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El Gobierno ratificó que los espías citados no son agentes de Inteligencia

En la denuncia de Nisman no aparecen diálogos de Fernández (Galería)

Policías ingresan al edificio donde funcionaba la oficina del fiscal argentino Alberto Nisman. Foto: AFP
Policías ingresan al edificio donde funcionaba la oficina del fiscal argentino Alberto Nisman. Foto: AFP
22 de enero de 2015 - 00:00 - Por Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

Argentina  vive días difíciles. La muerte del fiscal de la causa por el atentado a la mutual judía AMIA, Alberto Nisman, dividió más que nunca a un país ya polarizado. ¿Suicidio, inducido o no, o asesinato? Lo único concreto es que el fiscal que denunció a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por presunto encubrimiento de los iraníes acusados por el ataque con coche-bomba de 1994, que causó 85 víctimas, apareció muerto con un balazo en la cabeza el domingo en su departamento.

Las nuevas pistas apuntan a una huella y una pisada que aparecieron en un pasadizo que comunica el departamento de Nisman con otro habitado por un ciudadano extranjero en el piso 13 del edificio Le Parc, en el barrio de Puerto Madero. En ese pasadizo están ubicados los equipos de aire acondicionado. La fiscal Viviana Fein busca determinar si la huella fue dejada por un técnico que tiene a su cargo el mantenimiento de esos equipos. O por otra persona. La puerta de ese ducto está en la cocina de la vivienda. Además, el cerrajero convocado para abrir la puerta de servicio del departamento de Nisman, la noche del domingo, arrojó más dudas: “Esa puerta la pudo haber abierto cualquiera. Tardé 2 minutos. Corrí el pestillo y se abrió”, dijo el hombre, identificado como Walter.

A última hora del martes el Centro de Información Judicial publicó la denuncia íntegra del fiscal Nisman contra la Presidenta, su canciller Héctor Timernan, el legislador y secretario general de la agrupación juvenil kirchnerista ‘La Cámpora’, Andrés Larroque, y los dirigentes Luis D’Elia y Fernando Esteche. Allí, en casi 300 fojas, Nisman denunció “la existencia de un plan delictivo destinado a dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados en dicha causa, para que eludan la investigación y se sustraigan de la acción de la justicia argentina, con competencia en el caso”.

A cambio, según Nisman, Argentina se garantizaba la normalización de los vínculos comerciales y el intercambio de petróleo por granos en un contexto de crisis energética.

Uno de los puntos más fuertes acusa al canciller Timerman de intentar por todos los medios de dejar sin efecto las ‘alertas rojas’ de Interpol para detener a los acusados iraníes. Incluso, el escrito refiere una reunión entre Timerman y el secretario general de ese organismo internacional, Ronald Noble, el 26 de noviembre de 2013 en Lyon, Francia, en la que el canciller habría pedido levantar esas órdenes de captura. El propio Noble lo negó y aseguró que “el compromiso” del país austral con la vigencia de las alertas se mantuvo “en un ciento por ciento”. La posición de Noble está incluida en e-mail enviado a Timerman, según informó el diario Página/12. Nisman también cita un presunto informe secreto iraní que aseguraba que Argentina ya no tenía intenciones de esclarecer el atentado sino mejorar los vínculos comerciales. La fuente de dicho informe es el periodista, ya fallecido, Pepe Eliaschev, reconocido opositor al Gobierno.

La denuncia de Nisman presenta varios interrogantes. Menciona 2 ‘espías’ de la Secretaría de Inteligencia que habrían actuado como nexos del Gobierno ante el “contacto” iraní en Buenos Aires, el argentino Jorge Khalil, miembro activo de la colectividad islámica en Argentina. Los supuestos espías fueron identificados como Ramón Allan Héctor Bogado y el exfiscal Héctor Yrimia, pero el titular del organismo, Óscar Parrilli, aseguró que ninguno de los supuestos espías forma parte del personal de inteligencia, ni siquiera en calidad de contratados.

La denuncia se basa -incluso- en algunos artículos periodísticos y en escuchas telefónicas entre Khalil, los supuestos espías, el dirigente ‘piquetero’ Luis D’Elia y el titular de la agrupación de ultraizquierda Quebracho, Fernando Esteche. Nunca aparece la Presidenta en diálogo alguno y tampoco su canciller.

D’Elia es un  dirigente social oficialista que ha tenido polémicas actuaciones, incluso violentas, en los últimos años y que habitualmente fustiga a Israel y tiene aceitados contactos con Teherán. Esteche, en cambio, integra una agrupación que participa en actos de protesta que muchas veces  culminan en incidentes y cuyos miembros concurren munidos de palos y la cara tapada a sus movilizaciones. Esteche, que salió de prisión hace pocas semanas en una causa por daños, admitió ser amigo de Khalil y conocer a Bogado.

Según afirmó, este supuesto espía le fue presentado en sus discusiones con el oficialismo respecto a la condena que se le planteaba. “Me sentaron con distintas personas, él estaba a cargo de la cuestión judicial mía por parte del Ejecutivo”, dijo, abonando en parte la teoría de Nisman de que se trata de un espía de los servicios de inteligencia. Pero afirmó: “Puedo asegurar que (la denuncia del fiscal) se trata de una locura”. Según el diario opositor Clarín, Bogado dijo temer por su vida. Para Nisman, Bogado tenía acceso “al entorno presidencial”.

La sociedad, en tanto, sigue convulsionada. La televisión ocupa todos sus espacios en el caso con transmisiones en directo. La fiscal Fein sigue sin descartar ninguna hipótesis. Por lo pronto, dispuso que se dispare el arma hallada junto al cuerpo de Nisman para determinar si deja rastros de pólvora, ya que en los análisis hechos al cuerpo del fiscal no se encontraron huellas de ninguna sustancia.

En los análisis hechos al cuerpo del fiscal no se hallaron rastros de ninguna sustancia.

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