedirnos definir que es una necesidad. Para mí los viajes son parte de la cultura. Siento que en un viaje más que alejarme me acerco, me acerco a la creación literaria. Me hace sentir vivo, me hace comprender un poco mejor casi que mi propia vida, mi pasado. ¿Qué nunca puede faltar en una maleta cuando viaja Santiago Gamboa? Desde hace mucho tiempo es una constante algún libro de Arthur Rimbaud. Es como mi pasaporte. Siempre que viajo me llevo algo de él. Y ya lo he leído todo.

A veces leo ‘Una temporada en el infierno’, a veces ‘Prometo ser bueno: cartas completas’, para volver a releer unas cosas, en fin... Rimbaud es como mi fidelidad más larga. Es uno de los grandes viajeros, de los grandes prófugos de la literatura. ¿Qué es España para América Latina y que es América Latina para España? Creo que esa dicotomía ya se acabó. Cuando yo tenía 25 años y me fui de España todavía seguía siendo la España del quinto centenario. Tenía una especie de lugar importante e imperial con respecto a América Latina, pero las sucesivas crisis españolas han ido como devaluando la figura española y yo creo que hoy España es un país hispanohablante más, que ya perdió completamente esa especie de alto perfil que tenía. Yo lo veo como un país más de los países de habla hispana. Solo que está en Europa y que por estar allí ahora tiene más problemas. (I)

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