Por Marcelo Izquierdo
Corresponsal en Buenos Aires

Los argentinos tienen un menú sabroso en el calendario electoral de este año. Primero en las elecciones internas abiertas y obligatorias del 11 de  agosto próximo que definirán  las candidaturas  legislativas de los distintos partidos políticos o alianzas, aun cuando consensúen una lista única entre sus facciones internas.  Y  luego, en los comicios legislativos del 27 de octubre próximo. 

La madre de todas las batallas se dará en la estratégica provincia de Buenos Aires, la más rica y poblada del país y la que más representantes otorga al Congreso. Quien triunfe allí –se suele decir en el país austral- gana la elección.

El menú es variado.  Por un lado, la opción más visible es la del peronismo, el movimiento fundado por el  caudillo Juan Domingo Perón. Pero quienes no comulguen con sus ideas podrán optar por el peronismo. Una tercera opción podrá ser el peronismo.  Sino, otra salida será votar al peronismo.

No hay error. A casi 40 años de la muerte del caudillo, en Argentina hay  peronismo para todos los gustos.

Peronismo oficialista

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner  encarna la izquierda peronista. Lleva adelante un proceso popular y transformador que se tradujo en su reelección con el 54% de los votos en   2011.
La lista de su Frente para la Victoria lleva como primer candidato a diputado bonaerense al joven y casi desconocido Martín Insaurralde, de 44 años,  alcalde del Municipio de Lomas de Zamora, zona sur del Gran Buenos Aires. La cara visible de la campaña será  la propia presidenta que juega parte de su futuro político para profundizar su modelo de gobierno.

El neoperonismo

Sergio Massa, de 42 años, es el  alcalde del Municipio de Tigre,  zona norte de la periferia capitalina. Goza de popularidad en la oposición y en quienes respaldan políticas oficiales pero  reclaman cambios. Fue jefe de gabinete del primer período de Cristina Kirchner.
Massa asegura que la década “kirchnerista” tuvo aciertos y errores y dice representar al “neoperonismo” con su Frente Renovador.
Pero su discurso moderado choca con un pacto político que habla por sí solo: es respaldado por la derechista Propuesta Republicana (PRO),  del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri.

El peronismo corporativista

Unión para la Libertad y el Trabajo.  Una receta para mezclar agua con aceite. Por un lado, el titular de la central obrera opositora, el poderoso líder del sindicato de los camioneros, Hugo Moyano, hasta hace poco aliado del gobierno nacional; y por  otro, el millonario empresario Francisco de Narváez, un hombre de la derecha peronista enfrentado con Macri  por el liderazgo conservador.  
Hasta hace un año, Moyano y   De Narváez cruzaban ácidas descalificaciones públicas.

Peronismo federal

Adolfo Rodríguez Saa es un caudillo de la provincia   San Luis, centro del país.  Fue uno de los cinco presidentes de diciembre de  2001 tras la salida de Fernando de la Rúa en medio de la peor crisis socioeconómica del país.

Rodríguez pasó a la historia por anunciar el “default” de la deuda externa en sus únicos siete días en la presidencia.  Es el líder de la agrupación Compromiso Federal que en Buenos Aires lleva como primer candidato a diputado a Eduardo Amadeo, exfuncionario de Carlos Menem (1989-99) y exvicejefe de gabinete del exmandatario Eduardo Duhalde (2002-2003). 

En  la lista de Córdoba   colocó la fresa del postre:  el exsuperministro de Economía de Menem y De la Rúa, Domingo Cavallo.

El escritor y periodista Marcelo Larraquy, quien escribió varios libros sobre peronismo,  explica: “las alternativas peronistas que enfrentan al oficialismo son desbalanceos internos que se producen en el amplio universo del peronismo.

La versatilidad del peronismo es recoger el descontento de la masa electoral que se generó con el actual gobierno peronista, y de ese modo, retener el caudal electoral”, afirma Larraquy a EL TELÉGRAFO.

Y agrega: “son respuestas al oficialismo por centroderecha que son captadas por dirigentes peronistas de gestión (como Massa), exfuncionarios técnicos y políticos (como Cavallo o De Narváez).
Sus listas están integradas por candidatos que, una vez electos, pueden volver al oficialismo si la idea de un nuevo liderazgo fracasa. Es una manera de captar siempre al electorado y dominar el sistema político”, afirma.

¿Y los que no quieren votar por el peronismo?

Larraquy responde: la oposición no peronista “está limitada por sus propias carencias en las propuestas y porque el peronismo ocupa dos escenarios, el oficialismo y el opositor”.

 En esa vereda sobreviven varias alianzas, como el Frente Progresista Cívico y Social, cuyo miembro más visible es la Unión Cívica Radical (UCR),  del expresidente Raúl Alfonsín, secundada por la Coalición Cívica y el Frente Amplio Progresista (ambos de centroizquierda).
“Esto es casi una interna peronista a cielo abierto”, exclama su primera candidata a diputada bonaerense, Margarita Stolbizer.

Macri eligió refugiarse en su feudo de la Ciudad de Buenos Aires y  respaldar una pata peronista en la provincia, como Massa.

Perón, antes de su muerte, lo vaticinó: “somos como los gatos, cuando parece que nos estamos peleando, es que nos estamos reproduciendo”.