11 días después de su muerte, cuyas causas siguen siendo un misterio en un país cada vez más dividido, los restos del fiscal que investigaba el atentado terrorista a la mutual judía AMIA, Alberto Nisman, fueron enterrados en el cementerio israelita de La Tablada, en la periferia oeste de Buenos Aires.

Con críticas a un sector de la justicia considerada “no independiente” y a los “oscuros laberintos del poder” y la certeza de que su muerte fue “obra de otras personas”, el funeral se realizó en la más absoluta intimidad, tras el velorio celebrado en una casa velatoria del barrio de Núñez, solo abierto a familiares, allegados y amigos del fiscal. Sin embargo, numerosas personas se acercaron hasta los vallados policiales ubicados a 100 metros de donde se velaron los restos de Nisman.

Durante la noche del miércoles se vivieron algunos momentos de tensión con algunos insultos a periodistas, a los que personas muy exaltadas identificaban como oficialistas, en una muestra más de la fuerte división que reina en el país entre quienes acusan al gobierno de la muerte de Nisman y aquellos que defienden a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.  

Incluso, una corona de flores enviada por la Procuraduría de la Nación fue pisoteada por un grupo de asistentes. Cuando la propia procuradora, Alejandra Gils Carbó, llegó al lugar fue insultada y su automóvil pateado por algunas personas.

Decenas de vecinos se mantuvieron en vigilia con velas y banderas argentinas y carteles que rezaban “Todos somos Nisman” y reclamos de justicia.

El cortejo de numerosos automóviles salió a las 9:45. Cientos de personas aplaudieron mientras un grupo gritaba “a-se-si-na, a-se-si-na” en explícita alusión a la presidenta,  acusada por el fiscal de encubrir a los iraníes acusados por el ataque con coche-bomba contra la sede de la AMIA en 1994 que causó 85 víctimas.

Nisman apareció muerto en el baño de su departamento el 18 de enero, con un balazo en la cabeza, un día antes de comparecer ante una comisión parlamentaria donde debía ahondar sus denuncias contra la Jefa de Estado, que rechazó la acusación. La fiscal Viviana Fein analiza las hipótesis de suicidio o asesinato.

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El funeral se realizó en medio de un fuerte operativo de seguridad en torno al recorrido que realizó el cortejo fúnebre hasta el cementerio, donde se llevó a cabo una ceremonia religiosa a cargo del rabino Marcelo Polakoff. Afuera del cementerio decenas de personas se reunieron para rendirle tributo con carteles que exigían justicia.

La ceremonia final fue íntima. Tras las palabras del rabino hablaron el filósofo Santiago Kovadloff, el presidente de la Asociación de Fiscales y Funcionarios, Carlos Donoso Castex; el vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas  (DAIA), Waldo Wolff y la exesposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado.

En su discurso, Wolff dijo que “en una sociedad en la cual una parte de la justicia no es independiente y en la que un sector de las estructuras que definen la columna vertebral de una República está tantas veces al servicio y conveniencia del operador de turno, la trágica muerte de Alberto junto con su macabra trama no vino a hacer otra cosa que a levantar los escombros de la sede de la AMIA/DAIA para que muchos podamos ver los oscuros laberintos del poder que hasta hace poco se mantenían camuflados por entre los más reconocidos ámbitos de la sociedad. Hoy estamos tanto o más lejos de encontrar justicia que aquel 18 de julio de 1994 a las 09:53 de la mañana. Le han tirado mucha más confusión a la causa y su trama”, indicó.

Y agregó: “en una sociedad en la que parte de la justicia continúa desaparecida aun después de 30 años de democracia, más verdades como las que estamos escuchando vienen a darnos elementos para que cada persona pueda hacerse de su propio veredicto personal. No tengo dudas de que la condena social ya fue dictada y es inamovible. No tengo dudas de que muchos la seguiremos condenando. Me es imposible representar el sentir de una sociedad argentina tan crispada y dividida como la actual”, enfatizó.

El cuerpo del fiscal yacerá “en tierra y a perpetuidad”, como manda la ley judía, en una parcela del cementerio israelita de la localidad de La Tablada, frente a la explanada que recuerda a los caídos en las guerras de Israel y a 20 metros de los restos de las víctimas del atentado a la AMIA. El lugar elegido para enterrar a Nisman no es casual. Para los judíos el suicidio va en contra de las leyes de Dios y quienes se quitan la vida, según un rito ortodoxo, son enterrados en un lugar del cementerio alejado y mirando hacia el muro perimetral. Se trató entonces de un claro mensaje de su familia que descree de la hipótesis del suicidio.

“Los que te conocemos sabemos que esto no fue decisión tuya. Tenemos la certeza de que esto fue obra de otras personas”, dijo durante la ceremonia la exesposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, según el diario Clarín.