Norteamérica, que soportó hasta el sábado 7 de septiembre de 2019 los embates del huracán Dorian, debe prepararse para la llegada de otros dos ciclones potencialmente fuertes. La temporada de huracanes del Atlántico y Pacífico, que se inició el 1 de junio, finalizará el 30 de noviembre de 2019.

Un huracán se puede definir como tal cuando alcanza vientos sostenidos de 120 kilómetros por hora o más. Según el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos, la escala en que se miden estos fenómenos es la Saffir-Simpson, la cual estima el daño potencial que podría producir el huracán y va de las categorías 1 a 5.

En promedio, la temporada de ciclones produce alrededor de 12 a 15 tormentas, de las cuales seis se convierten en huracanes, incluidos tres a cuatro importantes, entre ellos Dorian.

El Servicio Meteorológico de EE.UU. informó que aumentó la posibilidad de tener huracanes por encima de lo normal en lo que resta de 2019.

Antes del paso de Dorian, que destruyó a las islas Bahamas al llegar como categoría 5 y que registró más de 30 muertos, la probabilidad de una temporada agitada de huracanes era del 30%. Sin embargo, la cifra subió al 45%, notificó el sitio stormcatcher.com.mx.

El calentamiento global

El diario BBC publicó que casi ningún académico duda de la influencia que tiene el calentamiento global sobre la fuerza e intensidad de los ciclones tropicales de temporada.

El meteorólogo Philip Klotzbach, de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), detalló que aunque no existe evidencia de que el cambio climático produzca más huracanes, sí la hay de que genera las condiciones para que se hagan cada vez más destructivos.

Dorian, por ejemplo, es el quinto huracán de categoría 5 que se forma en el Atlántico en solo cuatro años, un récord nunca antes alcanzado desde que se tiene registro. “Una atmósfera más cálida puede retener más humedad y, por lo tanto, traer más lluvia. Además, con el aumento del nivel del mar, la marejada ciclónica penetrará más tierra adentro, dado que el nivel del mar de fondo es más alto”, explicó Klotzbach.

La revista Nature, por su parte, publicó una investigación que revela que desde mediados del siglo XX los ciclones tropicales son más propensos a detenerse cerca de la costa y pasar muchas horas sobre dichas regiones.

Que un huracán se detenga sobre un área implica que la devastación sobre esa zona será exponencialmente mayor, dado que la fuerza de sus vientos y lluvias las impactarán por más tiempo. Es decir, una de las principales causas que hizo a Dorian permanecer por casi un día detenido sobre Bahamas fue precisamente la calma de los vientos en la atmósfera superior.

Un estudio de la agencia espacial de EE.UU. (NASA) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) señala que de los 66 ciclones que se detuvieron o prolongaron su movimiento en los últimos 70 años, casi la mitad lo hizo en las últimas tres décadas.

Estos son los nombres de las próximas tormentas: Humberto, Imelda, Jerry, Karen, Lorenzo, Melissa, Néstor, Olga, Pablo, Rebeka, Sebastien, Tanya, Van y Wendy.

Desde 1979, la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos son las entidades que escogen los nombres para denominar los ciclones tropicales, siempre alternando nombres masculinos y femeninos.

La única vez que habría un cambio en la lista es si una tormenta fuese tan mortal o costosa que el uso futuro de su nombre en una tormenta diferente resultara inapropiado, por razones de sensibilidad. Los nombres se repiten cada seis años. (I)