La crisis en el país heleno no es ajeno a América Latina
Para el director de la consultora Sintagma de Buenos Aires, Alejandro Cole, el problema de Grecia con la crisis que vivió Argentina en 2002 tienen un origen similar. Detalla que se gasta más de la cuenta y cuando se agota el financiamiento se termina la fiesta.
El economista afirma que los organismos internacionales y la comunidad financiera en general tomaron nota de los errores cometidos. “Fue un error que el FMI haya quitado su respaldo a Argentina a fines de 2001, como también fue una equivocación dejar caer a Lehman Brothers (EE.UU.) en 2008. Está probado que evitar una crisis sistémica es más importante que preservar la cuestión moral y, en definitiva, menos gravoso para la comunidad”, agrega.
Alfredo Coutiño, director de Moody’s para Latinoamérica en Pensilvania (EE.UU.), manifiesta que el problema económico europeo perjudica a América de dos maneras. Primero, por sus efectos sobre los mercados financieros, los cuales van a ser golpeados por el efecto sicológico de la aversión al riesgo; y segundo, a través del debilitamiento de la recuperación mundial al tener más países europeos en recesión, lo cual implica menor demanda para las exportaciones latinoamericanas.
Más drástico en su análisis es el economista de la Escuela de Negocios de la Universidad Austral de Buenos Aires, Eduardo Fracchia. El catedrático señala que la profundización del problema en Europa puede llevar a una nueva caída de la economía global y las consecuencias de eso pueden ser muy diversas, por lo que debe preocuparnos, sobre todo, lo que pase en España.
Así, en un mundo globalizado, el problema europeo y las posibles soluciones están concentrando la atención de analistas y operadores financieros en todo el mundo. “La forma en que se resuelva el problema tendrá consecuencias en materia de paridades entre las monedas y las tasas de interés que afectarán tanto el destino y la cantidad del comercio internacional como el flujo de capitales”, advierte Alejandro Cole.
Asimismo, sostiene que esto no es indiferente para los americanos, que tienen sus propios problemas y todavía no se recuperan totalmente de la crisis de 2008, con un ritmo de crecimiento menor al necesario y una insuficiente creación de empleo.