La inmigración rompe familias centroamericanas
La inmigración de miles de hondureños que todos los años abandonan su país con el fin de llegar a Estados Unidos por la falta de empleo y la inseguridad, rompe cada vez más el tejido de la familia en la nación centroamericana.
En el pasado reciente el drama de dejar a sus familiares para irse a aventurar a Estados Unidos no era tan traumático, porque para la mayoría la única razón que tenían era económica y se iban en busca del llamado “sueño americano” al “país de las oportunidades”.
Pero en los últimos años, con el incremento de la violencia en su país, en gran medida causada por bandas criminales y “maras” (pandillas), los miles de inmigrantes hondureños que salen cada año ya no se van por el “sueño americano”, sino por un empleo y huyendo de la muerte, aunque muchos pierden la vida entre Guatemala y México en su intento por llegar a Estados Unidos.
Durante años, la inmigración irregular rondaba un promedio de 50 personas diarias, pero esa cifra aumentó hasta 150 o más, según organismos defensores de los derechos humanos.
Cuando la violencia criminal no había arreciado en Honduras y había más oportunidades de empleo, aunque siempre con bajos salarios, los inmigrantes se fueron a Estados Unidos pagando a traficantes de personas, conocidos como “coyotes”.
Los “coyotes”, antaño eran considerados en sus pueblos como “buenas personas”, porque llevaban a muchos hondureños pobres hasta los Estados Unidos sin mayores problemas.
Así también fueron creciendo las remesas familiares que los inmigrantes hondureños que viven en Estados Unidos, con sus papeles en orden o de manera ilegal, envían a los suyos en Honduras.
Ahora, esas remesas representan el 25% del PIB de Honduras, con ingresos que en 2018 rondaron los $ 4.000 millones.
Pero aquellos tiempos cambiaron por las bandas criminales con las que los inmigrantes centroamericanos y de otras nacionalidades se topan, entre Guatemala y México, donde los “coyotes” y otras mafias criminales imponen sus leyes.
Los inmigrantes sufren en la ruta múltiples violaciones, además de ser víctimas de extorsión y son muchos los que han sido asesinados.
En el caso de los hondureños, hace años abandonan su tierra no solo por la necesidad de un empleo, sino también por la violencia criminal que sacude al país, con un promedio de 13 homicidios diarios, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma.
Entre octubre de 2018 y esta semana salieron cuatro caravanas desde una central de autobuses en la norteña ciudad de San Pedro Sula, la segunda más importante del país y que hace seis años figuraba entre las más violentas del mundo.
El principal punto de salida de los miles de inmigrantes en caravanas es Agua Caliente, en el departamento occidental de Ocotepeque, fronterizo con Guatemala.
Para unos inmigrantes, irse en caravanas puede ser ventajoso porque se ahorran el pago a los “coyotes”, aunque unos acuden a ellos pagando entre $ 4.000 y $ 7.000, o más, a lo largo de México.
Pero no todos los que pagan llegan siempre a Estados Unidos, algunos son víctimas de secuestro o asesinados, sin faltar los que mueren en accidentes de tráfico o al caer de “la bestia”, el tren de carga al que se suben en México y que los lleva hasta cerca de la frontera con Estados Unidos.
El jueves, 800 hondureños en grupos familiares llegaron a Agua Caliente, en la frontera con Guatemala, con la idea de viajar a Estados Unidos. Entre ellos hay niños, a los que su país no les da el bienestar que merecen. (I)