Grecia, Euro, Troika: ¿Crisis general?

Todo resultó inesperado en el desenlace del pugilato entre la Troika y Syriza, tras el rotundo No del referéndum griego que enfureció a Merkel, Schäubel & Cia. Decidieron poner de rodillas a Grecia y lo lograron, así busquemos atenuantes a la rendición de Tsipras. ¿Tenía alternativa real el Primer Ministro? En su momento también Papandreu pidió tener sobre la mesa un revólver para tratar con los especuladores. Toda clase de interpretaciones se han hecho. La cruda realidad está ahí y su mensaje es claro: no solo Grecia, sino Europa y el mundo entero están sometidos a las imposiciones del capital financiero en su peor expresión, como capital improductivo y especulativo. Quiérase o no, el FMI termina viendo regresar a los hijos pródigos arrepentidos de su altanería y sus pretensiones libertarias.

¿Quiere esto decir que estamos condenados a obedecer sumisamente los dictados de los sumos sacerdotes del Dios Dinero, cuyo Profeta Supremo es ese señor Soros que exhibe la aureola de haber quebrado en el famoso Miércoles Negro, 16 de septiembre de 1992, al Banco de Inglaterra con un par de movimientos especulativos y, por ese medio, haberse apoderado de una cifra que nos aturde: más de mil millones de dólares?

Y esto, mientras millones de esforzados trabajadores en el mundo no logran que su salario –los que tienen salario porque tienen trabajo– les cubra siquiera modestamente sus necesidades vitales más elementales, a la vez que los que no lo tienen –200 millones (OIT)– vagan sumidos en la desesperanza del desempleo.

¿Cómo podemos esperar que sea viable un mundo así, donde todas las cifras sobre concentración de la riqueza ni siquiera habían pasado por la cabeza de los críticos más acerbos del capitalismo? Este es nuestro mundo actual: la inmensa mayoría de hombres y mujeres en todo el mundo trabajando duro y parejo para asegurarse el sustento mínimo y las condiciones de vida mínimas, temblando interiormente ante la amenaza siempre presente de un despido, mientras que la banda mafiosa de unos cuantos magos del truco y de la trampa financieras ganan en minutos, en cada jugada, millones de dólares, sin producir nada, absolutamente nada de valor real, de utilidad real.

Y son sus representantes máximos, Troika y similares, quienes hoy deciden lo que debe sucederle al país que, gobernado anteriormente por compinches de la misma calaña y valiéndose de las mismas maniobras, hoy debe ahogarse en el endeudamiento eterno y en la austeridad implacable a fin de alimentar la espiral especulativa y mantener llenas – “¡rescatar!”– las caletas donde acumulan su jugoso botín: sus bancos, sus “instituciones financieras”, sus paraísos fiscales y garantizar así la continuidad de este modelo económico basado en la explotación del trabajo de los que sí trabajan.

Con razón desde los cuatro puntos cardinales del planeta se levantan vientos huracanados.

¿O esperanzados? (O)