Fondos ‘buitre’ y la revolución burguesa (3)

Con la revolución democrático-burguesa se fortalecen todos los estamentos de una nación. Todos los aspectos fundamentales que parten del ancho de su base económica y social. Porque una nación que desarrolla su industria sobre bases sólidas y estables, genera in situ los anticuerpos para prevenir estos tipos de acontecimientos. Como un animal saludable y vigoroso que los buitres avizoran de lejos sin mucha expectativa, pero que si está moribundo y medio muerto se arrojan sin piedad sobre él como las aves de rapiña que son.

Ergo, con la revolución constituida no se habría transitado por ese camino tremebundo o como diría un viejo amigo: “Con el general Perón esto no pasaba”. Y si continuaba en el poder quizás se hubiera concretado y no hablaríamos ni de fondos ‘buitre’ ni de las secuelas que dejó la crisis neoliberal en la Argentina. Pero esto sería hacer historia contrafáctica y no contamos con una máquina del tiempo para impedir el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón. Pero es tarde para lamentaciones.

El Gobierno argentino hereda las deudas que los gobiernos anteriores (todos ellos anclados en el neoliberalismo) le produjeron al Estado. Como cuando se compra una casa endeudada, para vivir en ella se deben cancelar esas deudas anteriores, de lo contrario se corre el riesgo de ser embargado. Esto es exactamente lo mismo y las reglas del juego no las ponen los deudores sino los acreedores amparados por las desiguales normas del capitalismo donde, como bien sabemos, impera la ley de la selva.

El sobrevuelo de los buitres y su descenso en sede tribunalicia, apelando a los mecanismos jurídicos del imperio norteamericano (país que parió al neoliberalismo), viene a poner en riesgo la economía argentina a largo plazo y se torna un modo de impedir la revolución democrático-burguesa. Argentina, con el kirchnerismo como adalid político, tiene la oportunidad histórica de iniciar el proceso que interrumpieron las dictaduras militares de 1955 y 1976. Para ello debe darle un mayor protagonismo al Estado en la intervención de la economía, abandonando las veleidades neodesarrollistas, que no son otra cosa que una reinterpretación ‘aggiornada’ del neoliberalismo clásico.

Tras superar la crisis económica en 2001, se fueron generando las condiciones para que Argentina, en el umbral de este siglo XXI, retome las riendas de la revolución democrático-burguesa inconclusa en el siglo pasado, que le otorgue esa soberanía económica inexpugnable para un país, no solo como una deuda histórica a ser saldada, sino como un objetivo estratégico en este mundo multipolar.