El Clarín lo ha señalado como autor de ‘campañas difamatorias’ contra algunos políticos
Jaime Stiusso sería un personaje clave en el caso Nisman (Galería)
¿Quién es Antonio ‘Jaime’ Stiusso? Los argentinos empezaron a familiarizarse con este nombre de un histórico y temido miembro del aparato de inteligencia.
El exespía está en el hierro caliente de la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman, que investigaba el atentado a la sede de la mutual judía AMIA y que había denunciado a la presidenta Cristina Fernández de “encubrimiento” a los iraníes acusados del ataque con coche-bomba que en 1994 causó 85 muertos. La mandataria denunció el jueves que Nisman fue asesinado en el marco de un complot para perjudicarla en el último año de su mandato. El fiscal tenía a Stiusso como uno de sus más estrechos colaboradores y fue hallado muerto el domingo en su departamento con un balazo en la cabeza.
Stiusso es un personaje clave en la guerra de espionaje desatada en los últimos tiempos en el país austral y que derivó en el descabezamiento de la cúpula de inteligencia por parte de la mandataria a fines de diciembre. La jefa de Estado puso al frente de la secretaría de inteligencia (SI) a un hombre de mayor confianza, Óscar Parrili, exsecretario general de la Presidencia. ¿El objetivo? Ordenar y reestructurar el organismo y terminar con las luchas internas entre dos sectores enfrentados, una deuda histórica de la democracia.
De Stiusso se sabe poco. Casi nada. Solo que tiene 61 años y que ingresó a la central de inteligencia en 1972, en ese entonces bajo la dictadura de Alejandro Lanusse. Su nombre se divulgó por primera vez en televisión en el año 2004. El entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz, mostró ante las cámaras una foto suya y lo acusó de integrar una estructura que manejaba el poder desde las sombras.
“La SIDE (antiguo nombre de la Secretaría de Inteligencia del Estado) la maneja un señor al que todo el mundo le tiene miedo porque dicen que es peligroso y te puede mandar a matar. Ese hombre participó de todos los gobiernos y se llama Jaime Stiusso”, afirmó.
Stiusso le hizo juicio: no se podía mostrar una foto de un agente encubierto en televisión. El entonces presidente Néstor Kirchner respaldó al espía y Béliz dejó el gobierno. El exfuncionario vive en Estados Unidos desde entonces.
Stiusso no perdió poder en la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007). El exmandatario lo designó incluso en el 2005 como colaborador directo del fiscal Nisman, que había asumido la investigación de la causa AMIA un año antes.
Muy pocos son los que lo han visto de cerca, más allá de sus contactos habituales. “Se trata de un hombre de baja estatura, con una mirada fría y vacía. Vestía un par de jeans, camisa y llevaba tres celulares en su cinturón”, describió el periodista Daniel Santoro, del diario opositor Clarín, quien lo conoció en una audiencia en un juzgado.
Stiusso le había iniciado una causa por calumnias e injurias por una nota sobre el caso AMIA.
Quienes conocen las intrigas de ‘La Casa’, como es llamada entre los espías la central de inteligencia, mencionan que Stiusso era el poder real del organismo. Hasta diciembre era el director general de Operaciones y manejaba una estructura importante de agentes. En la vereda de enfrente estaba el sector que responde a Fernando Gonzalo Pocino, que comanda la oficina de Contrainteligencia. Su rostro también se hizo conocido cuando en el 2007 su foto fue publicada por el opositor diario Perfil en la playa cuando veraneaba en la localidad balnearia de Cariló, en la costa Atlántica argentina. El diario lo acusó entonces de ser el autor de “campañas difamatorias” contra algunos políticos.
Pocino mantuvo una buena relación con la exministra de Defensa, Hilda Garré, y con el actual jefe del Ejército, César Milani, acusado por la oposición y algunos organismos de derechos humanos de haber participado de la “guerra sucia” durante la dictadura, pero respaldado por la presidenta y la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.
Desde allí Pocino construyó una línea directa con la casa de gobierno.
La gota que parece colmó el vaso de esta interna entre espías fue un reportaje que Stiusso dio a la revista Noticias, del grupo Perfil, a fines del 2014. “Yo no tengo ninguna interna con él. La tendrá Pocino conmigo”, graficó el exespía.
La interna Stiusso-Pocino bien podría explicarse en el manejo de un presupuesto millonario y el acceso al poder Ejecutivo. La pelea entre ambos se saldó con el triunfo de Pocino.
A fines del año pasado la Jefa de Estado descabezó la secretaría de inteligencia y desplazó a Stiusso y a todos sus hombres.
El “poder en las sombras”, como lo había llamado el exministro Béliz, quedó en la calle y sin apoyo de una infraestructura “legal”.
¿Qué pasó después? Nisman regresó el 12 de enero de urgencia de unas vacaciones con su hija en Europa para presentar una denuncia contra la jefa de Estado y apareció muerto un día antes de su comparecencia ante una comisión del Congreso.
La mandataria denunció que fue asesinado y que incluso le “plantaron” pruebas falsas para argumentar la acusación contra ella, abriendo paso a las sospechas sobre el mundo marginal de los servicios de inteligencia, aunque la justicia maneja también la hipótesis de suicidio.
Stiusso, como estrecho colaborador de Nisman, es hoy una de las personas más nombradas en la causa después de la conspiración denunciada por la presidenta en su contra.
Pero la fiscal Viviana Fein dijo que no pensaba citarlo a declarar. Hoy nadie sabe dónde está el exespía. El diario Clarín solo aventuró: “ya habría salido del país”.