Tras siete años de sufrimiento y de un aumento brutal de la desigualdad, la Troika volvió la semana pasada a exigir a Grecia nuevos recortes sociales a cambio del tercer préstamo que acordaron tramitar en 2015 para salvar su economía. En concreto, el gobierno de Alexis Tsipras aplicará hasta 2021 un detallado programa de austeridad diseñado por la Troika -Banco Central Europeo, Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Fondo Monetario Internacional- para favorecer el ahorro en las famélicas arcas públicas.

Las nuevas medidas, que empezaron a aplicarse esta misma semana tras superar el trámite del Parlamento, afectan por primera vez a la franja de rentas situada por debajo del umbral de pobreza. Además, contempla importantes incrementos en las contribuciones de los trabajadores autónomos y más impuestos sobre el alquiler de departamentos turísticos que se habían convertido en la principal fuente de ingresos para decenas de miles de personas golpeadas por la recesión.

Para los sindicatos, organizaciones sociales y movimientos de izquierda esta nueva vuelta de tuerca a la economía básica del país es un desastre estructural que condena a Grecia a una depresión permanente y la despauperización generalizada de su población. Tanta es la indignación popular que las principales agrupaciones obreras helenas anunciaron nuevas huelgas generales, si el Ejecutivo de Tsipras no rectifica y desobedece las obligaciones dictadas por la Troika.

En un artículo publicado en la revista France Culture, la periodista Angélique Kourounis, conocida por filmar el excelente documental ‘Golden Dawn: A personal affair’ sobre el cada día más poderoso grupo neonazi Amanecer Dorado, auguraba que las protestas se intensificarán en junio y julio. “Se trata del 13° recorte en ocho años. Los impuestos han aumentado el 52% desde el comienzo de la crisis, cuando los salarios han bajado entre el 30% y el 60%. Este rigor es exigido por los acreedores para desbloquear la primera franja del préstamo, de $ 7.826 millones, que Grecia tiene visceralmente necesidad de recibir para hacer frente a los proveedores y devolver esta deuda, que considero ilegal, ilegítima y odiosa, antes de que finalice el mes de julio”.

El desempleo supera el 27%

A esto se une la conclusión este año del proceso de privatización de las compañías de agua, de electricidad, de transporte y el servicio postal (ELTA) iniciado en 2015 sin que, por el momento, haya repercutido positivamente en las cuentas públicas. Un grave revés para las perspectivas del Gobierno griego que se verá obligado a encarar nuevos recortes en el gasto educativo y sanitario, y a flexibilizar hasta límites desconocidos un ‘código del trabajo’ que no logra reducir una tasa de desempleo que ya supera el 27% y que afecta al 48% de los jóvenes entre 16 y 24 años.

El resultado de este desastre griego es que el movimiento de protesta se convirtió en un sentimiento de cólera presidido por una desorientación que parece no preocupar en exceso a la Unión Europea (UE), más centrada en el proceso del Brexit y en las elecciones alemanas de septiembre. Tan solo el vicecanciller germano, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, pidió a los socios europeos un poco de indulgencia con la situación de Grecia. En una entrevista publicada esta semana en el diario Süddeutsche Zeitung, Gabriel recordó que siempre se prometió una y otra vez que habría un alivio de la deuda cuando se hicieran las reformas. “Ahora tenemos que cumplir esta promesa”.

Según los últimos sondeos elaborados en Grecia, la derechista formación Nueva Democracia rozaría en estos momentos el 36% de las intenciones de voto, mientras que la Syriza de Alexis Tsipras aparece hundida con solo el 15% del apoyo popular.

Pero la gran vencedora moral en unas elecciones griegas sería la abstención, que superaría el 50% en las preferencias políticas de los ciudadanos según los estudios de opinión actuales. Una encuesta realizada el pasado 28 de abril de 2017 entre estudiantes de la ciudad de Tesalónica, la segunda más grande del país tras Atenas, indica que el 43,3% de ellos contempla continuar sus estudios o buscar un empleo fuera de Grecia.

Según un informe publicado por la revista International Migration & Integration, 20.000 científicos emigraron entre 2009 y 2014 y medio millón de ciudadanos abandonaron el país desde el inicio de la crisis, según el Banco Nacional de Grecia. Un dato inquietante que deja a la que fue cuna de la civilización mediterránea al borde del despeñadero. (I)