Fondos ‘buitre’ y la revolución burguesa (2)

Asimismo, los fondos ‘buitre’ son el sujeto de la historia  -del fin de la historia- que tiene el neoliberalismo. Un sujeto atemporal, anacrónico, ahistórico que merodea en este siglo XXI, pero que existe y amenaza con producir mucho daño. Un marginado que -como todo marginado- se presenta sorpresivamente pidiendo una compensación a pesar de que sabemos va a irrumpir en cualquier momento.

En efecto, los fondos ‘buitre’ son una expresión contemporánea del imperialismo. Piratas financieros de cuello blanco, listos para saquear las riquezas de las naciones en franca recuperación. Esa es su empresa, que opera en esta doble modalidad inicial de especulación y posterior extorsión (como bien afirmara el ministro de Economía argentino, Axel Kiciloff, en su respuesta a los ‘buitres’) disfrazada de litigio judicial que garantice el usufructo íntegro de su botín. El ardid ‘for excellence’ de los piratas financieros.

En este sentido, podemos hablar claramente de una oligarquía financiera, pero de carácter global, como el sector parasitario que no produce capital por sus propios medios sino que su modo de acumulación está orientado a la compra de deuda de los países en crisis esperando que aumenten su valor en el mercado. Este es el círculo virtuoso de la especulación. Un negocio redondo.

Enhorabuena por la denominación que recibieron estos grupos de especulación financiera que no en vano reclaman el pago de sus deudas en un momento en que las economías emergentes de la región, como la argentina, se encuentran en apogeo y en el cual saben que pueden adquirir su valor incrementado y reestructurado bajo esta lógica de inversión especulativa característica del neoliberalismo. Pero si no llegaran a recibir la suma que le exigen al Estado, apelan a la confiscación patrimonial y de recursos naturales como alternativa de pago. El tercer elemento de esta modalidad pirata.

Si Argentina hubiera llevado a cabo la revolución democrático-burguesa no habría fondos ‘buitre’ exigiendo el pago de estos bonos de deuda. No hablaríamos ni escribiríamos sobre el tema. Tampoco habríamos tenido la experiencia del neoliberalismo, ni la de las privatizaciones, la convertibilidad monetaria y la venta espuria del patrimonio nacional. Nos quedamos cortos. No hubiera habido golpes de Estado, dictaduras genocidas ni terrorismo de Estado. No habríamos tenido que atravesar por todos estos males propios de los países neoliberales. Este es el costoso precio de la independencia en todas sus formas. El más caro para los pueblos.