La mañana de ayer los peruanos despertaron con una noticia polémica: el Jurado Electoral Especial de Lima (JEE) desechó las denuncias que pesaban sobre la candidatura de Keiko Fujimori, cuyo padre purga una condena por delitos de lesa humanidad y corrupción. De esta manera la aspirante tiene vía libre para que continúe su campaña por lograr la Presidencia.

La resolución, emitida en la madrugada, a puertas del feriado de Semana Santa, y pocas horas antes del partido que jugarán peruanos y venezolanos por las eliminatorias mundialistas, despertó críticas en los sectores que rechazan la candidatura de Fujimori.

La confianza del JEE, maltrecha debido a una serie de comportamientos fuertemente cuestionados durante este proceso, se ha vuelto a poner en duda. Ahora sus decisiones enfrentan la sospecha de un manejo parcializado a favor de la candidata fujimorista.

Días atrás la encuesta revelada por Ipsos Perú mostraba que el 60% de los peruanos concebía como verdaderas las acusaciones contra Fujimori, por la serie de pruebas en las que aparece entregando dinero. Esto está prohibido por la Ley Electoral. Los regalos fueron a un grupo de jóvenes en un acto de promoción de Fujimori.  

La decisión del JEE tuvo como efecto inmediato la convocatoria a marchas para rechazar lo que grupos sociales empiezan a llamar “fraude electoral”. Ese malestar, sin embargo, es muestra de un descontento más generalizado.

El nivel de rechazo que la fujimorista tiene entre el electorado peruano crece a medida que se acerca el 10 de abril, día del sufragio. El 18 de enero Ipsos Perú reveló que el 38% del electorado no votaría, bajo ninguna circunstancia, por Fujimori. Dos meses después, el 46% de los votantes dice no tener intenciones de apoyarla. El crecimiento acelerado del rechazo -4 puntos porcentuales cada mes- movilizó a sus contradictores en marchas que se multiplicaron en todos los lugares donde la candidata difundió su propuesta de campaña.

En Cusco, por ejemplo, el rechazo fue tan fuerte que los manifestantes ni siquiera la dejaron comenzar el mitin al que Fuerza Popular había convocado. Con gritos de “asesina”, “estas son las hijas de las campesinas que no pudiste esterilizar”, hicieron que Fujimori desistiera de su presentación y abandonara la plaza central de la ciudad fuertemente resguardada por su seguridad.

Solo Alan García, quien busca su tercer mandato presidencial, supera este nivel de rechazo. De acuerdo a los sondeos, el 69% de los electores jamás votaría por él. Una cifra que asegura que, en esta elección, las fracturas políticas del pasado (masacre de Bagua, el tema de los narcotraficantes indultados en su segundo mandato) hallaron en la memoria popular el mejor lugar para mantenerse vivas.

A menos de tres semanas de las elecciones también aumentó la indecisión en los electores. De acuerdo con distintas mediciones, más del 40% de peruanos no saben todavía por quién votarán el próximo abril.

De acuerdo con la encuestadora GFK, del 53% de electores que decidió su voto, un 16% acepta que, a pesar de ello, podría cambiarlo frente a la papeleta electoral.

Estas condiciones hacen que la inestabilidad reclame su espacio en esta contienda. Con Keiko Fujimori liderando la intención de voto, el resto de candidatos apuestan a ganar adeptos entre los indecisos, y de esa forma pasar a una segunda vuelta en la que intentarán condensar el rechazo al fujimorismo para hacerse con el poder.

En la historia reciente de Perú no es extraña esta conducta electoral. Entre los peruanos existe la certidumbre de que “votar a ganador”, es decir, votar por quien lidera las encuestas para “no desperdiciar el voto”, aporta a alcanzar las aspiraciones de desarrollo que acompañan las ofertas electorales.

Esta actitud parece agudizada por el comportamiento del JEE, organismo encargado de dar paso o negar las candidaturas, configurando el panorama ante el que el elector debe decidir. Pero faltando 16 días para que la elección se ejecute, el organismo electoral no ha terminado todavía de tratar todas las denuncias sobre candidatos, generando una incertidumbre que acrecienta la indecisión en los ciudadanos. (I)

Hermano de la candidata fue exculpado

La justicia electoral recibió ayer críticas por exculpar a la candidata presidencial Keiko Fujimori, en un proceso de exclusión en el que era acusada de violar la ley por la entrega de dinero en un acto que ella presidía.

Los comentarios oscilan entre los reproches por no haberse aplicado a la postulante el mismo rigor usado para eliminar, semanas atrás, a los candidatos Julio Guzmán y César Acuña, por infracciones a la ley electoral, y señalar que el Jurado Electoral Especial de Lima usó criterios políticos para no eliminar a la procesada.

La corte de primera instancia, cuyas decisiones pueden apelarse al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), exculpó también de cargos similares a los candidatos congresales Kenji Fujimori -hermano de Keiko-, Carmen Omonte y José Luna, con similares criterios.

Julio Guzmán, líder de Todos por el Perú (TPP), cuya candidatura fue tachada por presuntas faltas a la democracia interna, señaló que “las normas electorales se aplican de manera selectiva y discrecional”, pues “otros candidatos siguen en carrera mientras incumplen impunemente la ley con anuencia de la justicia electoral”.

La primera dama, Nadine Heredia, también repudió la decisión del JNE. A través de su cuenta de Twitter, Heredia Alarcón señaló: “Perú ha vuelto a sus días más oscuros”. El tuit está acompañado de un recuadro negro.

Es que una serie de casos de impugnación y pedidos de exclusión de candidatos llena los escritorios de los miembros del JNE.

Actualmente, unas 41 candidaturas a nivel nacional esperan que el organismo tramite los cuestionamientos que pesan sobre ellas, y de paso, o niegue de forma definitiva su continuidad en la contienda electoral. (I)