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En Estados Unidos la elección del presidente no es por voto directo

En Estados Unidos la elección del presidente no es por voto directo
05 de noviembre de 2012 - 00:00

Washington.-

En Estados Unidos, quien elige al presidente del país mañana es el Colegio Electoral, un complejo proceso que data del siglo XVIII.

En Estados Unidos los ciudadanos no eligen directamente a sus máximos representantes, el presidente y el vicepresidente, sino que delegan su voto en un grupo de 538 electores, que toman la decisión final.

Ese es el sistema que idearon hace 200 años los padres fundadores que crearon el denominado Colegio Electoral, formado por un grupo de electores designados por los estados.

El Colegio Electoral está constituido por 538 electores: una cifra equivalente a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y los 100 senadores, más tres delegados por el Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital del país, Washington.

A cada Estado se le asigna un número de compromisarios igual al número de sus senadores federales (dos) más el número de sus representantes federales, que son proporcionales a la población. Este sistema ha obligado a los candidatos a las presidenciales del 6 de noviembre (mañana), el demócrata Barack Obama y el republicano Mitt Romney, a recorrer  el país con especial interés en los llamados “estados bisagra” -aquellos que no se definen claramente como republicano o demócrata.

Para ser elegido presidente es necesario obtener 270 votos electorales, es decir, una mayoría simple. El candidato que reciba más votos populares en cada Estado se quedará con todos sus electores, de ahí la importancia de ganar aunque sea por poco margen en los estados más poblados y que más votos electorales aportan, como California (55) o Texas (38).

La excepción son Nebraska y Maine, que distribuyen el voto electoral de manera proporcional entre cada candidato según el porcentaje de sufragios que haya obtenido.

Este sistema, considerado anacrónico por unos y pilar de la democracia para otros, ha permitido que puedan llegar a la presidencia candidatos con menos votos populares que sus oponentes en todos los estados, como ocurrió en  2000 entre el candidato republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore.

En aquella ocasión, Bush logró 271 votos electorales al sumarse los 25 que entonces tenía Florida (que aumentó a 29 tras el censo de 2010), tras una impugnación y un recuento, pese a que obtuvo a nivel nacional casi medio millón de votos menos que Al Gore, que sin ese Estado solo logró 266.

Esta será además la primera contienda electoral que reflejará los resultados del Censo de 2010, en el que estados como Arizona, con gran concentración de población hispana, subió de 10 a 11 electores, o Florida, que aumentó dos, en detrimento de otros como Iowa, que perdió uno, igual que Illinois y Luisiana.

Una vez celebradas las elecciones y conocida la composición del Colegio Electoral, los votantes se reúnen el primer lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre en su Estado para elegir formalmente al presidente y al vicepresidente.

Posteriormente envían los certificados con los resultados de su Estado y el 6 de enero o una fecha acordada por el Congreso, se reúnen el Senado y la Cámara de Representantes, en sesión conjunta, para anunciar los votos emitidos por cada Estado y constatar que hay los suficientes para nombrar el presidente y vicepresidente.

Pero, ¿qué pasaría si hubiera un empate? Si, por ejemplo, ambos consiguieran 269 votos electorales, la elección del presidente recaería en la Cámara de Representantes, pero en ese caso las normas cambiarían. Según la enmienda 12 de la Constitución, cada Estado tendría un solo voto, con independencia de la población que tenga, con lo que el resultado lo determinaría quien consiguiera más estados.

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