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El Telégrafo
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El informático relacionó la crisis con la falta de trasparencia

El ‘Snowden’ de la banca

En Europa se descubrió un centro de escucha británico que interceptó imágenes de Yahoo. Foto: EFE
En Europa se descubrió un centro de escucha británico que interceptó imágenes de Yahoo. Foto: EFE
03 de marzo de 2014 - 00:00 - Por Valeria Puga Álvarez

El espionaje es una vieja práctica de los pueblos que data, al menos, del siglo III antes de nuestra era. Desde la vieja Mesopotamia, pasando por los consejos de Sun Tzu, hasta el exotismo de la famosa bailarina Mata Hari. La I y II Guerras Mundiales, así como la Guerra Fría, ayudaron a perfeccionar los mecanismos de obtención de información a través de cifrados, códigos, dobles agentes y entidades como: la Agencia Nacional de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y el Comité para la Seguridad del Estado de la antigua Unión Soviética (KGB).

En efecto, la guerra permitió el desarrollo de sistemas imprescindibles y a la vez vulnerables como el Internet. Esta galaxia informática, en constante expansión, ha permitido que el espionaje ya no sea únicamente entre Estados, sino que el Estado pueda vigilar lo que hacen sus ciudadanos, y al mismo tiempo, sea vulnerado por algún “hacktivista”.

Julian Assange, Chelsea Manning y Edward Snowden son los nuevos héroes, los ‘Robin Hood del Internet’, por haber revelado los secretos de espionaje de Estados Unidos. Pero además de ellos, otro ‘hacker’ –del que poco ha hablado la prensa nacional- es Hervé Falciani, un informático franco-italiano que en 2008 filtró una lista de 130 mil evasores fiscales cuyas cuentas estaban en el banco suizo en el que trabajaba, el HSBC, uno de los más grandes del mundo. Se estima que, en total, el fraude fiscal denunciado por Falciani sumaría el 2,5% del PIB de la Eurozona, es decir, alrededor de 300 mil millones de euros (412 mil millones de dólares).

¿Por qué lo hizo? Según Falciani porque consideró que mucho de la crisis económica internacional –que explotó justo en 2008- tenía que ver con la falta de transparencia financiera. Ante su viaje a Francia, los suizos tramitaron una orden de detención internacional. No obstante, la policía gala incautó su computadora y copió la información antes de devolverla a Suiza. Gracias a la lista de Falciani, el fisco francés recuperó cerca de $1.550 millones.

En su momento, al expresidente francés Sarkozy no le interesó el destape de los evasores. Recientemente, los diarios Le Monde y Mediapart hicieron públicos algunos nombres de actrices, futbolistas e incluso herederos de empresas cosméticas como L’Óreal que se encontraban en la lista de evasores. Los conocidos diseñadores italianos como Gianni Bulgari y Valentino Balestra también habrían comenzado a ser investigados gracias a la información de Falciani.

A mediados de 2013, la audiencia nacional de España rechazó entregarlo a las autoridades helvéticas, debido a que el delito de violación del ‘secreto bancario’ no está tipificado en ese país. Además, hasta 2009 el HSBC no habría empezado una querella en su contra. Falciani es parcialmente libre porque Suiza aún quiere su cabeza. El sector financiero helvético representa en forma directa más de un 10% del PIB, de allí que el escándalo no sea menor.

Actualmente, el ‘Snowden de la banca suiza’ está desarrollando en Francia un proyecto para vigilar el fraude de manera automática.

En la efervescencia europea de nuevas apuestas políticas de caras conocidas y tesis ciudadanas aún difusas -como aquella del Movimiento italiano 5 estrellas, liderado por Beppe Grillo-, Falciani ha decidido participar activamente en la Red Ciudadana Partido X, entre cuyos planes están: luchar contra la corrupción y disminuir los sueldos que perciben los eurodiputados.

El desencanto por la ‘política tradicional’ en Europa cada vez se fortalece. Corrupción, espionaje, fraudes bancarios, desempleo y políticas de austeridad poco populares parecen ser el caldo de cultivo no solo de estos actores que a través de la información demuestran las debilidades de los gobiernos, sino de nuevos movimientos ciudadanos en construcción y con ciertas dosis de espectacularidad.

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