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Emoción y alegría entre los devotos de los nuevos santos

El grupo más notable estaba constituido por polacos. Foto: EFE
El grupo más notable estaba constituido por polacos. Foto: EFE
27 de abril de 2014 - 07:00 - Agencia AFP

Millares de personas -polacos, sobre todo, pero también latinoamericanos y de otros países-, siguieron este domingo con devoción y enarbolando sus propias banderas la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII en la Plaza de San Pedro.

Muchos de ellos pasaron la noche a la intemperie, bajo la llovizna, para reservarse un lugar lo más cerca posible a la ceremonia.

El altar estaba ubicado a los pies de la Basílica de San Pedro y los puestos privilegiados fueron para el papa emérito Benedicto XVI -muy aplaudido por la multitud-, para cardenales, obispos y delegaciones oficiales.

Otros miles de peregrinos se fueron agolpando con el pasar de las horas en las calles aledañas a San Pedro y avanzaban por Via de la Conciliazione, pese a que los jóvenes voluntarios de la Protección Civil, mediante cadenas humanas, trataba de contenerlos para evitar incidentes.

Medidas de seguridad importantes, pero no prohibitivas, rodeaban el Vaticano, donde había además puestos para asegurar asistencia médica de urgencia y botellas de agua a los peregrinos.

El Vaticano estimó en 500.000 personas las que estaban presentes en la zona de San Pedro y en 300.000 las que habían visto la ceremonia a través de las pantallas gigantes puestas en distintos puntos de la ciudad, como el Coliseo.

A un cierto punto de la jornada, cuando la ceremonia estaba por comenzar, prácticamente no se podía caminar sin pisar a alguien.

Los polacos, el grupo más notable, que llevaban consigo sillas plegables, mochilas con comida y colchoncitos, se hacían un espacio para arrodillarse cuando la ceremonia lo exigía.

"Me siento muy feliz, muy conmovida y muy cansada después de esta ceremonia", comentó Anna Wiswinska, una profesora polaca, que conoció a Juan Pablo II en Cracovia.

Venidos de México, Argentina, Perú, Ecuador, Chile y Costa Rica, entre otros países, los latinoamericanos dijeron sentirse más cercanos a Juan Pablo II, al que conocieron en sus viajes a América Latina, ya que Juan XXIII, poco viajero, falleció en 1963.

Cansados por largas horas de espera, pero felices, los peregrinos comenzaron a abandonar la plaza después que el papa Francisco recorriera en papamóvil, de forma excepcional, Via de la Conciliazione para saludar de cerca y despertar entusiasmo, alegría y vivas de los creyentes llegados de todas las partes del mundo.

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