“En Palestina, el volcán erupciona todos los días”
Conoce bien el Mundo Árabe y, en general, la compleja realidad del Medio Oriente (es decir, también el mundo persa). Nacido en Palestina, estudió Literatura Árabe en la Universidad de Bagdad y luego trabajó como periodista en Beirut, Amman y Damasco. Actualmente, Zakaria Mohammed, hombre de sesenta años, rizos canos aunque bigote oscuro, vive en Ramallah. Su obra -sobre todo su poesía- está considerada entre las más interesantes de la literatura árabe moderna... Se trata de una vocación que ha compaginado sostenidamente con su activismo por la “causa palestina”.
Esto lo demuestra, por ejemplo, a través de su estrecha colaboración con el Ministerio de Cultura de Palestina, además de su participación como miembro del comité de dirección del Khalil Sakakini Cultural Center -organismo encargado de difundir el arte de dicho país-, “cuyas instalaciones fueron destruidas por bombardeos israelíes”, según recuerda Mohammed.
Un tanto después de la explosión de las revueltas sociales que derrocaron a varios gobiernos en el Mundo Árabe (aunque con Siria y Libia aún ardiendo), y con el tema del reconocimiento del Estado Palestino sobre la mesa de debate de la ONU durante toda la semana, Mohammed realiza una lectura crítica y, como hemos dicho, cercana, de lo que está ocurriendo en la región. Habla desde el optimismo pero también desde la suspicacia (arremete, por ejemplo, contra la verdadera “naturaleza” de los procesos de paz Palestina-Israel, auspiciados por EE.UU. y Europa), y propone una valiosa apreciación desde lo que ocurre en el campo de la creación cultural.
Antes de entrar al tema específico de Palestina, ¿cuál es su lectura de lo que ha venido pasando en el Mundo Árabe en los últimos meses?
Como hemos visto, hubo un tsunami en el Mundo Árabe. La gente salió a las calles por miles, cansada de presidentes vitalicios, de dictadores. Creo que, de cierta manera, la sociedad civil decidió generar los mecanismos para su libertad, para la inauguración de una nueva era, y espero que los resultados sean positivos... Lo digo porque aún, por supuesto, los países coloniales y sus testaferros están tratando de entorpecer ese pulso...
… De hecho, ya son varios los periodistas y politólogos internacionales que dan cuenta de que los que han cambiado son los actores, no las estructuras de administración pública y participación democrática... basta pensar en Egipto, que sigue regido por una élite militar; Túnez, donde todo comenzó (y la genuina “revolución” nunca se completó), o, por supuesto, el extraño Consejo Nacional de Transición libio...
Las transformaciones toman tiempo, a veces mucho... Lo que la sociedad civil ha hecho es extraordinario, pero no es suficiente. Las tensiones y los intereses de la élite política, desde luego, no se han “tocado” de manera radical. Es una situación aún abierta... Fíjate en lo que todavía pasa en Yemen o en Siria... Además, debemos admitir que derrocar a Mubarak, por ejemplo, era desde cierta perspectiva una consecuencia civil “previsible”, dado el nivel insoportable de corrupción no solo suya, sino de su familia.
Lo que queda pendiente constituye el verdadero reto: la transformación de un sistema. Entiendo que en América Latina exista toda una serie de suspicacias acerca de lo que ocurre en el Mundo Árabe... Mira, históricamente ustedes y nosotros hemos tenido un enemigo común: el neocolonialismo... Hoy, desde luego, no es que ese enemigo haya sido derrotado (sabemos por ejemplo que Siria y Libia representan intereses geopolíticos y económicos para occidente), pero el panorama ahora es borroso, hay muchas cosas en tránsito, y por eso es difícil comprender lo que ocurre... Habrá cambios, por ejemplo, en términos de relaciones internacionales en casos puntuales... ¿Qué pasará con las relaciones bilaterales entre Libia y Venezuela, o con Cuba?... Está por verse...
En definitiva, es obvio que el Mundo Árabe debe ir paso a paso... Los vaivenes del debate político establecerán el rumbo de las cosas, pero puedo referirme sin duda a objetivos concretos. En primera instancia, espero que en diez años no exista ni un solo dictador en la región...
Usted ha dicho que la toma de conciencia no hubiera sido posible sin la participación de un frente intelectual y de los artistas árabes. En el caso palestino, eso cobra una relevancia singular. Edward Said, quizás el intelectual palestino vivo más importante, se refería -en vista de la ausencia de un Estado- al sustrato histórico y cultural palestino como su auténtico territorio. ¿Qué está pasando en ese campo?
Muchas cosas... Hay que decir que los intelectuales y los artistas han plantado la semilla crítica de lo que ocurre en el Mundo Árabe, y han sido en muchos casos perseguidos, cazados... En cuanto a Palestina, en su literatura, por ejemplo, ocurrieron algunas transformaciones: hace cuatro décadas el objetivo era mantener una cierta unidad, unos códigos comunes, unos temas... Pasaba en la poesía... Al final, en todo este tiempo no alcanzamos nuestros objetivos nacionales políticos, pero sobrevivimos... Ese es el espíritu de la frase de Said... Hoy nadie puede decir que Palestina no existe.
Estamos allí, resistiendo, aunque no hayamos ganado nuestra independencia... Eso, en el terreno literario, ese afianzamiento identitario, nos ha permitido movernos hacia otros temas; y ha ocurrido el natural parricidio generacional, que es, a la larga, saludable para toda tradición. Es un momento muy rico, considerando también el teatro e incluso el cine...
En las últimas dos décadas, nos hemos visto inundados por la literatura latinoamericana, ha habido un masivo movimiento de traducción. Conocemos bien el trabajo de Neruda, Guillén, Borges, García Márquez... eso ha creado un vínculo...
¿Cómo toma la reciente discusión en la ONU acerca del reconocimiento del Estado Palestino y las históricas tensiones con Israel?
Soy optimista acerca del eventual reconocimiento del Estado Palestino, pero me parece que los israelíes no están aún dispuestos a comprometerse. Recuerda que, hace mucho, Arafat llegó a ponderar la idea de dividir la tierra y reconocer la existencia de Israel, pero ellos no lo aceptaron en los términos propuestos... Pienso que los israelíes manejan, de manera general y en mayor o menor medida de conciencia, la idea de que la tierra les pertenece y que los palestinos somos huéspedes temporales. Contra esa visión es muy difícil luchar.
Hay muchos líderes políticos que se involucran permanentemente en los procesos de paz. A lo mejor quieren el proceso, pero no la paz. Es un mecanismo perverso: el “proceso” es realmente lo que interesa a Estados Unidos y Europa; lo manejan, lo dilatan, lo enfrían, lo mantienen... Así impiden que el volcán erupcione... pero en nuestro territorio hay pequeñas -y grandes- erupciones, “escaramuzas” del fuego de volcán, todos los días.
A eso le han llamado proceso de paz: a un proceso sin paz...
Hoy, sin embargo, dentro de los territorios palestinos, parte del descontento va dirigido hacia los propios representantes políticos, que van desde aquellos que persisten en una resistencia beligerante y fundamentalista, a un liderazgo -el del presidente Abbas- que, se dice, es muy endeble...
Sí, sí... hemos tenido muchas crisis de liderazgo... En el caso del presidente: creo que es eso, un presidente; no un líder... Y hay una gran diferencia... sobre todo, cuando no se tiene Estado que administrar. ¡Tenemos presidente pero no Estado! Lo importante es un liderazgo que inspire a la gente... Además, hemos padecido la guerra civil entre Hamás y Fatah; esta última, una organización un tanto más moderada y secular... Hamás es... mmm... no podría decir que extremista, la calificaría más bien como una organización francamente confundida...
Lo importante de lo que hemos visto en la ONU -el debate acerca de si se debe reconocer a Palestina como Estado- es que es un requerimiento directo del presidente Abbas, pues las otras vías de negociación con Israel colapsaron... Y sabemos que los norteamericanos han tratado de “pasmar” ese debate, esa posibilidad con la ONU, a través de amenazas de veto... Abbas sabía que si iba a la ONU a demandar el reconocimiento, eso constituía un problema para Estados Unidos; pero si no lo hacía, el problema se lo ganaba en su propia tierra.
Ha recordado que Hamás es una organización islámica, mientras Fatah es secular... ¿Qué papel jugará el componente religioso en la construcción de un liderazgo político palestino en los próximos años, incluso más allá del reconocimiento formal como Estado?
Siempre habrá un elemento religioso en nuestro conflicto interno, y en el otro también, evidentemente. Debes recordar que Israel es un país cuya posición se sostiene desde un punto de vista bíblico... Mi esperanza siempre ha sido que este elemento no domine el conflicto y, en lo posterior, desde luego, tampoco las decisiones políticas de un Estado Palestino reconocido formalmente. Creo en verdad que, en el caso palestino, el movimiento secular es capaz de neutralizar cualquier exceso islámico.