A pocas semanas que inicien las negociaciones paritarias en las que se pactarán subidas salariales en este año, sindicalistas oficialistas reiteraron ayer que la inflación, que ronda el 30%, “se comió los salarios” en Argentina, mientras que el gobierno defendió los avances obtenidos durante su gestión.

En rueda de prensa el jefe de gabinete argentino, Jorge Capitanich, remarcó que el proceso de industrialización y la política económica llevada adelante desde 2003 permitió “aumentar la rentabilidad de los empresarios y los salarios de los trabajadores”.

Sus declaraciones se suman a las realizadas por la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien interpeló al líder de la facción oficialista de la Confederación General del Trabajo (CGT), Antonio Caló, por haber dicho que el salario no alcanza para comer y puso en duda que haya trabajadores que mueran de hambre en Argentina.

“No creo que haya algún argentino que se muera de hambre”, afirmó la mandataria, quien habló por cadena nacional, la noche del martes, en un acto en la Casa de Gobierno, en el que anunció un aumento de 11% en marzo en las jubilaciones (contra 15% en la misma época de 2013) y mejoras en la asignación por ayuda escolar anual.

Los sindicatos se aprestan a discutir en los próximos meses, con empresarios y representantes del Ministerio de Trabajo, un alza salarial de entre 27 y 30%, teniendo en cuenta el nivel de inflación.

“Algunos sindicalistas se plantean como única solución el aumento del salario (...) Los sindicatos no pueden estar ajenos (a la situación) porque los primeros que pagan el pato de la boda en toda crisis son los trabajadores”, sostuvo la presidenta y enfatizó que el poder adquisitivo de los trabajadores también se protege controlando los precios.

Kirchner dijo que le gustaría “ver a los sindicalistas acompañando en cada farmacia o en cada supermercado para que los precios cuidados estén y sean respetados porque la gente de a pie lo está haciendo”.

Luego de la devaluación del 14% del peso hace dos semanas, se produjo una ola de incrementos de precios que el gobierno intenta controlar con el plan “precios cuidados”, un centenar de productos cuyos costos fueron pactados con comerciantes y empresarios.

“No vamos a permitir que sigan saqueando el bolsillo de los argentinos”, afirmó la presidenta.

Con respecto a la situación de los trabajadores, señaló que a partir de la flexibilización de la compra de dólares hace siete días, casi medio millón del total de 7,5 millones de trabajadores han comprado divisas, según registros de la autoridad fiscal. “Tenemos asalariados que compran dólares con salario registrado por el 20% de sus ingresos”, destacó al defender su gestión.

DUELO POR LA MUERTE DE 9 BOMBEROS

El Gobierno argentino declaró ayer dos días de duelo por la muerte de nueve miembros de los equipos de emergencias que intentaban apagar un incendio en un almacén, ubicado en el sur de Buenos Aires, mientras que otros siete están ingresados con heridas graves, según informaron ayer fuentes oficiales.

El secretario de Seguridad argentino, Sergio Berni, detalló que las víctimas fatales son seis miembros de los bomberos de la Policía Federal, dos integrantes de Defensa Civil y un bombero voluntario. Las muertes se produjeron al derrumbarse parte de la mampostería del edificio, situado en el barrio Barracas, cuando los equipos de emergencia iniciaban las tareas para sofocar el incendio.

A raíz de la tragedia, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, decretó dos días de duelo nacional y fue suspendida la esperada presentación del programa gubernamental “Fútbol para todos”.

“Queremos manifestar nuestra consternación y nuestro dolor a los familiares de las víctimas”, indicó el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, durante una breve comparecencia de prensa.

Otros siete rescatistas fueron hospitalizados con politraumatismos graves y uno de ellos, perteneciente al cuerpo de bomberos, se encuentra en estado crítico.

El incendio se declaró alrededor de las 09:00 hora local (12 GMT), en un edificio de construcción antigua que funcionaba como depósito de documentos, cuya estructura colapsó a consecuencia del fuego y ocasionó cuatro derrumbes que sepultaron a las víctimas.

El almacén era operado por la multinacional estadounidense Iron Mountain, que se dedicaba a la gestión de archivos, protección de datos y destrucción de información. El edificio servía como depósito de documentación de varios bancos y de importantes empresas. (EFE)