Las elecciones municipales libres despertaron poco interés en Túnez
Túnez celebró el domingo 6 de mayo las primeras elecciones municipales libres desde la caída de la dictadura en 2011, una jornada histórica que sin embargo apenas despertó interés en una población que parece desilusionada y exhausta tras siete años de una lenta y decepcionante transición.
A falta de sondeos públicos, proscritos por la ley electoral, los cálculos internos de los principales partidos apuntaban a que la abstención rondará el 70% en unos comicios a los que están convocados más de cinco millones de ciudadanos, casi la mitad de la población del país.
“Nosotros aspiramos a que se alcance entre el 70% y 50%”, admitieron los dirigentes del partido islamista Ennahda, el único que presentó candidatos en los 350 municipios en juego.
El fracaso de las expectativas de un futuro mejor que durante la revolución albergaron los más jóvenes, que componen la mayoría de la población, y la asfixia social y económica que padecen las clases medias y bajas, explican en gran parte el desinterés de los tunecinos por los comicios.
“Estas elecciones no cambian nada para nosotros. Nosotros vamos a seguir siendo el mismo carro sin ruedas o sin caballo”, comentó Hilma, ama de casa de 34 años.
Los tunecinos ya votaron en comicios parlamentarios y presidenciales desde la caída del dictador Zine el Abidine Ben Alí, pero las elecciones municipales fueron aplazadas cuatro veces por problemas logísticos, administrativos y políticos.
“Este domingo no va a ser como los otros días. Por primera vez el pueblo tunecino está llamado a participar en las elecciones municipales; esto parece algo simple, pero es muy importante”, expresó el presidente tunecino, Caid Essebsi.
Estas elecciones municipales suponen el fin de una transición política que se puede considerar exitosa y excepcional en el marco de las ahora marchitas “primaveras árabes”.
Sin embargo, la revolución social sigue pendiente, con avances lentos y retrocesos gruesos en cuestiones relativas a los derechos colectivos e individuales, y la económica ni siquiera parece haber empezado.
Siete años después de la insurrección que desató esas protestas, los problemas económicos que la azuzaron siguen intactos. El Gobierno vive al borde de la bancarrota, con el dinar en caída libre y las protestas sociales diarias en la calle, acorralado e incapaz de llevar adelante las reformas exigidas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional a cambio de un préstamo por $ 3.000 millones.
Una política de austeridad y recortes que ha empobrecido a las clases medias tunecinas y coartado la capacidad de inversión del Gobierno y extendido la sensación popular del que el país marcha hacia atrás.
Después de estos comicios, la próxima cita electoral son las elecciones legislativas y presidenciales en 2019. (I)