La campaña electoral concluyó ayer en la nación europea; los comicios se realizarán mañana
París.-
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se esforzó ayer por desmentir los sondeos que le dan como perdedor mañana, y cuya veracidad cuestionó, e insistió en que la elección será reñida y “se va a jugar en el filo de la navaja”.
Sarkozy, en su último mitin de campaña, en la estación turística Sables d’Olonne, en la costa atlántica, se quejó de las encuestas y afirmó que el pueblo de Francia no se ha sentido nunca como en estas últimas semanas insultado (...), y manipulado.
El mandatario enfatizó que se le quería imponer una decisión a través de lo que llamó el pensamiento único vehiculado por un sistema político-mediático que, a su juicio, ya se equivocó en sus pronósticos de la primera vuelta, cuando le daban mucho más distanciado de su rival, el candidato socialista François Hollande, de lo que se vio en los resultados.
El líder conservador justificó su petición del voto a los 6,5 millones de electores que en la primera vuelta se decantaron por la candidatura de la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, que quedó en tercera posición con un 17,9%.
“Son ciudadanos a los que tengo que prestar atención, por los que debo rendir cuentas y de cuyas preocupaciones debo tener en cuenta”, argumentó antes de mostrar indignación contra los que pretendían impedirle hablar a 6,5 millones de electores que sufren, actitud que calificó como una forma de racismo y de intolerancia.
Sarkozy no se privó de repetir, a lo largo de su campaña, las alusiones a España como ejemplo de siete años de gobiernos socialistas que no tomaron las decisiones que debían y ahora con la crisis la cuenta la pagan los españoles con el paro o las rebajas en las pensiones.
El presidente francés estimó que falta poco para que Francia se encuentre en una situación como la de España, si el país no continúa las reformas que él dice haber emprendido y si no lucha contra los déficits y la deuda. “Me imagino que ni un solo francés tiene ganas de que Francia conozca la situación que conoce hoy España, después de siete años de gobierno socialista”, expresó.
El presidente-candidato reiteró su intención de una reforma del tratado de Schengen para garantizar el control de la inmigración que llega desde fuera de la Unión Europea: “Estoy de acuerdo en suprimir las fronteras entre nosotros, pero no entre Europa y el mundo”, acotó.
Y, en concreto, dijo que no es aceptable que la frontera entre Grecia y Turquía no la vigile nadie. No obstante, las perspectivas son más que sombrías para Sarkozy. No solo todos los sondeos le son desfavorables, sino que además no logró que acudieran en su apoyo ninguno de los candidatos que quedaron descalificados en la primera vuelta.
La dirigente Marine Le Pen llamó implícitamente el martes a votar en blanco, tras un discurso en el que criticó con virulencia al presidente, pese a la derechización del discurso de este durante la campaña con el fin de atraer al electorado ultraderechista.
Y justamente fue esa derechización de su discurso la causa que invocó el candidato centrista François Bayrou al anunciar el jueves que votaría por Hollande, aunque sin dar consigna de voto a sus partidarios, un último golpe para Sarkozy, que necesita el trasvase de votos de la extrema derecha y del centro para ganar la elección.
El mandatario criticó la postura de Bayrou por falta de coherencia, pero se esforzó por quitarle importancia. Sarkozy insistió en que en 2007 Bayrou ya había dicho antes de la segunda vuelta que no votaría por él, lo que no impidió su elección.